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La pandemia abrió las puertas a la virtualidad en la educación. Sin embargo, son muchos los alumnos en Colombia que no tienen acceso a estas herramientas. | Foto: iStock

EDUCACIÓN

Brecha educativa en Colombia: ¿qué tan grave se puso el asunto?

La pandemia significó un retroceso para muchos estudiantes que no contaban con herramientas para la educación virtual. ¿Qué hacer?

17 de septiembre de 2020

La pandemia sacó a relucir los defectos del sistema social colombiano. Golpeó contundentemente a las poblaciones de menores ingresos e inclusive echó por la borda algunos de sus logros.

Uno de esos casos es el de los estudiantes. El país tiene cerca de 10 millones de ellos. Al principio algunas instituciones pudieron virtualizar buena parte de su oferta y mantuvieron la dinámica educativa. Los alumnos en esos casos lograron seguir accediendo al servicio, en nuevas circunstancias y contextos virtuales.

Sin embargo, empezó a quedar en evidencia lo que pasaba para muchos en los centros urbanos y las zonas rurales. No tenían un computador adecuado para acceder a las clases o a un servicio de internet.

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Así que fue necesario empezar a pensar salidas para esta población. Aún con ello, el daño está hecho: muchos alumnos han perdido clase, lo que los vuelve a meter en un círculo vicioso, porque justamente solo la educación les garantiza oportunidades para una mejor calidad de vida. Perder tiempo es lo más grave para estos jóvenes. Pero los colegios serán de los últimos en lograr algunos niveles de normalidad.

De hecho apenas este mes empezarán a mirar las condiciones de retorno a las aulas con alternancia en colegios privados y luego con las instituciones públicas. Al menos 13.000 estudiantes han desaparecido del radar del sistema, porque en confinamiento no tienen contacto con sus instituciones ni sus profesores. Pero el impacto real se podrá medir plenamente en el proceso de matrícula para 2021.

Obviamente no es un problema exclusivo de Colombia. La Unesco considera que en total 160 millones de niños y jóvenes latinoamericanos se quedaron sin clase presencial y tampoco hay certeza sobre la deserción.

Asimismo, las autoridades no están con los brazos cruzados. El diagnóstico inicial hizo evidente que los alumnos afectados necesitaban soluciones en varios frentes: primero, acceso a computadores y señal de internet; segundo, opciones alternativas de acceso a clase, como programas de televisión o radio que ayudaran en los procesos de formación y, tercero, guías especiales para avanzar en el proceso de aprendizaje desde el hogar y con la ayuda de su familia.

La televisión y la radio se han convertido en una opción para la educación de niños que viven en zonas apartadas del país

El Ministerio de Educación impulsó una alianza con RTVC Sistema de Medios Públicos y el Ministerio de Tecnologítas de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) para poner al aire un programa de televisión llamado Profe en tu casa que usa no solo la señal abierta de televisión sino las plataformas digitales. Hasta la fecha han sido transmitidos más de 100 programas de este tipo.

De otra parte, el programa Computadores para Educar que adelanta el MinTIC, con acompañamiento del Ministerio de Educación, tenía como meta entregar 83.000 aparatos de cómputo para facilitar el acceso, tanto a profesores como a estudiantes en todo el país, y en las zonas más alejadas o con niveles altos de vulnerabilidad.

Pero el rol del gobierno nacional tiene que estar acompañado de las decisiones que adopten los entes territoriales. En manos de ellos está buena parte no solo de las decisiones sino de los presupuestos.

El subsecretario de calidad y pertinencia de la Secretaría de Educación de Bogotá, Andrés Mauricio Castillo, explicó que el diagnóstico inicial en Bogotá fue crítico. De cada 10 estudiantes 4 tenían dificultades para acceder a clases remotas por no contar con las herramientas suficientes.

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Por eso reaccionaron rápidamente. Primero, organizaron el sitio web "Aprende en casa" que, junto con la elaboración de guías de aprendizaje, fortalecieron el proceso de los alumnos en sus hogares.

"Con nuestros aliados promovimos guías físicas. Por ejemplo, con Maloka logramos que 26.000 jóvenes de zonas rurales de primaria tuvieran una guía en ciencias. Era un material para hacer trabajo en casa y ofrecimos acompañamiento. Tuvimos otros aliados como Idartes, el IDRD y las Cajas de Compensación que nos ayudaron a promover el uso de las guías, articulando todo eso con las instituciones educativas".

Los medios tradicionales también contribuyeron a conformar un paquete de herramientas de apoyo. Canal Capital y Colmundo diseñaron franjas de programas educativos que, acompañadas de guías orientadoras, sirvieron tanto a alumnos como a maestros para seguir avanzando a pesar de las dificultades. Allí no solamente había temas del pénsum tradicional, como matemáticas o ciencias, también se abordaron temas relacionados con los aspectos psicológicos y afectivos.

Castillo reconoce que no pueden sacar conclusiones sobre el impacto de la pandemia en la deserción escolar hasta tanto no se inicie la matrícula nueva para la vigencia 2021. Aun así, explicó que en las cifras aparecieron 4.400 nuevos alumnos durante la pandemia, lo que le sorprendió, porque demuestra que algunas familias antes de la pandemia no demandaban educación y lo hicieron durante el aislamiento.

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Mientras reaccionaban al impacto inmediato, también revisaron las metas del Plan de Desarrollo y se comprometieron con entregar 100.000 tabletas a los niños y niñas en condiciones de vulnerabilidad. Para ese esfuerzo ya quedó establecido en el Plan un cupo de $70.000 millones. En las actuales circunstancias, el tema tiene una complejidad: como el problema es universal, la demanda por tabletas ha aumentado. Solo un ejemplo: Perú acaba de definir un programa de tabletas para la población y demandó un millón de estos aparatos.

La meta es tener ese objetivo cumplido de aquí al próximo año.

En muchos casos, la salida es igualmente entregar computadores y tabletas con materiales educativos incorporados y habilitar canales no tradicionales, como los mensajes de celular y aplicaciones como WhatsApp, para mantener el contacto entre alumno y profesor.

Sin lugar a dudas, la pandemia impuso un desafío enorme: impedir que la falta de acceso a tecnología signifique dejar por fuera del circuito educativo a una importante población. En este frente no se puede perder el año.