Al tener mayores tasas de informalidad, las mujeres tienen menores costos de despidos.

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Dane: desempleo afecta más a las mujeres que a los hombres

En Colombia, con la pandemia aumentó la brecha laboral entre géneros, pese a que las mujeres son las responsables de las actividades de cuidado remunerado y no remunerado. ¿Cómo resolver ese problema?

29 de julio de 2020

Tradicionalmente el desempleo ha golpeado más a las colombianas que a los colombianos, pese a que ellas, en promedio, están más educadas que los hombres. Sin embargo, este problema ha empeorado con la pandemia y sus consecuencias económicas. En el trimestre móvil abril-junio, la desocupación femenina alcanzó 24,6% frente a 17,4% de la masculina.

Estas cifras del Dane no solo evidencian las marcadas diferencias del mercado laboral de mujeres y de hombres, sino que muestran además un aumento de la brecha frente al mismo lapso de un año atrás. En el período abril-junio de 2019, la brecha entre desempleo femenino y masculino fue de 4,9 puntos porcentuales y este año subió a 7,2.

Las explicaciones para este aumento son varias y la exministra y economista Cecilia López Montaño señala que esa brecha en desempleo se da pese a que las mujeres responden mayoritariamente por las actividades de cuidado tanto remunerado, como no remunerado.  “El 86% de las personas contaminadas con coronavirus se sanan en su casa y los cuidan mujeres y 70% del personal de salud en el mundo y en Colombia son mujeres. Sin embargo, ellas son las que pagan el costo más alto en la pandemia”, precisa.

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Debido a que las mujeres ocupan menos posiciones altas dentro de las organizaciones, están más en niveles intermedios, se vuelven prescindibles. Además, trabajan principalmente en actividades que implican mayor contacto social y, por lo tanto, que están cerradas o funcionando a muy baja capacidad como turismo, restaurantes o belleza.

A eso hay que sumarle que, al estar cerrados los colegios, muchas madres han tenido que renunciar a su trabajo para hacerse cargo de sus hijos o tienen unas jornadas laborales mucho más largas.

“Un capítulo aparte, y mucho más grave, es el de las trabajadoras domésticas, de las cuales muchos hogares han prescindido o peor aún las mantienen esclavizadas al no dejarlas salir de las casas. Se estima que unas 700.000 mujeres se dedican a estos oficios y un porcentaje muy elevado de ellas están desempleadas”, añade López.

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Manuel Fernández, profesor de economía de la Universidad de los Andes, reitera que desde antes de la cuarentena el desempleo femenino ha sido mayor al masculino, lo que implica que no es un problema coyuntural, aunque la situación actual sí lo ha acentuado.

Fernández agrega que las mujeres además de laborar en los sectores más afectados ocupan muchas posiciones que no son posibles de realizar mediante teletrabajo, lo que complica aún más su permanencia en el mercado laboral.

Igualmente, sus cargas de trabajo en el hogar son desproporcionalmente superiores a las de los hombres, al tiempo que ellas tienen mayores niveles de informalidad laboral. Esto hace que tengan menores costos de despido y, por ende, mayor destrucción de empleos.

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¿Qué se puede hacer?

López Montaño opina que mientras el cuidado no se reconozca como actividad productiva, la situación laboral de las mujeres no va a mejorar.Cuando en realidad se valore el cuidado, a las mujeres que lo hacen fuera de casa las van a remunerar bien. No es posible que hoy la mitad de las mujeres en edad de trabajar estén encerradas en sus casas sin poder salir a trabajar”, insiste.

Se estima que la economía del cuidado vale entre 18% y 20% del PIB en América Latina, pero tener esa cuenta no sirve para nada, si en realidad no se le reconoce su valor y se reparten las cargas entre ambos sexos.

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Fernández, por su parte, piensa que las políticas públicas para la reactivación se podrían plantear con un enfoque de género, en donde los nuevos empleos tengan mayor flexibilidad para que, por ejemplo, las mujeres no deban dejar su trabajo para asumir tareas en el hogar, al tiempo que reitera la necesidad de generar mayores discusiones sobre la distribución de las tareas domésticas.