Las deudas de los hogares en países emergentes equivalen a un 20% del PIB

La investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra que en las economías avanzadas, salvo contadas excepciones, la relación deuda de hogares/PIB aumentó gradualmente.

Muestra de ello es que en 1980 la deuda representaba el 35% del PIB y en 2016 se ubicó en el 65%. Lo que más preocupa es ha mantenido esta tendencia desde la crisis financiera del 2008.

De otro lado, en las economías de mercados emergentes vemos que esa relación es aún mucho más baja, pero aumentó relativamente más rápido en un período más corto, de 5% en 1995 a alrededor de 20% en 2016.

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El FMI dice que en general el aumento ha sido constante en los últimos años.

“Existe una disyuntiva entre los beneficios que el aumento de la deuda de los hogares le reporta a corto plazo al crecimiento y el riesgo a mediano plazo para la estabilidad macroeconómica y financiera que puede desembocar en menor crecimiento, consumo y empleo y en un mayor riesgo de crisis bancarias”, dice el FMI.

Así mismo explica que cuanto más alto es el endeudamiento, más marcada es la disyuntiva, que puede atenuarse mediante una combinación  de políticas, instituciones y regulaciones sólida.

En este sentido propone una estrategia basada en una mejor supervisión financiera, menor dependencia del financiamiento externo, tipos de cambio flexibles y menor desigualdad del ingreso.

En el marco de su informe, el FMI dio a conocer un listado de los países con los hogares más endeudados en América Latina con relación al PIB. Así quedó la clasificación:

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1. Chile: (42%)
2. Panamá: (38%)
3. Costa Rica: (35%)
4. Brasil: (27%)
5. Colombia: (25%)
6. Bolivia: (19%)
7. México: (15%)
8. Uruguay: (10%)
9. Paraguay: (7%)
10. Argentina: (5%)

Los bancos son más solidos

De otro lado, el FMI expone que el sistema financiero mundial continúa fortaleciéndose en respuesta a un “estímulo extraordinario” de las políticas económicas, mejoras en el ámbito regulatorio y la reactivación cíclica del crecimiento.

Asegura además que la solidez de los bancos globales más importantes continúa mejorando debido a mejores reservas de capital y de liquidez, en medio de un endurecimiento de las normas regulatorias y de una mayor supervisión del mercado.

“Se han logrado avances considerables en cuanto a la solución de problemas heredados y los desafíos de reestructuración”, explica el documento.

Así mismo concluye que es posible que un conjunto de estos bancos (un tercio del total de los de importancia sistémica), cuyos activos están valorados en unos US$17.000 millones, continúen generando rentabilidades “insostenibles”, incluso en 2019.

“Dado que los problemas en tan solo un banco de importancia sistémica mundial podrían generar tensiones en todo el sistema, las medidas de supervisión deben seguir centrándose en los riesgos de los modelos de negocio y en la rentabilidad sostenible”, advierte.

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