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Jorge Castaño Superintendente Financiero. “Depende de la reactivación económica y del adecuado comportamiento de los deudores que salgamos adelante”, dice el Superfinanciero. | Foto: Alejandro Acosta

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No hay que "caer en la tentación de no pagar": superfinanciero

El sector financiero no será ajeno a la crisis. La cartera en riesgo crecerá y no se prevén rentabilidades para este año. Es hora de sacar los "colchones". Entrevista con Jorge Castaño, superintendente Financiero.

28 de mayo de 2020

Los resultados del crecimiento de la economía en el primer trimestre sorprendieron por el impacto que tuvo, en solo el 10 de marzo, la cuarentena obligatoria y la parálisis del comercio y de gran parte de la actividad productiva. El sector financiero creció 2,1%, pero las expectativas, como en el resto de la economía, no son las mejores. Ante la difícil situación que ha generado el aislamiento y la crisis de la salud y de muchos sectores de la economía, lo peor que le podría pasar al país es sumar una crisis financiera. ¿Cómo está el sector? Dinero dialogó con Jorge Castaño, superintendente Financiero, quien explicó el panorama.

¿Cómo está el acceso a los créditos de los bancos, con el aval del Fondo Nacional de Garantías (FNG) que el Gobierno llevó hasta el 90%?

Se crearon 7 líneas y hace unos días se aumentó de $10 billones a $14 billones el nivel de garantías y se capitalizó el FNG en $1,3 billones. Hoy, en los bancos hay en créditos preaprobados $8,5 billones, pero los desembolsos han sido de $2,3 billones en cerca de 39.200 mipymes y trabajadores independientes.

¿Por qué?

La gente toma los créditos si tiene una expectativa de reactivación. Si no hay generación de ingresos, no acceden a los créditos. La garantía del Gobierno facilita o flexibiliza el apetito de riesgo de los prestamistas (hay vigilados y no vigilados), pero no incentiva necesariamente la demanda del crédito. Como son obligaciones que se espera sean pagadas por el deudor, toman un crédito si tienen la seguridad de que van a arrancar a funcionar y van a tener con qué pagarlos. Y esto es sano.

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¿Cómo está la cartera?

La cartera cerró a abril en $530 billones presentando una tasa de crecimiento de 7,7% real año a año, donde la cartera comercial creció al 8%, la de consumo al 9%, la de vivienda al 5,8%, mientras que el microcrédito a una tasa cercana al 0%. La cartera vencida asciende a $22,9 billones y los niveles de provisiones llegan a $32,3 billones, que nos ponen en un indicador de cubrimiento por mora de 141,2%. Además, ya hay $195 billones de saldo de cartera congelados, que generan una presión adicional, sobre todo, en los flujos de caja de las entidades financieras, con una reducción cercana al 36% por mes, dado que el valor de capital e intereses de las obligaciones congeladas no se está recibiendo. Los periodos de gracia se han otorgado entre 3 y 6 meses.

En esas condiciones, ¿cómo le irá al sector financiero este año?

Este año, la Superintendencia desde el punto de vista prudencial tiene como objetivo preservar los niveles de solvencia del sistema para así proteger el ahorro del público. Todo dependerá de la profundidad y duración de la recesión y de la velocidad de recuperación. Hemos hecho ejercicios de estrés con varios supuestos. Un escenario base de crecimiento de -2,5% y el estresado va casi hasta -9%. En abril, el indicador de cartera vencida fue de 4,32% y cerca de 9,3% de cartera en riesgo.

¿Cuál es la estimación de la Superintendencia?

Al finalizar 2020 podemos saltar de un indicador de cartera en riesgo de 9% a casi 23%. Hoy la cartera en riesgo es más o menos de $49 billones; saltaríamos a una cartera en riesgo cercana a $110 billones.

¿Eso qué significa?

Necesariamente, el gasto en provisiones va a ser mayor. Se van a aumentar de manera importante durante 2020 y también en 2021, y esas provisiones, en nuestros cálculos, están estimadas en $9 billones adicionales. Acá tendremos que encontrar un muy buen balance de cómo esas provisiones se van logrando constituir en el tiempo, sin que se afecte la originación de nuevos créditos.

En el primer semestre de 2021, se podrá conocer la dimensión en la acumulación de riesgos.

Seguramente, no habrá utilidades…

La rentabilidad va a ser muy cercana a cero y por debajo de cero. En nuestros ejercicios de estrés, de los 43 establecimientos de crédito, unos 35 podrían arrojar pérdidas en sus estados financieros de 2020. Pero no nos tenemos que asustar, hay herramientas para enfrentar esa situación y ya se están adoptando.

¿Cuáles son los colchones para amortiguar esto?

El sistema cuenta con unas utilidades acumuladas de este ejercicio de $3 billones, que se van a ir consumiendo a lo largo de este primer semestre. Hay un colchón de la provisión contracíclica que hemos venido acumulando, gracias a la regulación de la Superintendencia desde hace más o menos unos diez años. Hoy tenemos en provisión contracíclica de más de $4 billones que se liberará para compensar esos deterioros. Este escenario, además, encuentra a los bancos con una mejor calidad y cantidad de capital, cercano a los $100 billones, que amortiguan pérdidas no esperadas del negocio.

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¿Con qué nos vamos a encontrar en los resultados de final de año?

Como señalé, probablemente con una rentabilidad muy baja, cercana a cero o por debajo de cero. La solvencia se va a disminuir en una manera importante, en unos 150 a 250 puntos básicos aproximadamente, pero todavía muy lejano del estándar mínimo del 9%. Esta situación encuentra al sistema con una solvencia de 14,9%.

¿Qué hacer en este contexto?

Estamos aplanando la curva de probabilidad de una crisis financiera. En el corto plazo vamos a trabajar en que las entidades puedan hacer una transición ordenada en los descongelamientos de los periodos de gracia y en la redefinición de esos créditos existentes en condiciones de viabilidad financiera para el deudor. Creemos que sí habrá espacio de originación de nuevos créditos, pero a una velocidad menor. El crecimiento de la cartera, como lo estima la Superintendencia, está en un orden de $10 billones a $11 billones mensuales en lo que resta del año.

¿Por qué?

La cartera de consumo está quieta. La expectativa sobre el crecimiento de esta depende de la capacidad de reactivación económica y del comportamiento del desempleo. Mientras no tengamos reactivación económica, no hay mucho espacio. Los créditos comerciales dependerán de los sectores que se vayan reactivando.

Estas estimaciones son sobre el escenario base de -2,5%, ¿cierto?

Sí. Y en el escenario estresado es -9% del PIB; el contexto es más tenso. Pero en los dos escenarios, ninguna de las entidades entra por debajo del límite de solvencia y no vemos una alerta de riesgo sistémico específico. Sobre las alertas evidenciadas ya se implementó un plan de acción para el fortalecimiento del sistema. La retención de utilidades hace parte de esta estrategia.

¿Cuál es su objetivo?

Llevar al sistema financiero a diciembre de 2020, como meta volante, en condiciones de estabilidad en su solvencia. Es decir, usar los colchones que se han construido en el tiempo, como la provisión contracíclica, las utilidades del ejercicio en curso y otros elementos adicionales, que nos permitan poder llegar a enero de 2021, con margen de maniobra

¿Cuál va a ser el periodo más difícil?

En el primer semestre de 2021 podremos conocer la dimensión en la acumulación de riesgos que se materializan. En ese momento conoceremos el rezago de la cartera que se venía deteriorando y, a medida que se deteriora, el nivel de provisiones aumenta. Vamos a tener un descongelamiento de los periodos de gracia en los créditos que se otorgaron con las líneas del FNG, de Bancoldex, Finagro y Findeter, y sabremos que créditos se siguen pagando y cuáles no. Ese primer semestre será una verdadera prueba sobre la capacidad de gestión del riesgo y la solvencia de las entidades.

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¿Ve algún riesgo complejo en el mediano y largo plazo?

En nuestros ejercicios de estrés vemos que solo a finales de 2021 e inicios de 2022 empezarían algunas entidades a tener alertas de no cumplir con los requerimientos mínimos de solvencia, si se prolongan las condiciones económicas adversas. Dependemos de la reactivación económica para que la cartera se recupere en términos de deterioro y nuevas originaciones. La estabilidad del sistema está en función de la capacidad de crear capital interno en las entidades financieras.

¿Cuál es su lectura de la situación?

Lo que está pasando implica un riesgo al sistema financiero que requiere consistencia y visión de largo plazo para no dejarnos distraer. Hay que preservar el orden en el sentido de que quienes puedan pagar, paguen, y redefinir las deudas que no se puedan pagar. De lo contrario, el costo sería fatal para todos. Ya conocemos los efectos devastadores de una crisis financiera y nadie le puede apostar a eso. Vamos a tener deterioros y también la capacidad de gestionarlos, pero eso no significa caer en la tentación de no pagar, esperanzados en que alguien más lo hará por mí. Eso no debe pasar. Depende de la reactivación económica y del adecuado comportamiento de los deudores que salgamos adelante. Las obligaciones hay que pagarlas. Para algunos podrá sonar poco popular en este momento, pero es el mensaje responsable que hay que dar.