GUILLERMO VALENCIA

Mientras Trump lucha su guerra comercial, una burbuja crece en EE.UU

El semestre que viene verá una mayor intensidad en esta confrontación, que golpeará a los mercados emergentes. La recompra de acciones del sector tecnológico de EE.UU dará paso a más euforia, ¿vendrá el miedo para los mercados?

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
17 de julio de 2018

Sobre las guerras comerciales de Trump se ha dicho de todo, que el impacto para el mundo es malo, que creará una recesión mundial, que habrá un ‘shock’ inflacionario o que solo está mostrando los dientes porque su capacidad de acción es limitada.

Es fácil caer en el lugar común. Por eso, preferimos revisar los incentivos en la toma de decisiones que mueven tanto a Donald Trump como a Xi Jinping. Sobre el primero, creemos que a pesar de que sus anuncios de Twitter han sido polémicos, su agenda es totalmente racional. Su meta es lograr que EE.UU no importe más de lo que exporta a través de negociaciones uno-a-uno con sus pares comerciales.

Sin embargo, Trump debe jugar contra el reloj, pues se avecinan las elecciones legislativas de noviembre y para él es de vital importancia consolidar su poder en el senado. Él hará todo lo posible para aumentar su popularidad y tendrá en sus manos las siguientes opciones:

  1. Buscar una victoria temprana en su guerra comercial con China, lo que implica una mayor intensidad en su retórica de tarifas a las importaciones de EE.UU.
  2. Presionar a la Opep para producir más petróleo y evitar impactar el bolsillo del ciudadano estadounidense.
  3. Presionar por un descenso en los precios de los medicamentos de EE.UU.
  4. Llegar a un nuevo acuerdo migratorio con México.

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De estas, la que podría ocurrir en el corto plazo, es la creación de un acuerdo comercial entre EE.UU y China.

Por su parte, China atraviesa por un momento difícil debido a que los indicadores líderes de crecimiento, mostrados en la siguiente gráfica, dan muestra de una economía que ha entrado en descenso. Esto pone a Xi Jinping en la disyuntiva de permitir la devaluación abrupta del yuan o aceptar la reducción del crecimiento de la economía china.

Debido al alto apalancamiento del sistema bancario en las sombras chino, el gobierno Xi Jinping solo puede optar por una devaluación moderada del yuan, con la que debe sortear el bajo crecimiento. Es urgente para Xi Jinping dirigir la transición hacia una economía que dependa del consumo interno, pero por ahora debe aceptar bajo crecimiento.

De suceder esto, se presentaría un declive en el precio de las materias primas, lo cual ya sucedió el pasado junio con la caída del 14% en el precio del cobre. Por eso, se puede afirmar que un debilitamiento en la economía china implica lo mismo para los mercados emergentes. Latinoamérica tendría que afrontar este mal desempeño, incluyendo a Colombia y Chile, quienes han sido los más resilientes durante el primer semestre de 2018.

Sin duda, es un mal momento para los países emergentes, que durante el primer semestre capotearon la contracción de la liquidez en EE.UU, con excepción de Argentina, Brasil y Turquía. Esta última, lidia con un gobierno cargado de nepotismo, que le ha restado autonomía a la banca central. Hoy no hay duda de que Turquía podría afrontar una crisis de balanza de pagos.

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Aún así, las malas noticias no se limitan a la administración de Erdogan. Otros países, que no corren el riesgo de una crisis de balanza de pagos, ya están pasando dificultades. Tal es el caso de India, la cual ve cómo se desacelera su economía por cuenta de los altos precios del petróleo, y Corea del Sur, donde el escalamiento de las guerras comerciales de Trump hacen que el won se devalúe.

Mientras la tormenta toca tierra en los países emergentes, en EE.UU todo parece estar en calma. En este país, los indicadores líderes de crecimiento registran números sólidos, el desempleo está en mínimos históricos y el nivel de recompra de acciones alcanza máximos registrados, como lo muestra la siguiente gráfica.

Este entusiasmo alcanzó las valoraciones en bolsa de Facebook, Amazon, Microsoft y Google, los precios ya superan máximos históricos, mientras el índice de acciones de Turquía entra en territorio de pánico, como lo muestra la siguiente gráfica.

Estas son cifras que nos recuerdan los números verdes de la burbuja de las punto.com, a finales de la década de 1990. Es un momento de alto optimismo, que nos deja en la racionalidad de una burbuja: lo caro se hace más caro y lo barato se hace mucho más barato.

Como escribió el economista, Alan Greenspan, “el miedo es una fuerza mucho más dominante en la conducta humana que la euforia”. En efecto, las burbujas construyen poco a poco la euforia, que luego será golpeada por el miedo en los mercados... y los precios caerán con rapidez. Le seguirá el contagio, que esparcirá el miedo y romperá toda la dinámica de precios.

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Por ahora, la oportunidad especulativa en tecnología se mantiene para los más osados, mientras que otros buscarán instrumentos derivados para aprovechar el último impulso de la burbuja. Será una jugada destinada a cubrir sus pérdidas, en caso de que la burbuja colapse.