CAMILO DÍAZ

Sin ruta y sin seda

Erróneamente Colombia se está marginando de la iniciativa de la nueva ruta de la seda lanzada por China para integrar el comercio mundial, eso a pesar de hacer parte de la Alianza del Pacífico.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
20 de julio de 2019

Mientras Chile, Perú y México han firmado memorandos de entendimiento con China para integrar sus economías con la segunda economía mundial, y Brasil por su parte ya lleva varios años de relaciones comerciales, equivocadamente Colombia se ha mostrado desinteresada por profundizar los lazos comerciales con la que pronto se convertirá en la economía más grande del planeta, desplazando a Estados Unidos en volumen de producción. 

Las cifras hablan por sí solas, el PIB de China asciende a US$13 trillones y el de Estados Unidos llega a US$19,4; sin embargo, el crecimiento chino viaja a tasas de expansión del 7% en promedio los últimos diez años, mientras que la expansión americana se mantiene en el orden del 3% anual, con la debilidad de cargar un pesado déficit en sus transacciones con el resto del mundo y una población que envejece.

Desde 2013 China en cabeza del Presidente Xi Jinping lanzó la iniciativa Belt and Road BRI que no es otra cosa que reconstruir la antigua ruta de la seda, que siglos atrás facilitó el comercio entre China y Europa a través del paso por Asia Central, el Medio Oriente y el Norte de África. El objetivo de la BRI no es solo ser una ruta de comercio, se trata de promover la integración en infraestructura, servicios financieros, y como no, económica entre todas las naciones involucradas en la iniciativa. 

Así como es ambiciosa, porque busca ejecutar inversiones por US$3,3 trillones de dólares, también es enorme el potencial: los países involucrados producen más el 70% del PIB mundial, controlan el 75% de las fuentes de energía, y son el hogar de cerca del 70% de la población del planeta, y responden por el 14% del comercio internacional. Ignorar una iniciativa de ese calado, donde participan las principales economías de Asia, medio oriente y Europa, es simplemente una falta de visión económica y política, con la conjugación de los costos económicos que eso conlleva. 

Un par de meses atrás varios países latinoamericanos entre ellos Chile, Perú y México, que son nuestros socios en la Alianza del Pacífico, firmaron memorandos de entendimiento para integrarse a la iniciativa, y a su vez, desarrollar de manera conjunta inversiones en infraestructura, ampliar los lazos comerciales, y buscar mayor integración económica con China. Una de las vías para incrementar la integración económica es la inversión de empresas chinas en los principales sectores de la economía donde se destacan los sectores de infraestructura y minero. 

Colombia que tienen cuantiosas necesidades de inversión en infraestructura, como el desarrollo de puertos sobre el Pacífico, no debe perder esta oportunidad para integrarse con Asia, que además es la región que mejor desempeño económico tiene con tasas de expansión mayores al 6%, en contraste con Europa y Estados Unidos que crecen al 1,5% y 3% respectivamente. En ese sentido el país no debe marginarse de participar en esa integración, por el contrario, debe desplegar una estrategia para atraer las inversiones en infraestructura que se estan llevando a cabo, lo que contribuirá a solucionar parte de los $15 billones de inversión que se requieren para completar los corredores de comercio exterior, que están pendientes de finalizar por falta de financiamiento. 

Así mismo es importante integrarse a las cadenas de valor con Asia, las oportunidades van más allá de la inversión en infraestructura y el interés por recursos no renovables. La industria China tiene una importante capacidad instalada excedentaria y de inversión que requerirá nuevos lugares para localizarse. Por ejemplo, mientras Colombia perdió frente a México la puja para ser un cluster de la industria automotriz, ahora vuelve haber una oportunidad, puesto que los constructores chinos todavía no han localizado fábricas en Lationamerica. Hay que darse cuenta que fabricantes como BYD y Geely, que es la dueña de Volvo, Lotus, London Taxi, y mayor accionista de Mercedez Benz buscarán localizarse en el continente. 

En lugar de mirar con desconfianza el liderazgo que vienen desplegando China para integrar e integrarse al mundo, es momento de pensar en la diversificación de las fuentes de inversión extranjera, de mercados para las exportaciones, de socios políticos a nivel global, y de cooperación para transferencia tecnológica, con el fin de reducir paulatinamente la dependencia hacia Estados Unidos y Europa como destinos y fuentes tradicionales de exportaciones e inversión.