CLAUDIA VARELA

Marcelo el del scooter

No logro encajar me dijo Marcelo en nuestra última conversación hace diez años.

Claudia Varela, Claudia Varela
16 de junio de 2019

Él estaba trabajando en una empresa multinacional de consumo donde no paraba 24 horas al dia. Le iba bien porque era muy bueno y tenía ese “punch” comercial que hacía que los resultados siempre llegaran.

Dejé de verlo por mucho tiempo. Veía en redes que su carrera era ascendente. Se veía feliz y con esposa, hijos, viajes, y premios. Pensé que finalmente Marcelo había encajado en este mundo corporativo que tanto le fastidiaba cuando empezó su carrera.

Me llamó hace poco para tomarnos un café. Quería empezar un proceso de mentoring conmigo, me pareció emocionante verlo de nuevo, aunque en principio no entendí que podía querer si se veía tan bien en la foto de linkedin.

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Marcelo se veía cansado. Estaba delgado, joven y con la misma sonrisa buena onda. Un poco más de canas. Se sentó en la mesa y después de contarme un breve resumen ejecutivo de su vida, sus dos nuevos hijos, su esposa amorosa pero exhausta de cuidar hijos sola y su nueva casa en Chia, me afirmó con cara de aflicción …creo que soy dependiente.

Me lancé y le pregunté con toda la empatía que pude, ¿a que eres dependiente Marcelo? Me respondió, a varias cosas, a mi sueldo fijo, a la oficina en buen sitio, al café gratis, a los e-mails con reconocimiento, a los logros, incluso a las conversaciones que se supone son inteligentes. Soy adicto me dijo. Nunca he querido pertenecer a esto, pero me quedé, me fue bien y ahora ya no sé cómo salir.

Marcelo se sentía atrapado hacía años, pero no había sido capaz de tomar decisiones. Hablamos mucho, pero yo he vivido experiencias similares propias y a través de varios de mis mentees así que entendí perfectamente lo que él sentía.

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Tenemos una crisis de dependencia salarial. Quizás antes estaba mejor visto que la gente trabajara en sitios donde no quería por que debía mantener su imagen de estabilidad y compromiso con organizaciones. Ahora los sueños individuales valen mucho y por ende la presión entre lo que quiero, lo que hago y lo que necesito para vivir genera un espiral de ansiedad.

Al final necesitamos menos de lo que creemos para ser felices y vivir con más paz. Nunca es tarde para definir si encajas o no. A veces la vida nos pone en una carrera que no nos permite ver lo importante y terminamos viviendo la vida de otros.

Quedarse sin empleo por decisión propia o ajena no es para nada una maldición. De hecho, es una hermosa forma de replantear la vida, de reinventar los sueños, de entender y valorar la gente que de verdad te quiere.

Marcelo estaba asustado. Tenía miedo de que su “costumbre” que él llamaba adicción no le permitiera rodar en el mundo y fracasara. Seguimos trabajando con él en el concepto del éxito y fracaso porque al final lo más relevante es hacer lo que consideras adecuado para ti y los que amas. La plata llega; siempre llegará, pero volar en piloto automático puede ser tremendamente peligroso si te quedas dormido.

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Tener empleo no quiere decir trabajar para otros. No quiere decir tener jefe y colegas lindos y antipáticos que te ven como competencia. Tú puedes ser el generador de tus propios recursos y qué bueno saber que se trabaja por lo propio.

Hay que dejar la dependencia al sueldo fijo e incomodarse. Obviamente hay personas que navegan muy bien el tema de las empresas, les gusta el mundo de jerarquías, discursos y burocracias. Eso da buen sueldo y una vida tranquila. Si les gusta, les gusta y está bien también.

Pero si hablamos de gente que sueña, que quiere salir de la caja, que quiere proponer cosas distintas y saber a qué sabe un helado un martes a las 3.30 p.m, es mejor que encuentre su centro y busque proyectos paralelos, encuentre la forma de producir y ser feliz.

Marcelo ya aprende a vivir con menos, está dejando su dependencia al cubículo y lo veo feliz en un scooter buscando nuevas citas en Starbucks. Alla espero verme pronto de nuevo con Marcelo. No busques excusas. Salta cuando quieras que solo tú sabes qué tan largo es ese brinco.

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