JULIO ANDRÉS ROZO

Los colombianos podrían conservar la Amazonia si la conocieran

El embrujo de la manigua no es cuento chino, existe. Esa expresión era desconocida en mi vocabulario hasta hace tan solo un par de meses.

Julio Andrés Rozo Grisales, Julio Andrés Rozo Grisales
10 de octubre de 2019

Fui a Caquetá por primera vez hace dos años y algo que no había sentido en alguna otra región de Colombia, quedó incrustado en mi mente. Los lugareños tienen el dicho que a todo quien viene de afuera “lo atrapa la manigua”. Creía que era una mujer mitológica y terminé descubriendo que era la fuerza de la selva.

La Amazonia era inédita para mí, tanto como lo es para millones de colombianos. Recientemente las imágenes sobre los incendios en la selvas brasileñas y bolivianas alarmaron al planeta entero. Casi 3 millones de hectáreas desaparecieron, tamaño más, tamaño menos, casi 35 Bogotás devastadas. Esas imágenes dolieron. En especial, a aquellos a los que nos atrapó la manigua.

El desconocimiento sobre la geografía, la historia, la riqueza, los retos y las oportunidades para proteger nuestra selva, son desconocidas para la totalidad de nuestra población. Algo similar le sucede a nuestros mares y océanos, por ejemplo. Me incluyo en el cardumen de ignorantes, a pesar de que cuasi-vivo en Caquetá. ¿Por qué razón tenemos y mantenemos tan vergonzoso nivel de ignorancia? La respuesta me la dio una hija de la manigua: “Porque Colombia siempre le ha dado la espalda a esta región, casi el 65 % de su territorio”.

Camilo Torres fue el primer centralista del país en épocas de la independencia. Su pensamiento predominó y es evidente en el presente. ¿De ser un país centralista, de gobiernos centralistas y de sociedades centralistas, permitiríamos que la deforestación avanzara tanto como ha avanzado? Creo que no.

Nos jactamos de ser el país megabiodiverso del mundo, pero quedamos corchados al tratar de mencionar al menos 10 especies endémicas del país. La ignorancia es atrevida y con ella la desidia para hacer algo para combatirla.

No se puede querer lo que no se valora, y no se valora aquello que no se conoce. Colombiano/a empiece por casa, búsquese un buen libro sobre la Amazonia, diviértase con una película  -que hay muchas- sobre nuestra selva, o la más fácil y divertida, despéguese de la ciudad y visite la región. Déjese atrapar por el embrujo de la manigua.