JUAN CARLOS SANCLEMENTE-TÉLLEZ

“Auto-motivarse” para iniciar el año

Tener objetivos en cualquier actividad es muy importante pero hay que estar motivados para ejecutarlos. ¿Cómo hacerlo individualmente cuando otros no nos colaboran en este significativo empeño?

Juan Carlos Sanclemente Téllez, Juan Carlos Sanclemente Téllez
12 de enero de 2019

Iniciar un nuevo periodo como lo es un año calendario implica estar ampliamente estimulados para sacar adelante todos nuestros proyectos en las distintas actividades que llevamos a cabo bien sea que las desarrollemos como empleados, empresarios o especialmente en nuestras vidas personales.

Disponer de “automotivación”, lo cual no es nada fácil, puede representar la gran diferencia entre grandes realizadores y aquellos que simplemente cumplen con su labor o tratan sencillamente de salir adelante en sus proyectos individuales.

Puede pensarse incluso que en muchas ocasiones las personas experimentamos una aversión natural al esfuerzo decidido y persistente para realizar las cosas y podemos llegar a pensar en “dejar todo tirado”. La motivación es tan personal que lo que mueve a un individuo puede no hacerlo en el caso de otro y para el mismo tipo de situaciones.

Este tema puede utilizarse en distintos contextos y condiciones: que tengamos por ejemplo una meta personal relacionada con nuestra salud, ahorrar realmente para nuestra pensión, emprender un proyecto individual o en el marco de nuestro trabajo en una empresa, etc. En algunas circunstancias hemos fallado en obtener todo esto posiblemente debido a la dilación o a la falta de compromiso y no hallamos estrategias sencillas pero efectivas para poderlas llevar a feliz término.

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Siempre es reconfortante escuchar y atender recomendaciones prácticas y simples en este sentido. Fishbach (2018) nos sugiere algunas de ellas:

1. Hay que plantearse objetivos concretos, no simples quehaceres. No debemos pretender, y sobre todo teniendo en cuenta las “promesas” que nos hacemos a finales de un año, el que nuestros deseos tengan la calidad de metas precisas como tal: “hacer lo mejor”, “rebajar de peso”, “dejar un mal hábito”, “tener mejores relaciones con los colegas”, “lograr nuevas cuentas”, etc. Cualquier fin que nos propongamos debe ser específico, medible, alcanzable y estar vinculado a un plazo de realización. Estas características nos retarán a implementar todas las acciones necesarias.

Por ejemplo, cuando un vendedor tiene claro el número de nuevos clientes puede ciertamente lograrlos, cuando un individuo quiere mejorar su salud, un programa de ejercicio definido puede ser más eficaz que el simple deseo.

2. Un resultado concreto debe, en la medida de lo posible, desencadenar una motivación intrínseca, en lugar de una extrínseca. La primera permite más ganancia, significado y éxito que la segunda. Debemos querer lo que hacemos, verlo como algo esencial e íntimo para nuestra realización como seres humanos, no como una ocupación a cumplir para tener una recompensa.

Permanecer en un puesto solo por la remuneración no es deseable, debemos buscar una labor y un entorno que sean agradables y que realmente disfrutemos cotidianamente. Claro, muchas veces no tenemos el “trabajo soñado” ni el “ambiente ideal”, pero podemos perfectamente concentrarnos en aquellos elementos del mismo que son agradables para nosotros y nos permiten compensar la monotonía de algunas actividades propias de nuestras funciones.

3. Recompensarse periódicamente y de manera efectiva. No premiarnos por la cantidad de tareas completadas o por la rapidez con la que las desarrollamos cuando en realidad nuestra preocupación es la calidad del rendimiento o del desempeño en las mismas. Un vendedor podría verse tentado a maximizar sus ventas en lugar de atender cuidadosamente a sus clientes actuales, tratando de alcanzar cada vez más cuentas que no gozan de un servicio adecuado. Encontrar motivadores externos para el corto y mediano plazo es clave aquí.

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4. Ser progresivos en la obtención de los logros. Para evitar desilusiones y desencantos, dividámoslos en sub-objetivos; miremos cuánto hemos conseguido hasta la mitad de camino; y luego analicemos lo que nos queda por hacer. Un vendedor puede dividir su meta mensual en varias semanales y de esta manera no “estresarse” tanto por la definitiva gozando más bien de todas sus acciones en un periodo inferior de tiempo.

5. Aprovechar la “influencia social”. Dejarse inspirar por aquellas personas que evidencian un alto rendimiento o grandes frutos, mejorar nuestro estado de ánimo brindando consejos a otros y no únicamente solicitándolos y posiblemente obtendremos una perspectiva distinta para nuestras intenciones teniendo igualmente en mente a aquellos que deseamos que tengan éxito.

Puede parecer muy cliché, pero no olvidemos, sea en el campo personal o en el profesional, que “la felicidad no es un resultado o logro específico a conseguir, es el camino que debemos transitar cotidianamente y así obtener lo que queremos”.

Feliz 2019

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