CAMILO DÍAZ

Vendiendo de lo mismo, no ganamos lo mismo

Las exportaciones colombianas continúan concentradas en los mismos productos básicos y en los mismos clientes.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
9 de febrero de 2019

El valor de las exportaciones nacionales mostró el año pasado un crecimiento frente al año 2017 del 10,4% pero ese crecimiento fue explicado por la variación positiva de los precios del petróleo que durante 2018 promediaron US$ 65 por barril para el Brent, que es la referencia para Colombia. Así mismo, fue el petróleo quien respondió por el 52% de las ventas externas totales. Simplemente si al petróleo le va bien nuestras exportaciones mejoran, si no, caen dramáticamente como ocurrió en 2015 y 2016 cuando el valor del Brent se contrajo hasta US$ 30 por barril.

El inconveniente de lo anterior es que Colombia no es un productor importante, tan solo, 865.000 bpd, es decir menos del 1% de la producción mundial que está alrededor de 93 millones bpd. En esa posición no puede influir en los acuerdos de recorte para impulsar los precios, como lo hacen la OPEP y Rusia; y como tan poco es un gran consumidor, las necesidades diarias internas están por los 350.000 bpd, nuestra demanda tiene poco o nulo efecto en los precios.  

Además del crudo, los demás productos de exportación están asociados al sector de materiales básicos, el café, el carbón, el ferroníquel y las esmeraldas responden por otro 25% adicional en exportaciones, a eso hay que sumar el espacio que ocupan las flores y el banano. En total, casi el 80% de las exportaciones son de productos que no tienen más valor que el precio de mercado que es afectado por las cotizaciones internacionales, o por la oferta desde productores con mayor volumen. Por ejemplo, el café tuvo un desempeño positivo en 2016 y 2017 y se hablaba de mini bonanza cafetera, pero está fue momentánea por que el alza de los precios obedeció a problemas con la cosecha en Brasil, que una vez se solucionaron lanzaron los precios a la cotización actual de US$ 1,05 por libra cuando dos años atrás estaban en US$ 1,50.

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No se trata de plantear soluciones utópicas del estilo de acabar la exploración petrolera, de renunciar a la siembra de café, o la explotación de los recursos naturales que están en nuestro subsuelo, de vender Ecopetrol para eliminar la dependencia a los ingresos petroleros, o denunciar y renegociar todos los TLC que ha suscrito el país.

En lugar de salidas inviables, de lo que se trata es de implementar las soluciones viables a los cuellos de botella que enfrenta el aparato productivo nacional y el sector exportador. Aunque ya existe en un Conpes de Política de Transformación Productiva, el documento se quedó en la etapa de diagnóstico y no pasó a la etapa de acción formulando las iniciativas que se deben poner en marcha y la institucionalidad para que funcione. A falta de una dirección de política industrial clara, las exportaciones permanecen concentradas en los mismos productos básicos y en los mismos clientes.   

Estados Unidos responde por el 26% de las compras, mientras la Unión Europea compra otro 12% y aunque China viene ganando espacio como destino de las exportaciones, allá vendemos petróleo crudo que dejó de enviarse a Estados Unidos conforme la producción americana se encuentra en 11 mbpd. De hecho, Estados Unidos levantó desde finales de 2015 las restricciones a la exportación de crudo, y ahora es un exportador neto de 1 mbpd.

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Diversificar la canasta exportadora tanto de productos como de clientes es necesario para diversificar el riesgo de la balanza comercial y reducir la dependencia a determinados sectores, sin embargo, para crear las nuevas condiciones hay que apoyarse en los ingresos que entregan los sectores tradicionales y continuar su impulso mientras se desarrollan nuevas capacidades. También se debe pasar a procesar las materias primas que ahora vendemos, exportar derivados en lugar de crudo, joyas montadas en talleres nacionales en lugar de gemas en bruto, y cafés procesados de diversas calidades en lugar del grano. Los procesados con valor agregado son menos volátiles en sus precios y generan encadenamientos productivos con otros sectores de la economía y son laboratorios dinámicos de desarrollo y aplicación tecnológica.

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