GUSTAVO RIVERO

¿Vuelta a la guerra?

Iván Márquez anunció que vuelve a las armas.

Gustavo Rivero, Gustavo Rivero
13 de septiembre de 2019

En un vídeo de media hora publicado el 29 de agosto, Iván Márquez, el que fuera número dos de las FARC, anunció que volvía a tomar las armas. Con uniforme de combate e imágenes de Simón Bolívar y Manuel Marulanda (fundador de la guerrilla), prometió "luchar por una paz traicionada".

Las imágenes tomadas desde un avión supuestamente mostraban las selvas del este de Colombia, donde el guerrillero dijo que establecería su nueva base, pero el Gobierno cree que el vídeo fue filmado en Venezuela. Márquez no tiene medios por sí mismo para reiniciar la guerra que mató a 220.000 personas y desplazó a siete millones. Puede que la implementación del acuerdo de paz por parte del Gobierno haya sido defectuosa, pero probablemente no es la razón para regresar a la lucha.

El anuncio aumenta el riesgo de riñas fronterizas con Venezuela y polarizará aún más el amargo debate en Colombia sobre el acuerdo de paz. Esto puede dar forma a las elecciones regionales que se celebrarán en octubre.

Márquez, cuyo nombre real es Luciano Marín, puede haber elegido la jungla en lugar de una celda estadounidense. Su sobrino, Marlon Marín, fue arrestado el año pasado junto a Jesús Santrich, acusado de enviar 10.000 kg de cocaína a Estados Unidos después de la firma del acuerdo de paz. Santrich desapareció el 30 de junio cuando Colombia trató de extraditarlo a EE.UU. (y apareció en el vídeo junto a Márquez). Marlon Marín está bajo custodia estadounidense y se cree que ha implicado a Márquez. La mayoría de los líderes de las FARC, que se convirtieron en un partido político y tienen diez curules en el Congreso, condenaron el regreso de Márquez a la guerra.

Es difícil ver a los 10.000 combatientes de las FARC que se desmovilizaron regresar a la selva. Márquez puede esperar aliarse con unos 2000 disidentes que han formado grupos armados que operan en el sur del país, donde se concentran en el tráfico de drogas. Pero el líder disidente más fuerte es Gentil Duarte, un excomandante de nivel medio que considera a Márquez un traidor porque ayudó a negociar el acuerdo de paz.

El viejo guerrillero aún puede hacer daño. "Tiene media docena de comandantes de campo muy experimentados con él", dice un exfuncionario de Defensa que ve un "grave riesgo de terrorismo urbano". Uno de los aliados de Márquez, conocido como el Paisa, organizó el atentado contra el club El Nogal en Bogotá en 2003 matando a 36 personas.

Márquez quiere coordinarse con el ELN. Hugo Chávez era amigable con las guerrillas de Colombia. Maduro, ha ido más allá. El ELN y otros grupos armados han colaborado con bandas de narcotraficantes facilitadas por altos funcionarios del Gobierno venezolano. En abril, según la inteligencia militar colombiana, Márquez se reunió con el ELN en Venezuela.

Duque, que llama a las FARC 2 una "banda de narcoterroristas" albergados por Venezuela, puede verse tentado a atacar sus bases dentro de ese país siguiendo el ejemplo de Uribe en 2008, que bombardeó una base de las FARC justo al otro lado de la frontera con Ecuador. Rafael Correa, entonces presidente de Ecuador, no respondió. Maduro, dictador a cargo de una economía colapsada, no sabemos cómo reaccionaría.

El regreso de Márquez a la batalla dificultará que el Gobierno implemente el acuerdo de paz, vital para aumentar la inversión directa extranjera. Su aparición con armas debilitará aún más el apoyo público a dicho acuerdo. Duque ha tratado de complacer a los escépticos mientras toma medidas respaldadas por los partidarios del acuerdo.

La parte del trato más hostil es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), tribunal que investiga los crímenes de guerra y contra la humanidad. Muchos colombianos consideran que las sentencias que pueden dictar son indulgentes y que sus jueces simpatizan con los acusados. El tribunal pareció confirmar esas sospechas en mayo cuando liberó a Santrich, ya que se enfrentaba a la extradición.

Según The Economist, alrededor de 130 guerrilleros desmovilizados han muerto desde la firma del acuerdo de paz, principalmente por soldados disidentes de las FARC y por milicias paramilitares. Unos 290 activistas también han sido asesinados. Márquez citó esto para justificar su regreso a la violencia (ignorando que algunos de los asesinos son sus posibles aliados). El número de asesinatos en áreas donde los grupos armados aún están activos aumentó en 2018, pero parece haber disminuido este año.