JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

Que la sed de innovar no ciegue la innovación

La innovación requiere esfuerzo y foco, por eso es mejor tener claridad antes de dejarse llevar por las ganas de estar a la moda.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
26 de junio de 2019

La innovación, en ocasiones se convierte en un tema de moda, en una tendencia de la que muchos quieren hacer parte, pero en la que pocos tienen claridad sobre el objetivo. ¿Será que nuestra obsesión por innovar nos está haciendo perder el rumbo? En mi experiencia he tenido la oportunidad de conocer a muchas organizaciones que, con el afán de entrar en esta nueva ola, inician una gran búsqueda de ideas y a ejecutar proyectos sin analizar su enfoque. Así, a mitad de camino se encuentran con gerentes frustrados porque sus esfuerzos no están alineados con la estrategia y sí hacen perder el foco y la energía. 

Pero yo me pregunto: ¿De qué vale cumplir con la tarea de crear nuevas ideas, si en el camino se están generando frustraciones e incluso resistencias frente a la implementación de los nuevos proyectos? Por eso es que muchos sienten cierto escozor por participar de los programas de innovación, o incluso se abstienen de hacerlo, pues al inicio se prometen muchas cosas, pero al no canalizarse la motivación y al no ver resultados, la desmotivación y resistencia se hacen evidente. Entonces, como regla, vale la pena tener presente que cualquier historia negativa de cambio por la que haya atravesado una organización, se convierte en el principal factor de resistencia de los cambios venideros. 

Le puede interesar: Transformación digital: aprenda a surfear la ola

¿Cómo evitar entonces morir en el intento? Lo primero es entender que la innovación debe ser un apalancador de la estrategia corporativa, por eso, los proyectos y actividades que se realicen deben tener como propósito la consecución de objetivos de esta. Por tal motivo, es muy útil contar con un proceso o metodología de gestión de portafolio de innovación que permita tomar decisiones inteligentes sobre la asignación de recursos. 

Además, es importante que los colaboradores se encuentren sensibilizados sobre estos esfuerzos y que sean conscientes sobre las razones por las que está innovando la empresa. Lo anterior no quiere decir que todas las personas deban participar de los procesos de innovación, pero si entender su importancia para que luego no se conviertan en potenciales bloqueos de la implementación de las iniciativas. Una buena forma de lograr un balance es involucrar a todos en los procesos de búsqueda de oportunidades, pero solo unos pocos a los procesos de materialización e implementación de las mismas. 

Le sugerimos: La tercera edad son los nuevos 30

Por otro lado, la innovación no puede ser un esfuerzo exclusivo de las áreas de planeación o de gestión humana, pues si no se involucra una gran diversidad de actores en los procesos, lo más seguro es que, o estos no puedan desarrollarse con oportunidad, o que las soluciones implementadas no sean lo suficientemente viables y factibles para asegurar su éxito. 

Finalmente, tenga claro cuál es el proceso que debe atravesar una oportunidad para poderse tangibilizar y decida hasta dónde está dispuesto a apostarle y tomar riesgos, pues aunque todo tenga sentido desde el papel, los continuos procesos de validación e iteración pueden hacer que se tenga que cambiar de dirección más de una vez, y si no se está preparado para asumir dicha incertidumbre, todo el esfuerzo no será más que un vago recuerdo.