CAMILO DÍAZ

Profundizar el acceso a la bolsa de valores

El crecimiento de las empresas demanda importantes recursos de inversión y esos recursos están más allá del crédito bancario tradicional.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
21 de abril de 2018

Mientras el mercado accionario local ha venido perdiendo emisores, puesto que varias empresas han retirado sus acciones de la bolsa o van camino de hacerlo como Isagén, Gas Natural y Valorem, el dinero disponible para la inversión en el mercado financiero viene creciendo. Los fondos de pensiones están administrando cerca de $254 billones, mientras que los fondos de inversión colectiva o FIC´s administrados por las fiduciarias y las comisionistas de bolsa en conjunto cuentan con cerca de $60 billones, la mayoría de todos los recursos están invertidos en TES emitidos por el gobierno nacional y acciones de las empresas tradicionales.

En ausencia de nuevos emisores nacionales está ganando más espacio en los portafolios la inversión en fondos de capital privado y la compra de activos extranjeros, tanto bonos como acciones. Los fondos de pensiones han sido los principales compradores de activos financieros en el exterior y por ese mismo camino los mayores demandantes de dólares, algo que hasta hace unas semanas contribuyó a mantener el tipo de cambo arriba de $2.800 pesos por dólar.

Que existan pocos emisores locales hace que los inversionistas más grandes, como los FIC´s y fondos de pensiones, tengan que buscar otros activos por fuera del mercado local, exponiéndose al riesgo de tipo de cambio y al riesgo de los mercados internacionales. Mientras los fondos administrados crecen constantemente – las AFP reciben cerca de 500.000 millones mensuales adicionales – la regulación impide que se sobre expongan a un mismo emisor o que compren más del 30% de una misma emisión de deuda privada, entonces la salida es tratar de diversificar invirtiendo en emisores extranjeros.

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A su vez la regulación induce a un sesgo por activos con altas calificaciones de crédito o de bajo riesgo, la mayoría de fondos tienen en sus reglamentos invertir en activos calificados mínimo con A+ o en acciones de empresas en etapas maduras, y con flujos de caja estables. Ambas cosas contradicen la realidad de las empresas colombianas, donde la gran mayoría son pymes y sus indicadores financieros, si bien no las clasifican como libres de riesgo, sí les permiten obtener calificaciones en BBB o BB con lo cual pueden compensar el riesgo ofreciendo una mayor rentabilidad en sus emisiones de deuda.

Aunque en 2014 el decreto 1019 reglamentó el segundo mercado para facilitar el acceso al mercado de capitales, hasta ahora solo ha habido un par de emisiones de entidades financieras y han contado con la garantía de la banca multilateral, un reflejo de que todavía no despega y de que las empresas del sector real enfrentan obstáculos para financiarse en bolsa emitiendo bonos o acciones. Por otro lado, los inversionistas institucionales prefieren las emisiones más grandes, que emisiones “pequeñas” de menos de $80.000 millones porque el esfuerzo de analizar y administrar es el mismo.

La solución a esos obstáculos pasa fundamentalmente por la regulación, que ha dado pasos en la dirección correcta reglamentando el segundo mercado, pero se necesita flexibilizar un poco el régimen de inversión de los fondos de pensiones, las aseguradoras y los FIC´s, para que las acciones o bonos del segundo mercado no sean clasificados como inversiones restringidas, así las emisiones de deuda que salen sin calificación de acuerdo a los términos del segundo mercado, pueden encontrar demandantes creándose así un mercado secundario con liquidez para ese tipo de activos.

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Es muy importante el trabajo de la Bolsa de Valores y la Superfinanciera, con posibles nuevos emisores y con los inversionistas institucionales, para que estructuren productos que admitan deuda o acciones de empresas más diversas, que pueden compensar con más rentabilidad el aparente mayor riesgo que representan, así como buscar la forma de que las emisiones de bonos de las medianas empresas sean garantizadas con colaterales como sus activos inmobiliarios. Definitivamente se debe procurar que el ahorro local financie el crecimiento de las empresas nacionales, eso no implica concentrar riesgos en pocos agentes, ni rechazar la rentabilidad de los activos extranjeros, se trata es de abrir la puerta a que nuevas empresas se beneficien de las ventajas de financiarse en bolsa, en lugar de recurrir constantemente al crédito tradicional.