MIGUEL ÁNGEL HERRERA

Presidente, alcaldesa: ¡Pónganse de acuerdo!

La ingobernabilidad en Bogotá aumenta por cuenta de la confrontación política de la alcaldesa con el presidente de la República, afectando la determinación de los diferentes sectores y actores para avanzar en la recuperación que requiere la capital.

Miguel Ángel Herrera, Miguel Ángel Herrera
2 de julio de 2020

Mientras Duque moviliza el compromiso del Gobierno nacional para apoyar la ciudad y se resiste a la posibilidad de detener la reactivación económica, Claudia amenaza con cerrarla.

La alcaldesa grita públicamente que el presidente no cumple sus promesas, queriendo responsabilizarlo del inminente caos sanitario que Bogotá va a vivir, pero habla poco del creciente desempleo, de la evidente inseguridad a pequeña y gran escala, de la parálisis de las obras públicas, de las condiciones indignas de movilidad en transporte público, de la desconexión productiva de Bogotá con los municipios de la Sabana, de la quiebra de miles de pymes, de los centenares de locales desocupados en calles y centros comerciales, y de las múltiples controversias entre propietarios y arrendatarios, entre muchos otros problemas de la ciudad por la pandemia.

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Claudia se parece cada vez más a Petro, su principal antagonista, por varias razones: pretende, en primer lugar, afianzar su capital electoral mediante la confrontación política (¡No necesariamente ideológica!) con el Gobierno nacional; es dogmática (la vida o la economía, proclama); es incapaz de generar consensos con los sectores productivos; es incoherente (cierra el comercio, pero permite las protestas en plena pandemia), y no tiene visión de mediano y largo plazo para la ciudad (¿alguien sabe cuáles proyectos de infraestructura pública realizará Claudia en los próximos meses?).

¡Pobre Bogotá! No le espera sino incertidumbre, porque Claudia seguirá siendo la misma, pese a la gallarda posición del Gobierno nacional de hacer todo lo posible por ayudar a la capital. Acierta Duque al enviar al ministro de Salud (pacífico y resiliente) a trabajar en equipo con la alcaldesa por la ciudad, dejando así en evidencia que para pelear se necesitan dos y no hay tal en este caso. La alcaldesa ya recibió los ventiladores que tanto reclamaba para las UCI y retiró al menos por ahora su bravucona amenaza del confinamiento estricto generalizado.

¿Por qué Claudia, pese a su aparente talante político moderno (se graduó como doctora en Políticas Públicas en 2019) y su férrea oposición al dogmático Petro, no acude al diálogo de alto nivel con el Gobierno nacional? ¿O al consenso en el interior de su partido (¿tiene partido?)? ¿O a acuerdos programáticos al menos en tiempos de pandemia? ¿O a una mejor articulación de la Alcaldía con el Concejo? ¿O a alianzas con los sectores productivos?

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La ciudad necesita una agenda de gobernabilidad que vaya más allá de la pandemia, para lo cual es imprescindible el apoyo del Gobierno nacional y de los sectores productivos. Ahora más que nunca, por la escasez de recursos públicos, la Alcaldía requiere aliados para avanzar en los proyectos estructurales que prometió Claudia en campaña. La ampliación de la red de Transmilenio, por ejemplo, en tiempos de reactivación económica, exigirá el apoyo de aliados con músculo financiero, porque el sistema va a quedar ilíquido tras la obligada reducción de pasajeros por la pandemia. Y la recuperación de la seguridad ciudadana, otro ejemplo, no será posible sin la articulación del Distrito con la Nación y los sectores productivos.

Pero la alcaldesa no quiere entenderlo, porque la politización de la pandemia la ha catapultado con un arrasador 80% de favorabilidad, que pocos mandatarios han alcanzado en su primer año de Gobierno. Por ello, es el Gobierno nacional el que debería replantear su relación con la alcaldesa. Es noble y loable que el presidente y el Ministro de Salud hayan conjurado la última pataleta de Claudia, llevando ventiladores a las UCI. Pero no es sostenible la relación del Distrito con la Nación a punta de amenazas y contraprestaciones.

Recordemos que aún no llegamos al pico grande de la pandemia y que tendremos varios picos epidemiológicos sucesivos que llevarán a Claudia, nuevamente, a acudir al pánico como mecanismo de presión para mostrar su liderazgo sobre el Gobierno nacional. Volverá a plantear confinamientos estrictos y revivirá la dicotomía "vida o economía". ¿Y Duque enviará de nuevo ventiladores, pruebas y equipos a los hospitales para calmar a la caudillesca alcaldesa?

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Lo deseable es que desarrollen una agenda conjunta de corto y mediano plazo para la Bogotá pandémica y pospandémica, mediante algún tipo de órgano político (no técnico, porque ya existe un Consejo Asesor Técnico del Ministerio de Salud con participación del Distrito), que establezca prioridades, concilie diferencias y genere consensos políticos. O por lo menos que establezca unos mínimos acuerdos para manejar públicamente las diferencias. Los ciudadanos y los sectores productivos de la capital necesitan un solo liderazgo para avanzar decididamente en la recuperación de la ciudad, porque de lo contrario terminaremos en el peor de los escenarios: llenos de casos covid, pobres, inseguros, endeudados y sin proyectos de desarrollo socioeconómico de mediano y largo plazo.