MIGUEL ÁNGEL HERRERA

¿Y nuestra agenda internacional?

No vemos en el presidente una agenda internacional, como sí es evidente en otros frentes, más allá del manejo de asuntos fronterizos de coyuntura con Venezuela, particularmente.

Miguel Ángel Herrera, Miguel Ángel Herrera
11 de junio de 2020

La pandemia nos ha concentrado en los asuntos internos durante estos tres meses de estados de excepción y emergencia sanitaria, convirtiendo en prioridades estratégicas la salud pública, el empleo y la gestión de las finanzas públicas, pero dejando de lado la gestión de los asuntos internacionales en los que Colombia venía avanzando a paso firme. Es hora de que el presidente Duque active la agenda internacional, porque sin ella la reactivación económica será más lenta.

Y, además, recordemos que al igual que en salud y trabajo, los asuntos internacionales estrenaron ministra comenzando la pandemia. Con una diferencia: en las dos primeras carteras, los actuales ministros han demostrado liderazgo frente al país para bien o para mal—, mientras que la canciller aún no pareciera haberse posesionado. ¿Alguien sabe qué hace Claudia Blum?

Varios congresistas han venido levantando la mano para alertar al país sobre la importancia de que el Gobierno nacional tenga una agenda internacional clara y eficaz como parte de la estrategia para enfrentar la crisis. Algunos, exageradamente, han propuesto moción de censura y otros han criticado la ineficacia de la funcionaria por cuenta de sus conflictos de interés. Lo cierto es que no vemos en el presidente una agenda internacional, como sí es evidente en otros frentes, más allá del manejo de asuntos fronterizos de coyuntura con Venezuela, particularmente.

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Pero el tema de los conflictos de interés declarados por la canciller, de forma honesta y oportuna, viene pasando factura a medida que avanza la gestión de la crisis por parte del Gobierno nacional. Son muchos los decretos legislativos, durante los dos estados de excepción que hemos tenido, que la jefe de los asuntos internacionales no ha podido firmar en relación con sectores de vital importancia como lo son el minero energético, el eléctrico, el de vivienda, el agropecuario, el hotelero, el farmacéutico y el de los servicios públicos domiciliarios. ¡No es poca cosa!

La canciller ha tenido que salir a explicar en qué invierte su tiempo (¡eso ya es de por sí preocupante!): en asistir a los colombianos en el exterior afectados por la crisis, en la búsqueda de cooperación de otros países para apoyar nuestra respuesta en salud y en atender a la población fronteriza más amenazada por la pandemia.

En ninguno de estos tres frentes hemos visto su liderazgo público, pero esperamos que los grupos directamente implicados en estas problemáticas sí hayan sentido la gestión eficaz de nuestra canciller. Pero, además de esas prioridades de coyuntura pura, necesitamos ahora una agenda de asuntos internacionales hacia adelante, que acompañe la reactivación económica, porque sin confianza de la comunidad internacional nos va a costar mucho la recuperación socioeconómica.

Es una realidad que la pandemia global ha debilitado las estructuras de gobierno multilateral y plurinacional. La reacción general a nivel global ha sido mayoritariamente individual y poco colaborativa. Poco hemos sabido de la Alianza del Pacífico, Mercosur o incluso de la Ocde, en tiempos de covid-19. La posibilidad de seguir contando con mercados a los que podamos exportar nuestros productos y servicios, con el apoyo de los organismos multilaterales, tiene ahora una mayor relevancia; así mismo, cobra importancia la necesidad de desarrollar acciones en materia de política exterior que permitan la importación de insumos vitales para el funcionamiento de los diferentes sectores productivos del país.

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Por tanto, en tiempos de nacionalismo proteccionista, una de las prioridades debería ser la armonización regional para minimizar la disrupción en las cadenas de suministro, hemisféricas y globales. Requerimos una Cancillería con agenda compartida con el Ministerio de Comercio, para coordinar organizaciones internacionales en búsqueda de políticas de acceso y movimiento comercial. Necesitamos asegurar los flujos de comercio e inversión mediante la eliminación de las barreras que hoy muchos países están imponiendo. El diálogo diplomático en este escenario es fundamental para abrirle el camino a los acuerdos comerciales.

Las plataformas de integración regional con nuestros vecinos latinoamericanos, para implementar políticas conjuntas de desarrollo económico en el actual escenario, son más importantes que antes, porque los países desarrollados tenderán a mirar más hacia adentro y aumentar el proteccionismo. Para ello se requiere una visión política sostenida, liderada por nuestro presidente y nuestra canciller, aprovechando el reconocimiento de la comunidad internacional a Colombia por el buen manejo de la pandemia.

Además de la gestión internacional que debe adelantar Colombia para mitigar la escasez de recursos internos, que afecta nuestro desarrollo económico, también es momento de que la Cancillería abra caminos diplomáticos para necesidades que debemos abordar sin aplazamientos, como la cooperación técnica, es decir, la asistencia no monetaria, en temas de innovación, educación e investigación científica, cuyo financiamiento nacional se verá desde luego afectado.

¡Muchos frentes aún por atender, señora canciller!