ÁNGEL PÉREZ

“La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”

El título de esta columna es el reconocimiento del pedagogo Paulo Freire al impacto que tiene la profesión del maestro, la educación, en el desarrollo del ser humano, en el conjunto de la sociedad y en el cuidado de la tierra.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
20 de mayo de 2019

La educación en esencia ayuda a formar buenos seres humanos y estos deberían contribuir a cambiar al mundo, sin violencia, con el conocimiento. El sueño y la esperanza de un mundo mejor es esencial en quien educa.   

La semana pasada, celebramos el día del maestro en Colombia, por fortuna, aún desde el presidente para abajo se destaca la labor de los maestros en su día. Sin embargo, el reconocimiento social y profesional a los maestros y a su difícil labor debería ser mayor, no solo en el mes de mayo. En parte las celebraciones se justifican si estas tienen el propósito de valorizar y de llenar de respetabilidad la profesión del maestro, del educador, en la sociedad. La escuela no es una guardería, es un centro de conocimientos, donde se desarrollan capacidades para pensar de manera crítica, comunicar y convivir; esta labor demanda a los docentes grandes retos en formación, manejo de emociones y sensibilidad humana.

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Para los docentes de la educación básica y media en Colombia existen retos adicionales. Por ejemplo, conozco muchos docentes que tienen miedo, no saben cómo enfrentar los odios de la sociedad colombiana. Preguntémonos: en un país dividido, donde los adultos no somos ejemplo de tolerancia y de lenguajes asertivos, ¿cómo le pedimos a los docentes razonar, comunicar y reflexionar con sus estudiantes y padres de familia en torno a la convivencia, la democracia, la participación y la paz?. El profesor Michael Sandel sostiene que “vivimos en una época muy polarizada donde hay muy poca base para una política del bien común, la gente solo escucha opiniones que refuerzan lo que ya creen”.

Máxime si el maestro debe utilizar el conocimiento de manera crítica para: caracterizar el entorno en el que vive el estudiante, promover la paz contra la violencia, buscar justicia social contra la discriminación, exigir legalidad contra la corrupción, entre otras contradicciones. El magisterio en Colombia conoce que por pensar y opinar en los últimos años han sido asesinados más de 1.100 docentes y otros han sido amenazados u obligados a desplazarse de un día para otro, bajo pena de muerte.

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Julián de Zubiría sostiene que: “Para comprender la complejidad del trabajo de un profesor, les pido invitar mañana a 40 niños. Luego, deben jugar, evaluarlos, descubrir talentos y debilidades, hablar con padres y enseñarles a pensar, convivir y resolver conflictos; y hacerlo todos los días”.

De acuerdo con De Zubiría, este proceso en condiciones normales es complejo, pero propongo agregar circunstancias que hoy son corrientes en el trabajo de un maestro en la educación pública: aulas con niños desplazados colombianos y/o venezolanos; maestros que deben recibir niños en cualquier época del año, porque sus padres viven en arriendo y obligan a sus hijos a ir de colegio en colegio, cada vez que se trasladan de vivienda o trabajo; y aulas con uno o más niños que sufren de algún tipo de discapacidad. Así mismo, a los maestros les pedimos que en el aula integren a los niños, que no discriminen a ninguno y que los amen, que les enseñen a trabajar en grupo, que busquen su felicidad y que se preocupen por aquellos que no aprenden al mismo ritmo de los demás.   

Agreguemos, los retos que tiene un buen docente en términos de preparar su trabajo en aula, para lograr los propósitos de su curso o área del conocimiento en la que realiza su labor. Menciono algunos: contar con un proyecto pedagógico, desarrollar un currículo y un proceso didáctico innovativo, además de un sistema de evaluación para valorar y mejorar los procesos de aprendizaje de sus estudiantes.

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El trabajo de un buen docente se puede complicar aún más, si incluimos discusiones como las que plantea Habermas sobre la acción comunicativa, que es una herramienta esencial al trabajo de los docentes, él sostiene que  "en la praxis comunicativa cotidiana han de imbricarse interpretaciones cognitivas, esperanzas morales, expresiones y valoraciones. Los procesos de entendimiento del mundo vital precisan de una tradición cultural en toda la amplitud de su horizonte y no solamente de las bendiciones de la ciencia y de la técnica”.

Es justo reconocer que en Colombia existen cientos de ejemplos de docentes que piensan, preparan y actúan en función de sus estudiantes, del aprendizaje de ellos y enfrentan con éxito entornos adversos a la educación. Maestros que logran consolidar y compartir en el aula una visión diferente a la condición de vida de sus estudiantes, ellos son ejemplo y logran incidir para cambiar, para que sus estudiantes sean buenos seres humanos.

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En este contexto, sigue vigente la reflexión y el razonamiento crítico que nos propone Freire, sobre el rol de los maestros, de concebir una educación que forme seres humanos para cambiar el mundo. A pesar de que el mundo se inclina a las verdades absolutas, a quienes destruyen el medio ambiente e incentivan al odio y a la guerra. Los maestros están al lado de los estudiantes, en muchos casos, son ellos quienes más disfrutan de sus triunfos y a la vez a quienes más les duelen sus fracasos. El mundo seguirá cambiando mientras existan maestros que desarrollen capacidades en sus estudiantes, que les permitan estudiar y conocer su entorno, pensar de manera crítica y actuar para ser mejores seres humanos y para proteger la tierra. Gran honor ser maestro, enorme responsabilidad.