GUILLERMO VALENCIA

Dólar fuerte, el síntoma de un cambio global

Las guerras comerciales de EE. UU. y China son en realidad una demostración de que la globalización se transforma. La Unión Europea será el próximo campo de batalla de ese pulso.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
21 de mayo de 2019

El alza del dólar ha tomado por sorpresa a los mercados y contrario a lo que algunos creen, no es un tema exclusivo de Colombia. Este aumento de precio ha causado la depreciación del peso colombiano, el real brasileño, el won coreano y el yuan chino. El estado actual de estas cuatro monedas indica que los dólares escasean en los mercados emergentes.

Mientras esto ocurre, los ecos de la guerra comercial entre EE. UU. y China se han tomado por completo la agenda. Sin embargo, esta solo es una escena de una película mucho más grande. No nos deja ver un fuerte cambio en la globalización.

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Quienes han seguido con atención nuestras columnas recordarán que hemos hablado del irreversible cambio de la globalización. Sus consecuencias se aprecian en este reciente aumento del dólar, la llegada al poder del populismo a la eurozona y a otros países que se precian de tener instituciones democráticas fuertes, como EE. UU.

Hoy tenemos unas zonas de libre comercio en extinción y la guerra comercial de Trump nos ha develado que China es un rival digno de EE. UU. Sin duda, el de Xi Jinping es un país que está dejando de ser la fábrica de manufacturas baratas del mundo, para adoptar la inteligencia artificial y competir directamente con los gigantes Silicon Valley. Prueba de esto es que Facebook le apunta a replicar en Instagram y WhatsApp los éxitos que WeChat ha cosechado a partir de las características del mercado chino.

La metamorfosis de la globalización

El último bastión de la globalización es la eurozona y el sinsalida del brexit nos demostró que sus murallas están perforadas. Las elecciones europarlamentarias que se acercan nos pueden mostrar que el movimiento antiglobalización es mucho más fuerte de lo que se creía. El poder de este pulso se ve en la insatisfacción de los italianos, húngaros y polacos con las decisiones que se toman desde Bruselas. Sin duda, su descontento se manifestará en las urnas.

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De continuar este escenario, el dólar será mucho más fuerte de lo que analistas y bancos centrales ponderan para el cierre de este año. El aumento constante del dólar pronto le permitirá alcanzar al euro, y con ello la divisa de la eurozona se sumará al club de las frágiles monedas emergentes.

¿Qué tan lejos estamos de una equivalencia entre el dólar y el euro, como la ocurrida en el año 2000? Basta ver la gráfica que registra la devaluación que ha sufrido este último desde 2018.

Las consecuencias de esta paridad definirán el rumbo de muchos países emergentes porque tendría un impacto en su deuda corporativa, industria automotriz y de semiconductores.

Sin embargo, lo peor será para los bolsillos de más de 2.000 millones de personas que viven en países sin moneda de reserva, es decir, que no ganan en dolares o euros. Para ellos, viajar o comprar productos importados será mucho más caro porque su capacidad adquisitiva se verá reducida.

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Hay que preguntarnos: ¿Cómo manejarán los gobiernos este descontento social? ¿Qué capacidad de respuesta tendrán cuando deberán jugar en el campo minado de las guerras comerciales?

El brexit, la llegada de Donald Trump al poder y el auge del populismo parecían pesadillas de la globalización, pero no lo son. El mundo cambió y como en La Metamorfosis de Kafka, la economía está sufriendo un cambio de paradigma, esta vez el protagonista de esta historia es el localismo.