JUAN CARLOS SANCLEMENTE TÉLLEZ

Conectarse con el mundo real

El trabajo de los universitarios debe verse reflejado de manera práctica en las organizaciones de todo tipo y sus proyectos evidenciar un impacto significativo en las mismas.

Juan Carlos Sanclemente Téllez, Juan Carlos Sanclemente Téllez
15 de junio de 2019

Es un hecho, el aprendizaje orientado a las necesidades del mercado y de la economía en general en la educación superior incrementa el valor de los currículos y las habilidades de liderazgo de los participantes.

En muchas instituciones educativas a nivel mundial se están desarrollando cursos de formación dentro de sus planes de estudio en los que los estudiantes, mediante el desarrollo de “proyectos prácticos integradores”, viven la experiencia real de su disciplina aportando directamente a los requerimientos de las organizaciones.

Por ejemplo, en el marco de un curso de Comunicaciones en Marketing, ellos crean “agencias” que desarrollan, implementan y miden el impacto de una campaña integrada para una marca en particular. Estos “directivos” se reúnen periódicamente durante la semana (con dedicación fuera de la clase) y así facilitan el diálogo interdepartamental, supervisan el cronograma de tareas al igual que su presupuesto y colaboran en la solución de problemas puntuales, todo esto hace parte de la asignatura correspondiente y la “empresa” es una creación netamente de los alumnos.

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Se ha comprobado que se maneja un trabajo intenso pero las actividades van más allá de las tradicionales “pasantías” pues permiten a los implicados enfrentar grandes retos tales como: asumir roles de liderazgo y gestionar sus “estados financieros”. Los docentes encargados se reúnen semanalmente con sus discípulos y les proporcionan ideas y sugerencias para administrar la “compañía”, motivarse mutuamente entre los integrantes y establecer las maneras más efectivas de comunicarse con los clientes.

Dentro de esta figura que se puede denominar “aprendizaje experiencial” se destacan aspectos tales como la implementación y la gestión de proyectos en los que la resolución de problemas y la comunicación son elementos fundamentales. Los estudiantes aprenden la forma en que dentro de una organización todo se interrelaciona y advierten la utilidad práctica de la teoría fundamental expuesta en las lecturas del curso.

Las investigaciones han revelado que en el momento en que los “reclutadores” (quienes buscan personal profesional para su servicio) miran las hojas de vida de estos aprendices, la posición de “codirectores” que han tenido en sus labores académicas les llama la atención y valoran mucho el hecho de la experiencia obtenida en el mundo real mediante este ejercicio basado en el mercado y que duró un semestre.

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Siguiendo estudios especializados, los empleadores aprecian ampliamente, aparte de los puntajes o notas de la carrera, las habilidades para resolver problemas, de comunicación escrita y la capacidad de trabajar en equipo y que, más que una carrera que posean los candidatos, se están enfocando en habilidades y experiencias que ellos puedan comprobar y el desarrollo de estas competencias normalmente comienza con las actividades prácticas que llevan a cabo en sus salones de clase.

Ahora bien, las instituciones de educación superior, los docentes y los facilitadores, deben apropiarse de los hallazgos de indagaciones científicas las cuales revelan que la satisfacción de los clientes está estrechamente relacionada con la configuración del programa o curso como tal y que esencialmente las claves de éxito de un proyecto basado en sus necesidades son: un diseño basado en consultoría, temáticas relevantes, una decidida participación del profesorado y una mutua realimentación continua.  

Encontramos por lo tanto un gran reto para los organismos educativos en desarrollar currículos integrados basados en el mercado y que creen valor para todos y al mismo tiempo satisfagan los criterios de certificación de entidades acreditadoras, nacionales e internacionales. Las universidades se ven beneficiadas cuando las empresas buscan a sus graduados para contratarlos, estos encuentran oportunidades concretas de empleo y los docentes asesores de estas “vivencias” pueden considerar evaluaciones que superan los tradicionales exámenes periódicos que realizan o la presentación de informes.

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