MARIO VALENCIA

¿Cómo crear empleos sin morir en el intento?

"Debemos apostar por enamorarnos de nuevo de las empresas industriales colombianas y los empleos que generan".

Mario Alejandro Valencia Barrera , Mario Alejandro Valencia Barrera
6 de julio de 2020

El mes de mayo presentó la tasa de desempleo más alta registrada en la historia conocida del país: 4‘700.000 personas están desocupadas, 600.000 más que en abril. Así mismo, 1‘307.000 personas que estaban en cuarentena la rompieron para rebuscar una fuente de ingresos. Esto provocó que 738.000 personas se ocuparan, pero la quiebra de empresas y la misma cuarentena impide una mayor demanda laboral. Por eso, el desempleo sigue creciendo.

La situación sería menos dramática si 10 millones de personas hubieran recibido una renta básica de emergencia, obteniendo ingresos para suplir sus necesidades más urgentes. Pero el aumento de los contagios coincide perfectamente con la forzosa necesidad de no aguantar hambre quedándose en casa.

Por esta razón, la reapertura que parece no tener reversa— obliga a adoptar las garantías sanitarias suficientes para que quienes salen a buscar empleo no se contagien. Desde la perspectiva económica, la reapertura sería contraproducente si los trabajadores se contagian y son obligados a salir del mercado laboral por enfermedad. La forma de lograrlo es aumentar masivamente el número de ventiladores, las UCI, los dispositivos de desinfección y de lavado de manos en sitios de alta confluencia. También se requieren campañas de educación sobre el uso de tapabocas, el distanciamiento social y el lavado de manos.

Será un proceso lento y tortuoso de cambio de costumbres, sobre todo, frente a la población que, con frecuencia, niega la existencia del virus y sus efectos o que cree en soluciones milagrosas. Pero es una obligación ciudadana hacer todos los esfuerzos que estén a la mano para educar en este sentido.

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Si lo anterior se cumple, la creación de empleo se dará cuando las empresas que operan en Colombia sean capaces de sostenerse y crecer por medio de la producción elaborada en el territorio nacional. Para ello, se requiere un sistema de economía dirigido a la reindustrialización, una política agraria eficiente, en la que las vacas no tengan más tierra que los cultivos de alimentos, y una reforma tributaria que fortalezca el recaudo directo de los más ricos para aumentar el estímulo que las empresas deben recibir del Estado en distintos aspectos: investigación en ciencia y tecnología, infraestructura, transporte multimodal, créditos y capacitación para aumentar la productividad laboral; todos factores imposibles de lograr sin recursos públicos.

Una consideración adicional es la necesidad de renegociar los acuerdos comerciales implementados en los últimos años, especialmente con México, Estados Unidos, Canadá, Corea y la Unión Europea. Las condiciones de esos acuerdos impiden que se pueda hacer una política de estímulo a la producción nacional, inversión en sectores claves y compras públicas, so pena de ser demandados en tribunales de arbitramento extranjeros, como ocurre actualmente en los casos de Foster Wheeler por el caso Reficar, Gran Colombia Gold por Marmato, América Móvil por Claro y South 32 por Cerro Matoso.

Además, las pérdidas comerciales para Colombia han sido escandalosas: entre 2005 y 2019, el déficit comercial de la industria asciende a US$400.148 millones, casi tres veces más que la deuda total del país. Estos recursos significan la desaparición de miles de empresas incapaces de competir en un escenario de comercio desleal y desequilibrado, y la destrucción de cientos de miles de trabajos estables para personas incapaces de beneficiarse de la globalización porque no tienen ingresos. Según las cifras oficiales, en los 7 años previos a la entrada en vigencia de los TLC se crearon 1‘371.000 empleos más que en los 7 años de implementación de los acuerdos.

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Si no se da una reapertura con garantías que conduzcan a una reactivación con producción nacional, se presentará un colapso del sistema de salud, por la imposibilidad práctica de hacer otra cuarentena que ya se desaprovechó y creó una crisis económica monumental, por falta de planificación estatal. Si la reactivación no tiene como elemento central la producción nacional, el resultado será un aumento de la informalidad, de las ocupaciones de bajos ingresos, contracción del mercado interno e incremento del déficit de balanza de pagos, que mantendrá a Colombia en los escalafones de países más desiguales, atrasados y dependientes de la ayuda externa. Debemos apostar por enamorarnos de nuevo de las empresas industriales colombianas y los empleos que generan.