DANIEL NIÑO TARAZONA

La disyuntiva socioeconómica

Los gobiernos han disparado su deuda por la covid-19 pero no confundamos keynesianismo con socialismo.

Daniel Niño Tarazona
14 de mayo de 2020

Si la historia nos sirve de referencia deberíamos recordar que, en la década perdida de América Latina, entre finales de los años 70 y durante de la década de los años 80, Colombia logró un desempeño económico mejor y su experiencia fue menos traumática que la vivida en la región. Dicha década en todo caso elevó de forma importante los niveles de pobreza en América Latina y en eso Colombia no fue la excepción, aún y a pesar de su mayor estabilidad.

Esa marca de finales del siglo XX dejó una deuda social pendiente en la región que, salvo contadas excepciones como Chile y Perú, se intentó pagar no solo con la bonaza de comienzos del siglo XXI, sino también con más endeudamiento público y externo, disponible por cuenta de la gran globalización financiera.

Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela han sido la expresión más extrema y significativa de lo anterior, con un creciente y preponderante peso del Estado en la economía y un gasto público cercano o a veces muy por encima de 40% del PIB.

Pero los resultados de ese gasto dejan mucho que desear para el desarrollo sostenible. El crecimiento promedio anual entre 2012 y el proyectado a 2021 por el Fondo Monetario Internacional en Argentina será de -0,4%, en Brasil de 0,0%, en Ecuador de 1,5% y en Venezuela de -11,1%

Y esto no se puede olvidar para lo que vendrá en esta década.

América Latina será la región más golpeada por la crisis desplegada por la covid-19, elevando los riesgos que se presentan en dos ámbitos. El primero, una posible involución en los logros sobre la pobreza, en los avances sociales y en la estabilidad política. El segundo, un mayor rezago del avance y desarrollo del mundo con una posible involución productiva.

La disyuntiva ya es histórica e impresionante. La pobreza aumentó finalizando el siglo XX y luego descendió en las primeras dos décadas del siglo XXI mientras América Latina pasó de ser el 13% del PIB mundial en 1980 a 7,3% en 2020. Con algo igualmente ilustrativo. Teniendo hoy cerca del 8,2% de la población mundial, América Latina apenas representa el 5% del comercio internacional.

Para escapar del naufragio Colombia necesita urgente un nuevo consenso.

Antes de covid-19 poco más del 50% de las familias en Colombia recibía o requería de una asistencia monetaria del Estado. Para navegar la crisis esa cifra subió a casi 67% de las familias.

Pero al mismo tiempo, el país ha elevado desde 2009 a 2020 un 77% el salario mínimo superando de esta forma la acumulación promedio de la devaluación del peso colombiano. El país se ha embarcado en una política de estímulo de la demanda interna vía salarios que ha ido de la mano con una alta propensión a importar bienes, que no solo acentúan el sesgo anti exportador, sino que viene en los últimos años implicando un gran sesgo anti productivo.

La incapacidad de entender cómo hacer sostenibles y viables los avances sociales con sostenible y viable el sector productivo ya se observaba, y será un enorme cáncer en América Latina y en Colombia si no se hace nada.

La incapacidad de entender cómo hacer sostenible y viable la preponderancia de Bogotá con los avances del resto de país se va a volver un peligro para la unión del país si no se hace nada. En especial por el sesgo anti productivo y anti exportador de la capital frente a su propensión a importar bienes pensando que de servicios vive su economía, así como por no irrigar con su capacidad de consumo el territorio nacional.

¿Cuánto ha crecido la industria nacional desde 2013 y cómo es por centros productivos? ¿Cuántas empresas se han creado y cuántas han desaparecido en el siglo XXI en la industria del país? ¿Cuántas han aumentado su producción y sus exportaciones industriales por volumen y nuevos productos?

Uno debería preguntarse si no es urgente escuchar proposiciones y planteamientos del Departamento de Planeación Nacional.