INNOVACIÓN

¡A Reinventarse!

Desde que nacemos hasta que morimos nuestra propia vida está llena de ciclos que muchas veces no entendemos o vivimos en automático. Los ciclos naturales que nos ofrece el universo muchas veces rigen nuestra existencia. Esto se hace más evidente en países que tienen estaciones ya que dependiendo de esto hay momentos claros de vestuario, hábitos, alimentación y socialización.

Claudia Varela, Claudia Varela, Daniela Morales Soler
19 de enero de 2020

En nuestros países latinoamericanos esto no se da tan claramente. Pero actuamos por referentes como la temporada de lluvias, de viento, de mayor sol, de vacaciones. Es claro entonces que vivimos de manera cíclica y que así se amoldan nuestros comportamientos.

Cada etapa es diferente, única e irrepetible pero como estamos la mayoría del tiempo sin hacer conciencia, no entendemos para que nos pasan las cosas y lo único que buscamos es un control permanente de lo que en definitiva es incontrolable.

Si observáramos más el mundo que nos rodea y le bajáramos al automático de vez en cuando, nos daríamos cuenta de las señales que nos manda el universo sobre nuestra misión en cada ciclo. Hablemos del trabajo, de la presencia en las Organizaciones, la mayoría de las veces la gente no sabe cuándo termina su ciclo en una empresa.

Cada uno siente de manera individual y un tanto acomodada, que lo mejor es permanecer en esta empresa y que la verdad la organización no podría resistir el golpe atroz de su ausencia. Lo que le digo normalmente a quienes hago mentoría y coaching es que no deben plantear sus decisiones en hipótesis imaginarias. Todas las empresas sobreviven si se va alguno de sus empleados, de hecho, esa es la dinámica que debe existir, los ciclos en las organizaciones también se cumplen y hay que aprender a leer entre líneas para no hacerse la vida a cuadritos o estar soñando en el pasado cuando el pasado ya fue.

Un buen día conocí a Raúl. Llevaba muchos años trabajando en la misma compañía. Había pasado por 5 jefes distintos y pensaba que él merecía y tenía muchos derechos ganados por que algún día llevÓ ventas muy importantes y resultados que hicieron que la empresa creciera mucho.

Efectivamente la empresa reconocía eso en Raúl. Pero en su portafolio de diversificación esta organización necesitaba perfiles que hablaran inglés de manera fluida. Con los años que tenía Raul y un inglés bastante machacado pues no pudo meterse mucho en el reto de un nuevo idioma, así que empezó a perder mucho poder de decisión.

Era muy dependiente de su secretaria y casi que ni manejaba su agenda con claridad. Las secretarias empezaron a desaparecer y a cambiar por asistentes y los sistemas de mayor eficiencia y tecnología hicieron que Raúl se fuera rezagando. Pasaron solo dos años para que estuviera en una oficina pequeña sentado solo sin saber que hacer. La alta dirección tampoco se sentía capaz de hablar con él para que se fuera así que le inventÓ un cargo, que no tenía ni la claridad de una función.

A Raúl le faltaban mas de seis años para pensionarse. Tenía la energía intacta y mucho mas conocimiento que todos estos chiquitos que hablaban cuatro idiomas. Pero a nadie le importó, porque él mismo se encargó de aislarse y el sistema, que es implacable, lo sacó.

Finalmente, alguien llegó a la vida de Raúl y éste salió de la organización con un plan de pensión anticipada bastante bueno y quizás se fue a hacer algo que siempre quiso y jamás decidió. Su despedida duró menos de una hora y se fue con una plaquita y una caja llena de recuerdos. Tal vez si Raúl se hubiera anticipado y hubiera entendido sin aferrarse, su ciclo hubiera cerrado de manera menos triste para él. 

Hay que aprender a leer cuando termina un ciclo y reinventarse porque lo mejor, lo que debe ser, ya está hoy en frente de tu nariz. Y mi ciclo no es igual al tuyo, al de nadie, así que no te compares, tu mejor consejero eres tu mismo, tu experiencia y tu intuición. ¡A reinventarse que el tiempo cada vez pasa más rápido!