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ANÁLISIS

Guerra comercial, el mal negocio

Más de 500 empresas estadounidenses están establecidas aquí y generan empleo, transferencia de conocimiento y tecnología. Dado que el interés se mantiene, urge homologar normas en diversos sectores para lograr mayor inversión.

14 de julio de 2018

Cada día llega una novedad que complica el panorama del futuro comercial del mundo, sin que se pueda prever hasta dónde llegará la espiral de represalias, sus consecuencias de corto plazo y las repercusiones que en el tiempo tendrán en las economías de cada uno de los países. Y no es solo EE.UU. vs China. Es también EE.UU. vs Canadá, México y Unión Europea. Las relaciones entre las naciones industrializadas están cambiando, sin duda, y un nuevo orden mundial se estaría gestando.

Los titulares económicos del mundo no dejan de enviar alertas diarias sobre las movidas de un lado y otro en relación con la guerra comercial que se desató entre Estados Unidos y China, generada por un alza de aranceles como mecanismo de presión estadounidense para que desde el país asiático se pongan en marcha políticas comerciales justas y respeto a la propiedad intelectual, según la argumentación que desde Washington se ha esgrimido.

Lo cierto es que el enfrentamiento arancelario de los dos gigantes tiene en vilo la economía internacional, está atentando contra años de libre comercio y pone a prueba la competitividad y productividad mundial ante la avalancha de productos que saldrán a buscar mercados por cuenta de las restricciones comerciales que se imponen de parte y parte.

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Este escalamiento sólo deja perdedores en todos los niveles y aunque suene lejano, tiene impacto en América Latina como quiera que Estados Unidos es, para muchos países de la región, su principal socio comercial. ¿Qué va a pasar? Es la pregunta del millón y la respuesta es prácticamente incierta. Las aguas aún están muy agitadas y los anuncios de aranceles y las represalias en respuesta no permiten que se calmen en el corto plazo.

Por ejemplo. El mayor costo que tendrá exportar desde China hacia Estados Unidos bienes e insumos para las manufacturas generará que los chinos busquen nuevos mercados para colocar sus productos a mejores precios. Esto incluye partes eléctricas, textiles, productos de metal, autopartes, alimentos, confecciones, calzado, sardinas, atún, productos de aseo personal y maquillaje, así como productos agroindustriales como ajo, naranjas y cerezas.

Desde México, por ejemplo, que también se ha visto afectado por aranceles hacia Estados Unidos y está en medio de un proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA, con Canadá y Estados Unidos, también buscará poner en otros mercados los bienes que tenían como destino principal EE.UU. y para ello los beneficios de la Alianza del Pacífico podrían ser su ruta natural. 

Colombia debe estar bien parada para afrontar estos desafíos. Por un lado, con una industria fuerte que esté en condiciones de competir con productos extranjeros, tanto como para los que vengan de China – adicionales a los que vemos todos los días en cada esquina y pueblo de Colombia - como para los que vengan de otros mercados en busca de la anhelada diversificación ante los vientos proteccionistas estadounidenses. 

Si miramos las cifras, Colombia es uno de los países latinoamericanos que tiene menos lazos comerciales con China. De acuerdo con datos del Observatory of Economic Complexity (OEC), mientras en 2016 México importó de China productos por US$63.700 millones; Brasil, US$23.300 millones; Chile, US$14.000 millones; y Argentina US$10.500 millones; Colombia tan solo trajo mercancía por US$8.048 millones.

El principal efecto sería un incremento en los precios al consumidor final estadounidense y así lo ha manifestado la Cámara de Comercio de Estados Unidos que, si bien ha respaldado la reducción de impuestos promovida por la administración Trump, en los últimos días no ha ahorrado esfuerzos en criticar el alza de aranceles para la importación de bienes e insumos.

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Los testimonios que han dado a conocer también reflejan el temor de los empresarios de agroindustria y que dependen de las exportaciones ante represalias que dificulten sus negocios, comenzando por la soja cuyo principal comprador es China, aunque según Capital Economics, no hay suficiente soja -fuera de EE.UU.– que permita satisfacer la gran demanda del gigante asiático.

Las confecciones y el sector tecnológico serían otros sectores de los más afectados, si se tiene en cuenta que, el año pasado el país norteamericano importó de China US$181.000 millones en dispositivos eléctricos y maquinaria. Así mismo, más del 41% de la ropa y del 72% del calzado que actualmente se vende en EE.UU. viene de China, según datos de la Organización Mundial del Comercio.

Para proteger nuestra economía de cualquier impacto en este sentido, tanto Gobierno como empresarios y gremios, debemos trabajar de la mano con América Latina para estar mejor parados ante coyunturas como ésta y, profundizar las oportunidades en aquellos países donde tenemos acuerdos comerciales.

Las oportunidades

En Colombia, los sectores que podrían sacarle provecho a los aranceles que se imponen de lado y lado son la industria de los materiales y partes de construcción que, el año pasado exportaron cerca de 130 millones de dólares a Estados Unidos y podrían aumentar su protagonismo debido a los aranceles que impuso Trump a esta misma clase de productos provenientes de China.

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Por otro lado, están las máquinas utilizadas para trabajar el metal puesto que, si vienen de China, Estados Unidos les impondrá arancel del 25%, por lo que los compradores norteamericanos podrían ver en Colombia un potencial proveedor de estos productos.

Adicionalmente, la maquinaria para diversos usos, que el año pasado aumentó alrededor del 900% en sus exportaciones a Estados Unidos (llegando a los 267.000 dólares), podría continuar con esa tendencia positiva, gracias a las medidas arancelarias de la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR) sobre la maquinaria de todo tipo importada desde China.

Y es que, desde la entrada en vigencia del TLC, Estados Unidos invierte, en promedio, 16 % del total de la inversión extranjera directa que llega a Colombia. Más de 500 empresas estadounidenses están establecidas aquí y generan empleo, transferencia de conocimiento y tecnología. Dado que el interés se mantiene, urge homologar normas en diversos sectores para lograr mayor inversión.

Es claro que en momentos de turbulencia, también tenemos grandes oportunidades, por eso, desde AmCham Colombia las estamos impulsando. Actualmente, trabajamos para ver cómo ayudamos en todo el proceso de lograr la homologación para que los empresarios entiendan, conozcan y se capaciten sobre cuáles son las necesidades que deben cumplir para poder exportar a EE. UU. productos agrícolas y agroindustriales, entre otros.

Y aunque Colombia ya tiene una agenda establecida de homologación, donde efectivamente hay un potencial importante, también hay que tener en cuenta que tenemos 97 productos que hoy en día están habilitados para ser exportados a EE. UU. pero, para ello, es necesario que los empresarios cumplan con los requisitos sanitarios requeridos.

Estar vigilantes y anticiparnos, mantener un buen diálogo político, acercamientos permanentes, no solo de Gobierno a Gobierno si no empresarios a empresarios, y empresarios a gobierno y evitar los daños colaterales, también son parte de los retos. Nuestro mercado natural está en este continente, así que nos corresponde estar muy vigilantes de las oportunidades que se produzcan.

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