UNIVERSIDADES

Se impone el modelo ‘blended’ virtual y presencial

Llegó para quedarse esta mezcla de educación, que les abrió nuevas oportunidades a universidades, estudiantes y docentes.

26 de octubre de 2020

Las historias de profesores que inventaron nuevas formas para dictarles las clases a sus alumnos cuando la pandemia los obligó a sentarse detrás de un computador son muchas e ingeniosas. Crearon precedentes para que docentes, alumnos e instituciones reflexionaran sobre su forma de trabajo.

Una profesora de la Universidad de la Sabana montó un aula gamificada, es decir, basada en la lógica del juego. Le fue tan bien que ya mandó un paper a un congreso internacional de educación donde cuenta su experiencia y está próxima a enviar un artículo a una revista indexada.

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Un profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, Jorge Alberto Hernández Mora, amplió los límites de su clase invitando a un experto en gastronomía para que, durante el receso de su curso de innovación, les enseñara a los alumnos a preparar un jugo especial y, de paso, les permitiera compartir con sus compañeros y descansar de la rutina.

Otra docente de escritura descubrió el poder de ‘compartir pantalla’ en sus sesiones virtuales. Gracias a esa herramienta, cada estudiante leía su texto en voz alta y los demás podían seguirlo al pie de la letra, lo que redunda en el aprendizaje.

La virtualidad creó grandes experiencias y despertó en alumnos y profesores la curiosidad por crear y aprender de otras formas. Las universidades, por su parte, descubrieron que podían dar muchas de sus clases de manera virtual y llegar a alumnos de otras ciudades sin que se desplazaran. Encontraron en la virtualidad un motivo para repensar la utilidad y los servicios que deben prestar sus instalaciones físicas.

Pero la experiencia en la pandemia también dejó claro que las clases presenciales son importantes para la interacción, para compartir, para socializar y para generar redes de contactos que serán muy importantes en su desarrollo profesional. El aprendizaje también es social.

La virtualidad logró acercar a los profesores con los estudiantes. Le quitó cierta formalidad a la clase.

Por todo esto, el modelo blended de educación, que combina la educación virtual con la presencial, llegó para quedarse en las universidades y muchas ya están orientadas a ello. Como dice Hernández, “creo que mi curso ya se quedó virtual o en modalidad blended, y me encanta, porque he podido tener en mis sesiones virtuales, en vivo y en directo, a empresarios de otras ciudades, como Bucaramanga y Barranquilla, y de otros países, como Chile, para que compartan sus experiencias. Eso no lo habría podido hacer antes, porque me salía muy costoso”.

Y concluye: “Los modelos blended ya no los quita nadie. Las universidades querían hacer esto desde antes, pero les daba terror y ahora, las que no los tengan, se van a quedar atrás”.

¿Y las clases presenciales?

La gran pregunta que ha generado este cambio es ¿cómo deberán ser ahora las clases presenciales? Quienes diseñaron sesiones virtuales con cinco o seis actividades para realizar en dos o tres horas con el fin de no

aburrir a sus alumnos frente a la pantalla, no podrán llegar ahora a los salones de clase a pararse frente a un grupo de alumnos para que los escuchen pasivamente.

Hernández sostiene que ir a la universidad a tomar un curso debe convertirse en algo muy atractivo, las aulas deben ser espacios para la participación, para la discusión, para hacer talleres y laboratorios.

La virtualidad logró acercar a los profesores con los estudiantes. Le quitó cierta formalidad a la clase. Allí se fomentó la colaboración, la asesoría de lado y lado en el manejo de los equipos, la verificación de datos por internet y, además, propició cierta intimidad a través situaciones particulares y hasta jocosas que dejaron ver la vida cotidiana de profesores y alumnos.

El sistema mixto de educación está siendo ya aplicado, de manera exitosa, en las universidades.

Óscar Boude, profesor y docente investigador del grupo de tecnologías para la Academia Proventus de la Universidad de la Sabana, explica que a raíz de la pandemia varias instituciones de educación superior están revisando si es necesario dictar todas las horas presenciales o si se pueden pasar a modelos blended, y más cuando uno de los grandes problemas de las instituciones es el espacio físico.

De esta forma se ayudan a distribuir mejor los estudiantes en clase y a aprovechar los salones, al tiempo que se reducen los tiempos de desplazamiento de los alumnos y profesores, que en ciudades grandes pueden significar hasta tres horas diarias.

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El gran reto de las universidades es encontrar el equilibro perfecto entre lo virtual y lo presencial para ofrecer le a la comunidad lo mejor de los dos mundos y aprovechar al máximo los beneficios de las relaciones humanas y del trato con los demás, que antes de la pandemia se daban por sentados y que ahora muchos han comenzado a valorar y a darle prioridad en sus procesos de aprendizaje.