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MARTHA ELENA DELGADO ROJAS

Las decisiones de la FED y su impacto en la economía

El domingo pasado la Reserva Federal de Estados Unidos sorprendió al mercado con una nueva rebaja de emergencia de 100 puntos básicos (pbs) en sus tasas de interés, después el recorte realizado el 3 de marzo, cuando la disminuyó en 50 pbs. Un análisis de Martha Elena Delgado*.

Martha Elena Delgado Rojas
16 de marzo de 2020

Con este nuevo movimiento, la tasa de interés estadounidense llega al rango de 0%-0,25%, es decir, un costo de crédito casi nulo. Además de la política monetaria tradicional, la Reserva Federal decidió acumular activos por US$700.000 millones, con el fin de inyectar más liquidez al sistema.

De acuerdo con lo comunicado por la Reserva Federal, los mercado de tesoros y otros a nivel mundial han mostrado signos de estrés, lo que requiere una respuesta coordinada por parte de los principales bancos centrales del mundo. La FED también manifiesta que las tasas de interés negativas no son una buena medida para la economía estadounidense, pero hace énfasis en que cuentan con un amplio número de herramientas de política (forward guidance y más compra de activos). De esta manera, la FED estaría llegando al límite en el movimiento de sus tasas de interés y veríamos en los próximos trimestres políticas monetarias no convencionales más asociadas a una nueva generación de quantitative easing, como el observado después de la crisis de 2008. En su comunicado, resulta evidente que las actuales condiciones en el mercado mundial de petróleo, en el marco de la guerra de precios iniciada por Arabia Saudita y Rusia, también están presionando negativamente el sector energético del país, lo que refuerza su decisión extraordinaria.

Estas medidas buscan dinamizar el consumo de empresas y hogares en medio del difícil contexto internacional por cuenta del coronavirus. La pandemia, que ya completa cerca de 170.000 infectados en el mundo con más de 6 mil muertes ha puesto en jaque el desempeño económico mundial. La desaceleración de las principales economías también ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una recesión mundial, impulsada por recesiones en China y Estados Unidos. Aunque aún parece ser muy pronto para saber si esto ocurrirá, la incertidumbre de los mercados ya se refleja en las pérdidas de las principales bolsas del mundo, la volatilidad de las monedas emergentes y en el fortalecimiento del oro del dólar estadounidense y los títulos del Tesoro de este país los inversionistas buscan como refugio estos activos, considerados los más seguros. 

No obstante, la política monetaria supone tremendos desafíos en este momento. Los canales tradicionales de la política monetaria pueden no funcionar correctamente, dado que el pánico generado por la enfermedad perjudica las cadenas globales de suministro, a la vez que las altas tasas de contagio ponen presión sobre los sistemas de salud, condiciones que no se solucionan en el corto plazo a través de una reducción en las tasas de interés de política. De hecho, la misma FED manifiesta que sus medidas no impactan directamente a los individuos o a las pequeñas empresas, pero buscan apoyar políticas financieras acomodaticias y evitar un deterioro del sistema financiero del país. Además, dado que la inflación es baja en Estados Unidos y el coronavirus representa un choque deflacionario ante la caída en el consumo agregado, los paquetes de medidas que están implementando no pondrían en riesgo los niveles de precios y permitirían aumentar la confianza de consumidores y empresas.

Ahora bien, al cierre de 2019 Estados Unidos presentaba indicadores relativamente sólidos en su crecimiento económico, con bajos niveles de desempleo y un crecimiento de 2,3% que desaceitaría  a cerca de 2,1% este año, antes de los choques del petróleo y el coronavirus. No obstante, las cifras de exportaciones e inversión se han mantenido débiles, lo que representa un riesgo importante para el desempeño económico en 2020. Si bien el país norteamericano no se encontraba en su mejor momento, el mercado laboral y financiero mostraba resiliencia y una lenta recuperación ante el entorno económico global. Esto implica que  al menos estos dos sectores parecen tener una relativa fortaleza para enfrentar el choque, con la ayuda de las decisiones de política monetaria. No obstante, como lo menciona la misma FED, las únicas medidas por el lado de la demanda que pondrán mostrar mayor efectividad en el corto plazo serán aquellas que promuevan el consumo, y en este caso la política fiscal será fundamental para incrementar el nivel de actividad del sector público y por esta vía, dinamizar los ingresos y el consumo privado.

¿Cómo impactan las decisiones de la FED  a nuestro país? 

Es probable que en el corto plazo las bolsas del mundo continúen con una alta volatilidad ante el pánico generado por las decisiones de emergencia de la FED, la incertidumbre sobre el avance del coronavirus y los bajos precios del petróleo, lo que a su vez se reflejará en los movimientos de las monedas de los países emergentes. El peso continuaría depreciado y los niveles de riesgo seguirían al alza. En términos de política monetaria, desde Fedesarrollo ya hemos comentado que el Banco de la República enfrenta una presión importante de bajar sus tasas de interés para reducir la brecha con Estados Unidos y el resto de las economías avanzadas, dándole un impulso al crecimiento económico local. Sin embargo, el espacio para hacerlo es reducido: los efectos del pass-through, es decir, el efecto de la depreciación sobre la inflación y el incremento de las expectativas de inflación le dejan poco margen de maniobra.

En términos económicos, ser la economía de más alto crecimiento de la región durante el último año nos dejó fortalezas en el sector productivo y financiero para enfrentar el choque externo. No obstante, es probable que las principales vulnerabilidades de las que se venía hablando desde el año pasado, como la alta tasa de desempleo, el amplio déficit en cuenta corriente y la incertidumbre asociada a los ingresos fiscales, le pase cuenta de cobro al país este y el próximo año. Una menor tasa de crecimiento en Colombia sin duda tendrá efectos negativos sobre el empleo, y la mejora que se proyectaba para este año no será posible. Por el lado externo, el menor crecimiento de nuestros socios comerciales y el bajo precio del petróleo reducirían nuestras exportaciones, y si bien las importaciones se desacelerarían por cuenta de una tasa de cambio más depreciada, es de esperar un deterioro importante en la balanza comercial y la cuenta corriente. 

En el frente fiscal, si bien las cuentas de ingresos del Gobierno Nacional Central están saldadas en este 2020 gracias a los dividendos de Ecopetrol, habrá que esperar a que efectivamente se giren estos recursos al Gobierno en abril, lo que sin duda representaría una presión importante en la caja de la petrolera que actualmente opera con muy bajos márgenes de rentabilidad. En 2021 vendría el verdadero reto para las arcas del Gobierno, pues de prolongarse la situación actual los dividendos de Ecopetrol el próximo año se verían reducidos, y esto, aunado a la disminución en el recaudo tributario en cerca de 0,8% del PIB por cuenta de la Ley de Crecimiento de 2019 dejaría al Gobierno con un hueco en el recaudo que lo obligaría a tomar medidas adicionales con el fin de cumplir su meta de déficit consistente con lo estipulado por la regla fiscal.

*Martha Elena Delgado Rojas es la Directora de Análisis Macroeconómico y Sectorial de Fedesarrollo.