CAMILO DÍAZ

Hay desaceleración, pero no recesión

Aunque la economía se ha desacelerado y en el primer trimestre solo creció al 1,1% anual, Colombia no está en recesión, aunque los riesgos persisten, en especial si cambian las condiciones externas.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
17 de junio de 2017

No es un secreto que la economía nacional viene sufriendo una desaceleración pronunciada, especialmente desde la segunda mitad del 2014 cuando el petróleo inició su corrección en los mercados internacionales y el crecimiento del PIB pasó de tasas del 3,5% anual, al 2% con el que finalizó el año pasado y el arranque de este año prendió más alarmas porque el crecimiento del primer trimestre fue un pobrísimo 1,1% anual, con todo y eso, aún no se puede hablar de recesión, la cual técnicamente se configura cuando existen dos o más trimestre con crecimiento negativo, algo que no ha ocurrido.

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Los riesgos sin embargo persisten, en especial si se endurecen las condiciones externas, por ejemplo, los precios del petróleo llegarán a caer por debajo de US$40 por barril para el Brent; – nuestro crudo se vende en promedio US$6 por debajo del Brent – o si la política monetaria de Estados Unidos se endurece con tasas por encima del 2% en lo que resta del año y provoca un regreso de capitales desde el mundo emergente.

El crudo sigue siendo un factor importante para la economía local al responder por el 52% de las ventas externas, este año el valor de las exportaciones repuntó gracias a que el precio del petróleo se recuperó, apuntalado por el pacto de la Opep de recortar en 1,2 mbpd y otros productores que acordaron retirar otros 600.000 bpd. Si los precios del crudo regresan a bajo de US$40, como se experimentó en el primer semestre de 2016, sus exportaciones dejarían de jalonar el crecimiento del PIB y frenarían el crecimiento desde la demanda.

El riesgo de que el petróleo caiga se mantiene porque a pesar de que la Opep renovó su acuerdo de recorte, Estados Unidos aumento su producción hasta 9,33 mbpd y los inventarios de refinados como la gasolina y diésel están en máximos históricos, lo que puede provocar que el crudo se salga del lateral de precios en el que se ha mantenido, de hecho, ayer el Brent se negoció a US$46,80 ligeramente por debajo de la tendencia alcista de largo plazo.

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Por otro lado, la Reserva Federal, probablemente vuelva a incrementar la tasa de interés de Estados Unidos a partir del segundo semestre de este año, algo que podría endurecer las condiciones del crédito externo y perjudicar los precios de las materias primas denominadas en dólares como el petróleo. Un incremento rápido de las tasas de interés americanas provocaría un regreso de capitales hacia Estados Unidos afectando el peso colombiano que podría sufrir una mayor depreciación llevando el tipo de cambio de nuevo por encima de $3.200 por dólar.

Además de los riesgos externos, algunas condiciones internas han incrementado los riesgos sobre la economía. El consumo de los hogares sigue bajo y la confianza de los consumidores volvió a disminuir en mayo según lo reportó la encuesta de Fedesarrollo, al parecer los hogares todavía no logran recuperar su capacidad de consumo luego del aumento del IVA al 19% que trajo la reforma tributaria, mientras que la inflación, aunque va convergiendo al rango meta lo ha hecho a un menor ritmo de lo esperado por el emisor.

El ambiente social es otro factor de riesgo, el paro docente antes de ser conjurado ha amenazado con convertirse en un paro cívico, donde las asociaciones de padres de familia, y otras asociaciones sociales han tratado de unirse. De igual manera el paro sucedido en Buenaventura y Chocó pasará su factura al desempeño del segundo trimestre.

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Pese a los riesgos que existen la economía local todavía tiene margen para evitar una mayor desaceleración. El Banco de la República todavía tiene espacio para reducir las tasas de interés desde el 6,25% actual, aunque esto pueda implicar una inflación por encima del rango meta. El Gobierno debe no situar todos sus esfuerzos en impulsar el sector de la construcción que ya ha empezado a desacelerarse, más bien debe incentivar la industria y la oferta de exportación, para generar divisas desde otro sector diferente al petróleo e impulsar la inversión de las empresas ahora que la demanda agregada se ha debilitado por el lado del consumo de los hogares. En definitiva aunque hay una marcada desaceleración, no hay asomos de recesión y el Banco Central y el Gobierno todavía cuentan con herramientas para impulsar la economía.