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Esta economista, nacida en Barrancabermeja, ama viajar y es un hobby que comparte con su esposo, quien es brasilero. | Foto: Karen Salamanca

LAURA PABÓN

Ella es la mejor servidora pública del país

Con la ejecución del programa Ingreso Solidario, la directora de Desarrollo Social del Departamento Nacional de Planeación (DNP) fue elegida como la mejor servidora pública del país. Así trabaja una economista social.

14 de julio de 2020

Escoger entre trabajar y viajar por el mundo en una entidad multilateral, o ayudar a pensar programas para atender los problemas sociales del país, no fue una tarea difícil para Laura Pabón.

Como muchos otros economistas que eligieron su carrera para servir a la sociedad, Laura cursó sus estudios en la Universidad de los Andes y en la mitad de ellos ratificó que iba por el camino correcto. Luego tuvo la oportunidad de hacer prácticas en el Departamento Nacional de Planeación (DNP) en lo que en ese momento se conocía como misión social, pero que luego se transformó en el programa de desarrollo humano.

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Al terminar la práctica se quedó en la entidad, que justamente tiene la misión de pensar en los programas y políticas para impulsar al país. Allí avanzó varias posiciones hasta ser coordinadora de proyectos relacionados con el manejo de bases de datos y encuestas para hacer análisis. No sabía que a futuro esas serían las herramientas que le servirían para desarrollar y ejecutar el programa Ingreso Solidario, un esquema novedoso en el país, que les da dinero a los más necesitados sin exigirles nada a cambio (como sí lo hace Familias en Acción) y que además pudo poner en marcha en tiempo récord.

Luego de tres años de su primera experiencia en el DNP, Laura supo que en el Banco Mundial (BM) buscaban a alguien para hacer reportes sobre pobreza en Filipinas. Se presentó, la escogieron y se fue a vivir a Washington. Desde allí viajó durante cuatro años al sudeste asiático. Aprendió sobre su sector de protección social y sus mercados laborales.

Hay muchas similitudes entre esos países y Colombia, pues son de ingresos medios y bajos. Allá trabajó en formación para el trabajo y capital humano, políticas laborales, instrumentos de focalización y estrategias de reducción de pobreza.

Luego decidió hacer otra maestría (ya tenía una de Los Andes), esta vez en la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Chicago, motivada por la oportunidad de aprender de los premios Nobel que dictan clases allí. Siguió trabajando como consultora del BM mientras cursaba sus estudios de posgrado y, al terminar, regresó a Colombia, al DNP.

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Volvió a la entidad como consultora en temas de educación y poco después retomó su trabajo de consultoría en el Sudeste Asiático con el BM, pero esta vez viajando desde Bogotá.

Tuvo la oportunidad de ayudar en la reforma del salario mínimo en Camboya, una experiencia de la que se siente muy orgullosa y luego, con la entidad multilateral, empezó a trabajar en América Latina. Ahí volvió a tener contacto con el DNP, pues algunos de los temas en los que daba asesoría tenían que ver con la actualización del Sisbén e interoperabilidad de bases de datos. Al terminar ese proyecto, en 2016, la contactaron de nuevo del DNP para ser funcionaria en la subdirección de educación, de donde pasó a la dirección de desarrollo social.

Otra vez le llegó una oferta del BM, esta vez para trabajar en Bogotá. Pero decidió quedarse en el DNP, motivada por la posibilidad de trabajar en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo.

Este fue un trabajo intenso al que le siguió la puesta en marcha del programa de devolución del IVA, cuyo primer giro tuvieron que adelantar de mediados de 2020, como estaba previsto, para abril, a causa de la emergencia sanitaria.

Esta también dio origen a Ingreso Solidario, un programa destinado a los hogares que no recibían otros subsidios del Estado. Aunque ya los tenían identificados (son 3 millones), la dificultad estaba en llegar a ellos. Decidieron hacerlo de la mano de entidades financieras, con las que además bancarizaron a muchas personas.

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Esto, sumado a que en casi cuatro meses han llegado a 2,6 millones de beneficiarios, la hizo merecedora del reconocimiento de la Función Pública como la mejor servidora pública a nivel nacional. ¡Más que merecido!.