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27 de enero de 2018

Por una carta
Me refiero a la carta publicada por ustedes en la edición n.º 1864 con el título ‘De Álvaro Uribe Vélez’. Me permito manifestar, en primer lugar, que me sentí víctima de publicidad engañosa, ya que encabezar la carta con ese titular sirve para enganchar incautos para que lean una misiva que no está escrita por la citada persona. Entonces, como suscriptora que soy desde hace muchos años, protesto no solo por el privilegiado lugar que le colocan, sino también por el espacio tan amplio que le dan, si se tiene en cuenta que ustedes ponen condiciones para estas cartas, como que no deben pasar de determinada extensión. Para mí, es una preferencia que manifiesta una defensa de esa posición política, la cual me lleva a explicar las últimas decisiones y giros que he venido notando. Lo único que falta, entonces, es que saquen también a los columnistas que quedan con criterio y valentía como María Jimena Duzán, origen de la carta-respuesta-defensa del Centro Democrático. Y no me extiendo más, ya que sé las condiciones de espacio que debo atender.
Lilia Mercedes Ramos Arias
Bogotá
Imposible no mojarse
En la columna ‘Píldoras contra la moralina’ de María Jimena Duzán, publicada en la edición n.º 1863 de SEMANA, ella habla de las conexiones del expresidente Uribe con los narcotraficantes. A lo que ella dijo quiero añadir que el exjefe de Seguridad del presidente Uribe en 2012 fue acusado por una corte del Distrito de Eastern, Virginia, por sus conexiones con los narcotraficantes. Por esta acusación, fue posteriormente extraditado a Estados Unidos, lo que causó mucho revuelo en Colombia. Ante estos hechos, el expresidente Uribe manifestó que él no tenía conocimiento de estas actividades del general Santoyo, por lo cual alguien dijo que era imposible no mojarse estando uno metido en una piscina repleta de agua.
Pedro Cruz
Cartagena
La guerra ya comenzó
Le deseo un feliz 2018 junto a sus colaboradores al frente de esta revista, la más importante de opinión en Colombia y que nos gusta leer asiduamente.
En la edición n.º 1864 encontré dos interesantes artículos: ‘El punto de quiebre’ y ‘Alerta roja’.
Mi opinión a propósito es que ya estamos en la tercera guerra mundial hace rato. Rusia y China están menoscabando poco a poco la hegemonía estadounidense. Pero llegar a una guerra nuclear por parte de Corea del Norte y Estados Unidos está lejos. Esto se parece a la antigua Guerra Fría, pero actuando con diplomacia.
Ricardo Alegría Zambrano
Popayán
Con la tiniebla de la impunidad
¿El vaso medio lleno?, se pregunta SEMANA en su edición n.º 1862. Desde el inicio de las negociaciones de paz con las Farc-EP, se han evitado cerca de 3.000 muertes. Menos asesinatos. La tasa de homicidios en 2017 fue la más baja en 40 años. De 30.000 anuales en los ochenta, bajamos a 10.871 en 2017. Menos secuestros: de 2000 a 2017 la rebaja fue del 94 por ciento, a solo 190 en 2017. Menos heridos. Seis años últimos, de 230 bajamos al 97 por ciento; 12 en 2017. Y siguen los pronósticos positivos, economía, turismo, inversión extranjera, etcétera.
Ese futuro, ese esfuerzo hacia la racionalidad humana es lo que la extrema derecha violenta, adueñada del poder sin merecerlo, quiere volver trizas. Seguir utilizando, enfrentando la juventud, la que pone los muertos, los heridos, como fuerza pública; o como luchadora contra la injusticia, sindicalista, maestro, obrero, estudiante, intelectual o campesino, en fuerzas rivales de autodestrucción.
Cubiertos con la tiniebla de la impunidad, así impusieron el exterminio en el siglo XIX y lo repitieron iniciada la segunda mitad del XX. Y, porfiando con irracional estupidez, lo quieren seguir imponiendo a perpetuidad, negándoles a las nuevas generaciones la heredad de una patria pacífica, gloriosa y soberana
Isaac Vargas Córdoba
Bogotá

Causas del pesimismo
El artículo de fondo de la edición n.º 1856, ‘Cumpleaños no tan feliz’, muestra muy bien cuáles serían las causas del escepticismo y del pesimismo que hoy viven los colombianos frente al acuerdo de La Habana que está cumpliendo su primer aniversario, mientras la comunidad internacional lo aplaude y lo celebra por haber permitido que un conflicto de más de medio siglo con las Farc haya, por fin, terminado.
Además del triunfo del No en el plebiscito por un margen muy cerrado y de las circunstancias que llevaron a ese resultado, lo que mejor explica la falta de entusiasmo por construir una paz estable y duradera es que la parte que tiene que ver con los desarrollos legislativos del acuerdo bajo la figura del fast track se estén realizando en medio de una campaña electoral llena de pugnacidad y de odios. 
Si bien es cierto que el gobierno ha fallado en el compromiso de sus obligaciones y no ha dado signos de apoyo declarado con dicho proceso, como lo atestigua el hecho de que en medio de la discusión de la JEP en el Congreso y cuando esta atravesaba uno de sus peores momentos, el jefe del gobierno se encontraba de viaje para recibir premios y realizar acuerdos comerciales con Portugal y Arabia Saudita.
La campaña electoral ha hecho que quienes conformaban la bancada del gobierno, la bancada de La U, ‘unida’ únicamente por razones clientelistas y por la célebre “mermelada”, se haya desintegrado y que muchos de sus miembros, por razones estrictamente electorales, se hayan alineado con fuerzas políticas que están en contra del proceso de paz. Lo mismo ha sucedido con las observaciones críticas del fiscal general al acuerdo, que hacen eco de sus compromisos políticos con un partido que utilizó su participación en el gobierno para hacer campaña electoral, guardando un silencio sospechoso frente al proceso de paz, pero que ahora, en el fragor de la campaña política, ha mostrado su verdadera cara de hostilidad y de rechazo. 
Si bien la más reciente sentencia de la Corte Constitucional relacionada con el proceso de paz hizo que el debate del acto legislativo que creaba la JEP y le asignaba sus competencias saliera del cul-de-sac en el que se encontraba, al declarar exequible la participación política de la cúpula de las Farc, previa comparecencia ante el tribunal de la JEP, al mismo tiempo hizo que la comparecencia obligatoria de terceros comprometidos con graves delitos relacionados con el conflicto solo fuese algo voluntario; con esto, se abre la puerta a la impunidad y al esclarecimiento de la verdad que es el principal reclamo de las víctimas, al dejarla a esta silenciada para siempre o en manos de la Corte Penal Internacional. 
En fin, una coyuntura política electoral que, además de aumentar la polarización del país, ha creado incertidumbre y tristeza entre quienes hemos creído que la mejor salida del conflicto es la negociación política y no la guerra. Sin embargo, no hay que olvidar aquellas sabias palabras de Winston
Churchill: “La política es tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez, pero en la política, muchas veces”.
Juan Manuel Jaramillo U.
Manizales

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