Reflexiones sobre el ranking de Innovación

El ranking de innovación realizado por la Andi y la Revista Dinero, cumple ya su tercer año y propone una interesante perspectiva sobre el estado de la innovación en Colombia. Este estudio, realizado con 322 empresas que voluntariamente decidieron inscribirse para ser evaluadas por los parámetros del ranking, resalta las 30 empresas más innovadoras del país y los principales retos que aún se tienen como nación en esta materia.

De antemano felicito a todos aquellos que puntean en el ranking, pues es este un reconocimiento al esfuerzo consciente y dedicado que se viene haciendo en la materia. Además, muchos de ellos han actuado como padrinos en los programas de la Andi, promoviendo así no solo culturas de innovación al interior de sus organizaciones, sino encendiendo mentalidades y catalizando procesos de innovación en sus pares. 

Aun así, la principal reflexión que encuentro en los resultados es el gran camino que aun queda por recorrer frente a la construcción de un ecosistema sólido de innovación. Esto no quiere decir que no se evidencien cambios significativos con respecto a los años anteriores, pero tampoco representa un índice para sentir que ya se ha cumplido la tarea. Un ejemplo claro es que de los 13.000 profesionales con doctorado en Colombia, solo 1.000 trabajan en la industria, es decir que lo más probable es que el resto estén dedicados a la investigación desde la academia, o que simplemente se hayan expatriado en busca de mejores oportunidades. Además, el estudio también plantea que es poco el impacto que las universidades tienen sobre los esfuerzos de innovación en el país, a pesar de existir proyectos de innovación abierta. ¿Qué está pasando entonces con los doctores? ¿Están simplemente enfocados en generar publicaciones, pero con poca aplicación práctica?, ¿Dónde están los esfuerzos por generar alianzas entre la universidad, la empresa y el Estado? La investigación y el desarrollo las áreas de mayor oportunidad en materia de crecimiento de la innovación en el país, por tanto, para que esto suceda debe seguirse trabajando en políticas de atracción de talento investigativo, y de oportunidades para su vinculación laboral en las diferentes industrias.

Por su parte, el involucramiento del Estado debe continuar y ser cada vez más fuerte. Para comenzar, se debe propender por invertir al menos más del 1% del PIB en innovación, hasta ahora esta cifra solo alcanza el 0,61%, además, en los últimos dos años, hemos venido perdiendo posiciones en el Índice Global de Innovación. ¿Qué hacer entonces? 

Primero se deben seguir fortaleciendo programas desde Innpulsa y Colciencias que no solo llamen al empresario a invertir en innovación, sino también a las universidades a aumentar su contribución en el tema. Así mismo, se debe continuar contribuyendo desde las entidades estatales para realizar acompañamiento técnico capacitación, asignar recursos financieros y generar beneficios tributarios a todos aquellos que emprendan un camino hacia la innovación. Segundo, no debemos dejar de lado la ventana de oportunidad que existe en el registro de patentes: en la medida en que se apoye económicamente y se asesore para la simplificación del proceso, el número de registros con seguridad tenderá a aumentar.