JULIO ANDRÉS ROZO GRISALES

¿Por qué decirle NO al petróleo en la Amazonía?

Más allá del debate que aún tiene curso en el Congreso de la República sobre la decisión de permitir o no la explotación de hidrocarburos en la Amazonía colombiana, los abanderados a favor o en contra de esta postura buscan defender su posición exponiendo sus argumentos.

Julio Andrés Rozo Grisales, Julio Andrés Rozo Grisales
4 de junio de 2020

Quiero mencionar los tres argumentos principales que han sido empleados por parte de quienes están a favor de la explotación de petróleo en la región amazónica:

  1. La actividad extractiva se puede hacer de manera sostenible, desde el punto de vista del proceso. En otras palabras, las acciones de exploración, extracción, manejo y transporte se efectuarían con procedimientos y técnicas que eviten la generación de impactos ambientales notables. Adicionalmente, se implementarían medidas de compensación que posibiliten la restauración de los ecosistemas y el desarrollo de las comunidades locales.
  2. Permitir la explotación de petróleo en la región es una oportunidad para reactivar la economía, luego de la contracción generada por la pandemia.
  3. Existen lugares como el piedemonte amazónico caqueteño y regiones en el Putumayo, en los que se puede realizar la actividad, debido a la ausencia de cobertura vegetal (selva).

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A partir de ello, expongo mi análisis de estos argumentos:

  1. Incluso si asumimos que todos los impactos de la actividad extractiva pueden ser corregidos, compensados o mitigados a través del uso de nuevas tecnologías y la implementación de las mejores prácticas, el rótulo de la sostenibilidad no aplicaría, porque el nuevo enfoque de la sostenibilidad habla sobre la descarbonización de la economía. Además, el modelo económico colombiano se sustenta a partir de los ingresos fiscales generados por este commodity, vía exportaciones; los países compradores dejarán de hacerlo en los siguientes 10 o 15 años como consecuencia de la transición hacia energías renovables. Esto ya ocurre en el negocio de la explotación de carbón. Dicho esto, si la decisión política es continuar en la senda de la dependencia económica de una actividad que está condenada a desaparecer en los siguientes años, entonces, ¿de qué sostenibilidad, al menos económica, estamos hablando?
  2. Hoy el mundo habla de los empleos verdes y sus contribuciones para diversificar la economía, a partir de la innovación. Me pregunto, ¿cuánta innovación se ha generado en los territorios colombianos donde se explota petróleo? ¿Qué mensaje se les da a los jóvenes del territorio amazónico sobre sus planes de vida y las oportunidades laborales que el sistema laboral local les ofrece? Apostarle a la actividad petrolera en la Amazonía significa enterrar de una vez por todas la cultura de la innovación y el emprendimiento.
  3. La reactivación de la economía nacional y del territorio amazónico puede y debe ser verde. Debe sustentarse en el desarrollo de negocios verdes, verdaderamente sostenibles, como el turismo de naturaleza o la gestión de los recursos no maderables del bosque, por las siguientes razones: 
  • Ambientalmente porque contribuyen a conservar el territorio, sus selvas y sus aguas. La sostenibilidad ambiental del sector de hidrocarburos nos ofrece hacer las cosas con el menor daño posible, restaurando o compensando los impactos causados. Adicionalmente, tenemos la gran oportunidad, como colombianos y cooperantes internacionales, de restaurar y regenerar los ecosistemas en donde antes había selvas y hoy hay solamente potreros. En otras palabras, devolver la selva a la selva.
  • Socialmente porque generan dinámicas de apropiación del paisaje y del territorio, que proyectan sistemas de innovación social y generación de valor agregado. Esto se sustenta en el surgimiento de una cultura hacia el emprendimiento que también fomenta la independencia hacia papá Estado para resolver nuestros problemas.
  • Económicamente porque las tendencias de consumo y los hábitos de la ciudadanía global ya están valorando, eligiendo y premiando a los productos y servicios que contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero. Esto se refleja en ámbitos como la alimentación, el entretenimiento (turismo de naturaleza), la industria textil, farmacéutica, cosmética y de nuevos materiales industriales (a partir de innovaciones en biomímesis), por ejemplo. Finalmente, restaurar y regenerar la selva amazónica perdida terminará siendo el negocio del futuro para los colombianos. Profundizaré al respecto en una siguiente columna.
  • Cultural y simbólico como apuesta de conversación de nuestra biodiversidad: ¡nada más y nada menos que la más rica del mundo! ¿Cuál sería nuestra narrativa si le damos espacio a los hidrocarburos en la Amazonía?: “Colombia, el país donde la biodiversidad convive con los yacimientos”...

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No se trata de satanizar al sector de los hidrocarburos. Hay que reconocer que ha hecho sus aportes de compensación para contribuir a fortalecer los recaudos nacionales y los sistemas de desarrollo comunitario local. No obstante, de cara al futuro, la apuesta es contribuir, vía incentivos y contextos de mercado, a la transición energética que ya dicta el mundo: la descarbonización de la economía. Sin duda, en los años venideros seguiremos dependiendo de esta industria.

Sin embargo, los accionistas del sector con olfato de negocio, con seguridad ya están pensando en cómo redireccionar sus inversiones y modelo de negocio hacia la generación de energías renovables y limpias e, incluso, otras actividades e industrias innovadoras. Aquellos líderes que aún ven en el petróleo el futuro de su sostenibilidad económica propia y la del país, deberían replantear su posición.

Confiamos en su sensatez, capacidad de análisis de las tendencias de mercado y visión de negocios.

Hasta el próximo jueves.