ERICK BEHAR VILLEGAS

Los ‘mala paga’, una amenaza al emprendimiento en Colombia

En Colombia es común encontrar personas y empresas que se quejan porque no les pagan. La cultura de pagos en Colombia ha dado vida a curiosas funciones en las empresas, como lo es la de llamar, insistir y rogar a clientes para que tengan consideración y paguen.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
17 de agosto de 2018

El emprendimiento no solo debe lidiar con la burocracia y la creatividad tributaria del Estado, sino con el riesgo emanado de su portafolio de clientes. Hace unas semanas, pregunté en mi columna si los bancos fungían más como enemigos que amigos de los emprendedores. Pero la historia no para ahí; se alimenta de otras silenciosas realidades con las que luchan a diario las personas que crean empresas y, por ende, empleos y oportunidades.

La discusión de los ‘mala paga’ normalmente se centraba en los préstamos informales a amigos, familiares o conocidos, todos ellos de una u otra forma necesitados, algunos con un genial talento para desvanecerse o derretirse en el aire, como diría otrora Marshall Berman, y otros con dignos sentimientos de no mostrar comodidad al consultárseles si es posible que paguen sus deudas.

Pero hay otros ‘mala paga’ que no son ni amigos ni familiares; son curiosamente exitosas empresas, algunas grandes y visibles. Buena parte de lo escrito sobre los ‘mala-paga’ en diversos medios en nuestro país se centra en las empresas que no pagan salarios y cesantías a tiempo o en las que no facturan de manera formal. Sin duda, es un tema complejo y cada caso es distinto, pero miremos mejor la obnubilada realidad de los emprendedores que no reciben pagos por sus facturas.

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He conocido varios casos de proveedores que deben rogar para que se paguen sus facturas. Han debido dedicar un buen tiempo a plasmar el ruego en llamadas, chats, mails y hasta oraciones al más allá. Ocurre que detrás de esto hay una tragedia macroeconómica. Si no existen maneras de proteger al emprendedor – algunos abogados quizá dirán que existe la Ley de Cobro Judicial, el art. 460 del Código de Comercio, ignorando la vital variable del tiempo - el golpe a las empresas pequeñas no solo amenazará a los empleos creados, sino al mismo consumo. 

Un elemento mortal para el emprendimiento es el tiempo, dado que su flujo de caja ni tiene paciencia para decisiones judiciales de largo plazo ni capacidad para los costos transaccionales emanados de procesos engorrosos. Entonces, tenemos un discurso de emprendimiento que goza de grandes pronunciamientos y enfrenta dolores en el real silencio de la burocracia.

De más, otra práctica se ha establecido en Colombia, según la cual algunos grandes clientes sí pagan, pero lo hacen a 90 o 180 días. ¿Qué haría un emprendedor, perder un cliente por cobrarle intereses, o regañarlo con la esperanza que le pida perdón y le pague? De pronto en el onírico mundo de St. Exupéry sí, pero aquí en Colombia hay unos matices más fríos.

El tema es aún más agudo si tenemos en cuenta que algunas grandes y medianas empresas fijan unas ventanas de horario para radicación física de las facturas, a la que el emprendedor no puede llegar un minuto tarde. Mientras unas empresas son organizadas y excelentes clientes, a otras les ofende que se radiquen facturas. El emprendedor no crea empresa por mero altruismo; se trata de salir adelante.

A manera de anécdota comparativa, cuando creamos un departamento de exportaciones en una importadora alemana, la práctica que existía era simplemente recibir las facturas de proveedores en correo normal, ponerles un sello e ingresarla a un sistema de pagos automáticos. Afortunadamente, al exportar fuimos tratados de igual manera. Estudiemos benchmarks de otros países para construir mejores prácticas.

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Sucede que en Europa pusieron freno a los ‘mala paga’. En la Directiva 2011/7 de la Unión Europea, se buscó literalmente “combatir el pago tardío en transacciones comerciales”. El mismo gobierno británico, en un breve documento explicativo de la directiva, sostiene que esto buscaba “reducir la cultura del pago tardío” y explica cómo se fijan topes de pago de 60 días en transacciones privadas y 30 días desde entidades públicas. Desde los años 90, el Reino Unido ya contaba con legislación al respecto, porque puede ser una práctica nefasta en una economía.

Dado el contexto esperanzador que se ha creado alrededor del gobierno de Iván Duque para el emprendimiento, es urgente que se regule con fuerza la práctica de los pagos tardíos. En la receta del impulso al emprendimiento, debe haber armonía en los ingredientes. Los incentivos tributarios ayudarán, pero sin la cultura de buenas prácticas y el respeto de empresas grandes hacia los microempresarios, no podremos vivir todo el potencial de las reformas venideras.