ERICK BEHAR VILLEGAS

Los bancos: ¿Amigos o enemigos de los emprendedores?

Si al emprendimiento le va mal, a todos nos terminará yendo mal en algún momento. El emprendimiento no es una moda y ya, tampoco es un discurso; es una responsabilidad de país.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
3 de agosto de 2018

Que el emprendimiento esté de moda supone una oportunidad para hacer unas reflexiones sobre el sistema financiero colombiano. Les contaré dos cortas historias reales e ilustrativas para plantear una discusión que debemos dar.

Guillermo* persiguió su sueño y creó recientemente una empresa de bocadillos. Para entrar a ofrecer a clientes grandes, constituyó su S.A.S y abrió su cuenta bancaria. Hace poco, le hicieron un pago de $25.000 desde otra ciudad y tuvo que hacer un pago de $100.000 a un proveedor. Al revisar su cuenta, descubrió que le cobraron $11.000 por recibir la transacción de otra ciudad y el famoso 4x1.000 por pagarle al proveedor. De los $25.000, le quedó una pérdida de $3000 por no haber tenido en cuenta el sorpresivo descuento por parte del banco. El argumento se basaba en que el pago venía de una ciudad remota.

Diana* se dedicó a emprender y empezó a hacer aportes de socio a su empresa a través de transferencias bancarias desde su cuenta personal. Curiosamente, se dio cuenta que con cada aporte, el banco descontaba un “impuesto a las ventas” y por otro lado unas “conexiones de pantalla” que costaban más de $60.000 mensuales. Cuando llegó el momento de expandirse, le negaron varias veces un crédito por tener aún menos de dos años de constituida. Como persona natural, pudo obtener un crédito de consumo con una tasa tan aberrante que debió desistir.

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Un apoyo curioso

Cuando indago por el tipo de apoyo que reciben los emprendedores por parte de los bancos, no solo en Colombia sino en otros países, el argumento que encuentro se resume en dos partes. Por un lado, dan premios a algunos emprendedores y por el otro, “hacen la vida más fácil” con apps, páginas responsivas y servicios digitales. Con todo respeto, eso no es un apoyo estructural al emprendimiento en lo más mínimo. Un verdadero apoyo sería no cobrar por transacciones entre bancos distintos, tal y como sucede en el sistema SEPA en Europa, en donde inclusive no se cobra por transacciones entre países. Otro apoyo verdadero sería reducir los cobros abusivos durante un tiempo para las empresas de jóvenes emprendedores.

Si pensamos que antes de la Ley 1555 de 2012, impulsada por el hoy Senador David Barguil, los bancos llegaban a cobrar hasta el 10% del valor de un crédito a un deudor que encontraba la forma de pagarlo anticipadamente, significa que en nuestro sistema bancario hay un problema serio. Si no hubiera sido por esa Ley, los bancos nos podrían seguir multando por pagar antes de tiempo un crédito. El fenómeno de la financiarización, que en términos simples significa que el sistema financiero crece rentablemente a ritmos superiores que los de la economía real, es un problema para el emprendimiento. Hablamos, por ejemplo, de una Bogotá de servicios, pero buena parte de ellos, son servicios financieros. Cuando hablamos de incrementos en el PIB, a veces olvidamos que es el sector financiero el que crece, entre otros, mientras que la economía real se ralentiza con más frecuencia. Los economistas reconocemos el vital valor del sector financiero; es al fin y al cabo el aceite que permite que el motor de la economía opere, pero no es el motor en sí.

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“Celebrando” los 20 años del 4x1.000: ¿hasta cuándo?

Las dificultades del Gravamen a los Movimientos Financieros no son un invento de los bancos; provienen de una típica improvisación tapa-huecos del Estado Colombiano en los 90s, prometiendo en 1998 (Ver decreto 2331, art. 29) que el impuesto duraría solo un año. Luego vinieron más leyes como la 633 del 2000 y la 863 del 2003 y el impuesto de un año ya cumplió 20 años. ¿Será que algún día cantaremos nostálgicos cuando recordemos que dicho impuesto apenas cumplía sus primeros 20? Esta situación agrava el golpe sobre la liquidez de los emprendedores y demuestra que no son solo los bancos los que le hacen la vida difícil al emprendedor; es el mismo Estado el que históricamente no ha entendido que la creación de obstáculos a la bancarización paulatina y correcta solo traerá informalidad empresarial. En una tesis de especialización, publicada por Amaya, Berdugo & Pulido en 2015, para analizar el impacto del gravamen sobre el sector avicultor, se demuestra como el 50% del recaudo no es deducible del impuesto de renta y por ende se vuelve un gasto difícilmente recuperable.

Como lo resalto en charlas sobre el tema, hay dos aspectos que destruyen un emprendimiento: la falta de un “driver” o líder permanente, o el flujo de caja. Si el Estado colombiano y los bancos se encargan cada uno a su manera de golpear la liquidez de los emprendimientos, es curioso que cada uno hable de su apoyo al emprendedor. Si tomamos el extraño argumento de los bancos, según el cual un pago desde otra ciudad castiga el bolsillo del que lo recibe, no entiendo entonces en qué consiste su apoyo. Es un mero discurso. Veamos otra situación curiosa.

¿Bajas tasas o bajas perspectivas?

Es común en Colombia hablar de créditos con una tasa de interés mes vencido. Sin duda hablar de 1,6% o 1,9% suena como poco a primera vista, pero el cálculo de las tasas efectivas anuales dice algo muy distinto. En Alemania, por ejemplo, la misma Ley (Preisangabenverordnung § 6a) obliga a los bancos a escribir la tasa efectiva anual. El Banco de la República logró reducir la tasa de intervención de 7,75% en 2016 a 4,25% en abril de 2018. Si comparamos el tamaño de la reducción de la tasa de intervención entre 2016 y 2018 y hacemos lo mismo para el promedio de tasas de microcrédito de 24 bancos usando los datos de la Superintendencia financiera para el mismo periodo, podemos concluir que la reducción de tasas de los bancos 3 veces inferior a la reducción hecha por el Banco de la República.

Celebro el anuncio de incentivos tributarios del presidente electo Iván Duque, precisamente porque los emprendedores enfrentan carencia de liquidez que se absorbe tanto por bancos como por el mismo Estado. Si al emprendimiento le va mal, a todos nos terminará yendo mal en algún momento. El emprendimiento no es una moda y ya, tampoco es un discurso; es una responsabilidad de país.

*nombres cambiados

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