RAÚL ÁVILA FORERO

Infidelidad financiera

¿Cómo se sentiría si su pareja le ocultara a usted el monto de sus ingresos o la cuantía real de sus gastos? Muchas veces las mentiras, el abuso de poder y las asimetrías en materia financiera logran colarse a los vínculos de pareja.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
21 de enero de 2019

Ya no se habla solamente de la irrupción de otra mujer o de otro hombre para poner en jaque un vínculo sentimental. Hoy día el despecho, la decepción y el engaño también pueden ser consecuencia de lo que hoy día muchos expertos llaman como infidelidad financiera.

Aunque tener una relación amorosa en paralelo con otra persona es una enorme traición, gran parte de los problemas en la convivencia con una pareja se vienen dando, en mayor medida, por ocultar información financiera. De hecho, una de las principales causas de divorcio en la actualidad es, precisamente, la situación financiera.

El tema del dinero es uno de los temas más delicados de tocar a la hora de decidirse por una convivencia conjunta con otra persona, particularmente si se trata del conyugue. La desigualdad en la distribución de roles, la falta de comunicación, evitar las cuentas claras desde el comienzo, son algunos de los factores que se tienen presentes en este tipo de situaciones, en donde la confianza se ve fragmentada a nivel económico.

A mitad de década, un estudio que salió a la luz por la revista Forbes y The National Endowment for Financial Education (NEFE) reveló que el 80% de las parejas tiende a ocultar a su contraparte asuntos financieros, tanto por el lado de los gastos como de los ingresos. Un comportamiento que empezó a nombrarse como una especie de infidelidad económica, que viene siendo aún más habitual que la infidelidad física o emocional.

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Por su parte, CNN en un pequeño sondeo afirmó que los hombres son los que recurren más a las mentiras para ocultar sus gastos. Por lo general, es la parte que más genera conflictos, incluso por encima de las mentiras por ocultar ingresos. De todos modos, no son situaciones excluyentes y pueden darse en paralelo.

Por el lado de los gastos, que es lo más usual, puede deberse a temas como el cubrimiento de vicios (como el alcohol o el juego), e incluso el sostenimiento de otro tipo de infidelidad al tener que cubrir otras demandas afectivas y amorosas, y la cuota sustancial a la pareja para no levantar sospechas. No obstante, existen otros panoramas un poco menos trágicos como las compras con domicilio a su oficina, gastos a hurtadillas para familiares, o préstamos clandestinos.

Cuando se trata de los ingresos, ocurre que muchas veces una parte de la relación tiene miedo o preocupación a ser juzgada de forma negativa, por diferencias que se mantienen en las metas de ahorro y de inversión que instauran con su pareja. No obstante, también se da el caso en el que se esconden parte de los ingresos para recargar a la pareja en temas de cuotas compartidas por arriendo, cuota hipotecaria, servicios públicos o hasta alimentación. En resumen, hay personas que disfrutan aportando lo mínimo posible.

También puede presentarse la penosa situación en que se recurre a ocultar una proporción de los ingresos porque la pareja no tiene planes de ahorro, y se dedica a despilfarrar sus propios ingresos, lo que repercute en un margen muy bajo de aportes.

Sin embargo, el asunto trasciende cuando las implicaciones están asociadas a un vínculo legalmente marital. En una sociedad conyugal, todos los ingresos y los bienes comprados durante un matrimonio hacen parte de un patrimonio común, y si alguno de los dos atenta contra dicho patrimonio, por temas como el fraude, esto tiene consecuencias graves sobre el capital conjunto.

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Las consecuencias legales sólo pueden darse cuando esta infidelidad financiera implica el incumplimiento de responsabilidades económicas con la pareja o lleva a un detrimento del patrimonio común sin tener consentimiento alguno. Lo más común suelen ser los embargos que se dan porque uno decidió ser un deudor solidario sin consultar a su pareja o, simplemente, incurre en deudas a su nombre sin comentarlo con su cónyuge. Allí se complican todos los líos jurídicos.

Igual recuerde que, ante la tendencia de las parejas contemporáneas por preferir la unión libre que el lazo matrimonial, después de una convivencia de 2 años (unión marital de hecho) ya se puede hablar también de una sociedad patrimonial, lo que involucra, tal como en una sociedad conyugal, la separación total de bienes y repartición de ganancias en caso de darse fin al vínculo sentimental.

Se debe tener presente la importancia de tener las cuentas claras y poner sobre la mesa la reputación financiera que está en juego al momento de decidirse por hacer una vida junto a su pareja. De todos modos, la independencia financiera no debería hacerse a un lado. Es perfectamente posible tener cuentas por separado y una cuenta común en la que se aporte de acuerdo con los planes de deudas y de inversión que han acordado mutuamente.

Pero el vacío que permanece en el acuerdo de objetivos comunes y la realización de una estrategia de gastos sostenible en pareja, sigue patrocinando las rupturas en el largo plazo. Los temas financieros no deben subestimarse en una relación. Siempre tenga presente el alto precio que puede pagar por poner cachos al bolsillo.

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