RAÚL ÁVILA FORERO

Cierre del 2018 y perspectivas para el 2019

Después de un panorama agridulce por un cierre de año que nos dejó la Ley de Financiamiento ampliamente debatida, debilitada pero aprobada, el año pasado la economía logró mantenerse dinámica y ligeramente sobresaliente en su desempeño. ¿Qué podemos esperar en 2019?

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
14 de enero de 2019

Luego de un crecimiento que no llegó ni al 2% en el 2017, muchos esperaban que en el 2018 se lograra visualizar un mayor dinamismo, con tendencia al alza, en materia económica.

No podía saberse a ciencia exacta lo que pasaría, dado el periodo de elecciones presidenciales que se disputaba durante el primer semestre del año. No obstante, varios expertos se atrevieron a brindar diversas especulaciones del rumbo que tomaría nuestro panorama social y económico dependiendo de quién saliera ganador.

Por cortesía, en parte, de esta gran incertidumbre, el apretón de bolsillos que se vio en 2017 fue lo suficientemente duro como para afectar las tendencias de consumo y la confianza de los consumidores. Toda una antesala que recibió el 2018 y que afectó, durante el primer semestre, sectores como la construcción, la minería y la industria.

Sin embargo, respecto a 2017, el resultado anual de 2018 mostró señales de recuperación, aunque con impulsos frágiles. Por ahora, el Ministerio de Hacienda ha estimado que el crecimiento económico del año 2018 podría ubicarse en un 2,7%, gracias al buen comportamiento que experimentó la producción industrial y la demanda interna. Por su parte, el Banco de la República espera una variación del 2,6%. Cifra cercana a la estimación del Gobierno Nacional.

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Y aunque hay otras entidades que son más pesimistas, proyectando un crecimiento de 2,5%, sería indudable que representaría un mejor comportamiento del PIB respecto al año anterior que registró 1,7%. De hecho, en los preliminares trimestrales del DANE se observa una tendencia al alza, trimestre por trimestre, respecto a 2017.

Lo preocupante, es que uno de los sectores que parecían más prometedores se mantuvo en una tendencia volátil. Durante el primer semestre de 2018 la construcción llegó a decrecer más del 7% por caída en la construcción de edificaciones residenciales y no residenciales, y la construcción de carreteras y vías ferroviarias. Ello desembocó que las obras de ingeniería civil se vinieran al suelo. Lo sorprendente es que para el tercer trimestre logró repuntar al 4,1% dejando a la deriva proyecciones estables para el sector.

Y aunque este y otros sectores ya se encuentran en número verdes, el estancamiento del sector agrícola es preocupante cuando de cultivos se trata, y la caída de precios en productos como el café. Si no se le brinda rentabilidad al sector, se aumentará la dependencia de apoyos directos gubernamentales. Y, como es de esperarse, el presupuesto no da para tanto como para evitar una crisis.

Nuestra salud macroeconómica, por ahora, se muestra como satisfactoria. Los cortes económicos han mostrado grandes oportunidades de crecimiento para sectores como las actividades financieras, las actividades empresariales, las actividades de recreación y comercio y hasta el turismo.

¿Qué nos depara ahora el 2019? La gran preocupación del colombiano promedio viene siendo la tan comentada Ley de Financiamiento que ya está avalada. De otra parte, ante un aumento del 6% en el salario para este año - considerado por algunos como deficitario y para otros como excesivo con riesgos inflacionarios - muchos predican en que tendrán que consumir menos porque su salario no da para sostener los aumentos en otros bienes y servicios que crecen en su costo por encima de la inflación.

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Lo más preocupante puede llegar a ser las acciones que se tomen sobre el rumbo alcista en las tasas de interés, para contrarrestar el efecto inflacionario que algunos expertos especulan. Algunos no parecen tener en cuenta la constricción del consumo que se avecina por la ampliación de la base de tributación, comprometiendo incluso la movilidad social hacia una mayor clase media.

Por otra parte, se prevé que dicha Ley sea beneficiosa para nuestro tejido empresarial al disminuir su carga tributaria, con la creación del nuevo impuesto unificado. Lo ideal es que esto incentive los emprendimientos en el país, disminuya la tasa de mortalidad empresarial y logre jalonarse la formalidad laboral en la medida en que se generen más y más vacantes. Sin embargo, el comportamiento empresarial puede dar giros inesperados.

Asimismo, también se especula que, dada la situación de países vecinos como Venezuela, Brasil y Argentina, nuestro país podría ser uno de los focos de inversión extranjera dada la volatilidad e inseguridad que generan dichas economías.

El aumento en el precio del dólar podrá generar un ambiente propicio para los exportadores y el turismo tomará un mejor protagonismo a nivel sectorial. Con todo esto, se prevé que para 2019 el índice de inflación se ubique en un 3,5%, siguiéndole muy de cerca un crecimiento económico que variaría en un rango del 3,1% al 3,5%.

No hay duda alguna de que el 2019 es un año con diversos contrastes, en donde los flagelos más importantes giran alrededor de los índices inflacionarios, las tasas de interés, el comportamiento del consumo y de los precios de los productos por aspectos como el Fenómeno del Niño. Será un año de grandes expectativas y de apuestas optimistas, pero con suficientes factores de riesgo que pueden conducir nuestra situación macroeconómica hacia un panorama totalmente diferente.

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