VÍCTOR HUGO MALAGÓN

Gabriel Betancur Mejía: sobre todo un maestro

Hace pocas semanas distintas instituciones nacionales e internacionales entre ellas el Ministerio de Educación Nacional, el Icetex, AUALCPI, APICE, lideraron varios seminarios y eventos en memoria de un gran colombiano: el Maestro Gabriel Betancur Mejía en la conmemoración del centenario de su nacimiento.

Víctor Hugo Malagón Basto, Víctor Hugo Malagón Basto
19 de mayo de 2018

Ministro de Educación y diplomático, una de las grandes figuras de la educación colombiana y gran impulsor de la integración iberoamericana. Fue el creador del Icetex y de los modelos de crédito educativo en la región, presidente de la Comisión Especial para el Planeamiento y el Desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Cultura de la Alianza para el Progreso; director del Fondo Universitario Nacional; subdirector General de la UNESCO en París; fue impulsor también de la creación de los Institutos de Educación Media Diversificada (INEMS) y Técnicos Agrícolas (ITAS); del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación (ICFES); de Colciencias, Colcultura, Coldeportes, ICOLPE, de Construcciones Escolares y Fondos Educativos Regionales; fue embajador ante la Unesco. Sus múltiples biografías resaltan su papel protagónico en la Comisión Internacional Asesora del Gobierno Español para la Reforma Educativa, la Conferencia Mundial de Educación en Ginebra, el Comité Internacional Universitario Pro Comunidad Latinoamericana de Naciones, APICE , OEA  y el Club de Roma entre otros.

La educación superior es una herramienta de transformación social que ha demostrado tener las “tasas” más importantes de retorno tanto para los individuos como para la sociedad. De esta manera garantizar diferentes esquemas que permitan el acceso a este beneficio debe ser prioridad y el legado que el maestro Gabriel Betancur Mejía nos dejó en esta materia no es menor, puesto que partiendo de una premisa de solidaridad, en la que las personas que reciben la financiación retornan los recursos para garantizar que otros compatriotas puedan también cumplir su sueño de ser profesionales, se han logrado grandes metas en materia de cobertura y equidad.

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Hoy surgen nuevos esquemas de financiación basados en el legado y la iniciativa del doctor Betancur, que permiten transformar el acceso incluso a la financiación de posgrados en el exterior, programas como Colombia Científica y su componente Pasaporte a la Ciencia, son una estrategia gana-gana de financiación, donde condonando hasta el 80% de los recursos a aquellas personas que cursan doctorados en las mejores universidades del mundo, el país hace grandes apuestas en lo que el maestro Betancur llamaba la “inversión más alta de rentabilidad social”.

Pero el legado y el testimonio de Gabriel Betancur Mejía, no solo se refleja en sus grandes realizaciones que hoy permanecen al servicio de la Educación en Colombia y en el mundo, se refleja también en el profundo humanismo que caracterizó siempre su reflexión y sus causas. Ante los avances y descubrimientos científicos y tecnológicos, la materialidad se sobrevalora en una sociedad deshumanizante que necesita cada vez con más urgencia rumbos claros orientados a la consecución del bien común y a la promoción de la libertad como un valor fundamental para la construcción de una sociedad más justa, incluyente y próspera.

Por eso el mensaje de Gabriel Betancur, cien años después de su nacimiento, sigue vigente y retumba en la mente y en el corazón, sobre todo de quienes sentimos una profunda vocación docente y asumimos el reto maravilloso de la formación de personas y de servicio a la sociedad y a quienes, guiados por su testimonio de vida y de palabra, nos seguirá correspondiendo reafirmar los valores que generan confianza en la sociedad y estimular a sus miembros a ponerse al servicio de sus semejantes encarnando, como lo hizo el doctor Betancur, esa idea maravillosa de maestro en palabras del ilustre Antonio Rocha Alvira: “Elegir maestro es delegar en otro el tremendo honor y la excelsa responsabilidad que la naturaleza impuso al corazón y al espíritu de los padres, de modo que es suerte providencial y regalo de la fortuna hallar aquella persona excepcional a quien podemos confiar los más egregios valores de la vida, para que les dé claridad, los pula y los refine, como el lapidario experto a las gemas de incomparable rareza y hermosura”.

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Podemos concluir con toda razón, que el destino futuro de nuestra sociedad depende de aquellos que, como Gabriel Betancur Mejía, sean capaces de transmitir a las nuevas generaciones fuertes razones para vivir y para esperar, ya que la desesperanza, puede conducir a un pueblo al máximo deterioro de su tejido social y poner en peligro la armónica convivencia, pero también, la ilusión y el entusiasmo transmitido por nuestros maestros enriquecen los espíritus de tal manera que las miserias humanas que nos rodean serán finalmente derrotadas.