CAMILO DÍAZ

El regreso de la economía

Los datos presentados ayer por el Dane nos mostraron que el impacto del coronavirus ha sido fuertísimo, por eso desde ya hay que implementar medidas de recuperación.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
15 de agosto de 2020

Con más de cinco millones de empleos destruidos, un desempleo del 20%, una caída de la actividad productiva del 15,7% en el segundo trimestre, entrada en recesión segura al finalizar el tercer trimestre, y las obvias contracciones del comercio minorista y de la industria manufacturera al comparar junio de este año con junio del año pasado, se vuelve redundante decir que ha sido el peor trimestre de la economía colombiana en la historia moderna, o que la economía al finalizar el año se va a contraer entre 7,5% para los más optimistas y hasta en 15% para los más pesimistas.

Verdaderamente que la economía local se contraiga 8% o 10% en términos de magnitud y afectación en la sociedad es prácticamente lo mismo, simplemente significa un impacto severo en la actividad productiva y en el empleo, como lo revelan las cifras oficiales.

Por lo tanto, si bien las proyecciones son importantes y es necesario estudiarlas para analizar los sectores más golpeados, el verdadero esfuerzo se debe concentrar en proponer y estudiar seriamente las medidas que se deben adoptar para que la economía regrese y los impactos negativos se reviertan.

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Los más afectados siguen siendo los hogares y las mipymes. Los primeros han visto cómo se han borrado en estos ya cinco meses de cuarentena más de $14 billones de sus ingresos, fruto de la destrucción de los más de cinco millones de empleos que eliminaron los sectores más afectados, como el turismo, los restaurantes, el entretenimiento, y aunque también muy golpeados, pero menos, el comercio y la industria.

Las empresas y en especial las mipymes han sufrido igualmente el embate del coronavirus, una gran cantidad de ellas presentaron una contracción en sus ingresos y utilidades que sobrepasa el 50% frente a las ventas y rentabilidad que habían conseguido por esta época del año pasado.

Como el panorama hacia el futuro se ve turbio, el crédito no ha fluido hacia el aparato productivo, puesto que la banca ha endurecido los requisitos para aprobar y desembolsar nuevos créditos. También es previsible que los establecimientos de crédito enfrentarán un deterioro importante en la calidad de la cartera tanto de consumo como comercial.  

Con los estragos económicos del coronavirus confirmados, los esfuerzos del Gobierno nacional y los locales deben volcarse hacia la reactivación de la economía para que la actividad productiva regrese, y por ese camino vuelvan los salarios que se esfumaron de los hogares y vuelvan a consumir los bienes y servicios que han dejado de demandar por la estrechez, que está azotando a las familias en las que uno o más miembros perdieron el empleo.

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En ese aspecto la inversión estatal va a jugar un papel indispensable. De las decisiones que tome el Gobierno para activar planes de inversión y sobre todo ejecutarlos va a depender la suerte que corra el aparato productivo y los hogares, y al final la del Estado mismo, puesto que, si el ingreso de la economía cae y se mantiene deprimido, eso mismo le pasará al ingreso del Estado.

Pensar en medidas poco convencionales es necesario, tramitar una reforma tributaria que elimine sustancialmente el exagerado número de exenciones, exclusiones y tratamientos diferenciales que existen en el estatuto tributario ya es prácticamente una obligación, pues por ahí el erario deja de recibir cerca de $78 billones.

Otras medidas que el Ejecutivo debe empezar a estructurar es pedir al Banco de la República que le preste dinero a la Nación, puede ser a través de una emisión de bonos que sea adquirida por el Banco con una tasa de interés favorable. Esto permite que cuando la autoridad monetaria estime que la recuperación ya ha tomado tracción y quiera retirar ese estimulo extra, puede salir a vender esos activos y de esa manera retirar el dinero de la economía.

Las utilidades que obtenga en esa operación al final terminan regresando a los bolsillos del erario ya que el Banco de la República transfiere sus utilidades a la Nación o recibe capitalización cuando tiene perdidas.

El regreso de la economía requiere inversión y generar confianza de que las cosas irán mejor, ese ambiente solo lo puede crear el Estado actuando para dinamizar el ciclo, y para ello deberá emplear formulas no convencionales, conforme el choque que recibió la economía tampoco es convencional.