GREGORIO GANDINI

El PMI: midiendo expectativas y realidad

Existe una fuerte expectativa asociada a la reactivación de las economías alrededor del mundo. Por eso, esta semana he decidido valerme del índice PMI para analizar qué ha venido pasando y qué tan realistas son las proyecciones.

Gregorio Gandini, Gregorio Gandini
3 de junio de 2020

Algo que parece estar en la mente de todos los inversionistas es la flexibilización de las medidas de aislamiento en países alrededor del mundo y el impacto positivo que pueda tener esta para reiniciar las economías. Este parece ser el motor detrás de los cambios importantes de tendencias en el petróleo y el dólar de las últimas semanas, así como del creciente optimismo en el mercado accionario de Estados Unidos, a pesar de los deteriorados datos económicos. Así que he decidido dedicar mi columna de esta semana a explorar cómo han ido avanzado algunas de las economías más estratégicas del mundo para poder determinar qué tan factible se ve esa expectativa de reactivación, si se compara con la realidad.

Con lo anterior en mente, me concentraré en el Purchase Manager Index, elaborado por la compañía Markit, que da varias ventajas para el análisis: base homogénea de comparación entre países, periodicidad mensual que permite una rápida adaptación de los datos a la realidad y una métrica clara de expansión o contracción del sector analizado (arriba de 50 es expansión y debajo contracción). Se construye con información que se recopila a partir de encuestas de los gerentes o directores de las áreas de compras, y es un promedio ponderado de estos cinco índices: nuevos pedidos (30%), producción (25%), tiempo de entrega de proveedores (15%), empleo (20%), compras de stock (10%); lo que permite tener una visión total del negocio.

Gráfico 1

Crédito: elaboración propia. Fuente: Datos Investing.

La parte izquierda del gráfico 1 muestra el comportamiento del PMI Composite, que combina los índices de los sectores de manufactura y de servicios para Estados Unidos, la Eurozona e Inglaterra, desde enero hasta mayo de este año. En la parte derecha se encuentra el PMI Caixin, calculado también por Markit para China, pero especificado el comportamiento sectorial, de manufacturas y servicios, para entender un poco mejor su dinámica en este país. El índice para servicios de mayo no estaba disponible al momento de escribir esta columna.

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En los indicadores se puede notar claramente el impacto que tiene el coronavirus: en China este se presentó en febrero, cuando el índice de manufactura cayó a 40,3 y el de servicios a 26,5. Este efecto más fuerte en servicios tiene mucho sentido por las medidas de aislamiento aplicadas, ya que, si bien las industrias estuvieron cerradas en una celebración alargada del año nuevo lunar, es en el sector de los servicios donde se siente el mayor impacto, puesto que esta época debió haber sido uno de sus mejores momentos del año. Este impacto viene con un efecto de rezago para los demás países, debido al ritmo de expansión del virus. Por ejemplo, en Inglaterra, Estados Unidos y la Zona Euro, el deterioro de los indicadores se da en el mes de abril con reducciones en el índice compuesto hasta niveles mínimos históricos de 13,8, 27 y 13,6, respectivamente.

Para el mes de mayo, se ve una recuperación importante, en especial para la Zona Euro e Inglaterra, con registros de 30,5 y 28,9, lo que, si bien los mantiene en zona de contracción, empieza a mostrar una reactivación de la dinámica de la manufactura y los servicios, adelantándose a los planes de reactivación de la economía. El optimismo en el mercado del petróleo se deriva precisamente de esta reactivación de los sectores productivos y, por tanto, de la demanda de crudo y sus derivados, en especial en China, que es un fuerte consumidor. Es precisamente ahí, en China, donde los números del índice en marzo y abril han mostrado una importante recuperación, sobre todo, en el sector de servicios, llegando a un registro de 44,4, muy cerca al límite de 50, que marcaría expansión.

En medio de todas estas expectativas, es importante notar que no solo es cuestión de recuperar el terreno perdido por el efecto del coronavirus. Esta discusión involucra muchos temas de fondo, entre los cuales no hay que perder de vista cómo estaba la situación de cada una de estas economías antes del virus. Es importante notar que la incertidumbre, tanto del Brexit como de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ya había empezado a pasar factura a la economía global y nos encontrábamos en un periodo de desaceleración, en el que la llegada del virus intensificó una recesión que ya muchos veíamos en el horizonte.

Aunque, creo yo, la verdadera fuente de la incertidumbre —y en donde parte del éxito de la reactivación económica reside es el consumo de bienes y servicios. El consumo de todos nosotros ya no es el mismo desde la llegada del virus, y va a continuar cambiando a medida que la enfermedad se controle o no. Esto, por supuesto, tendrá un impacto en la producción: habrá sectores haciéndose más importantes; por ejemplo, el de tecnología y servicios de internet, que ha aumentado su alcance en función de las nuevas necesidades derivadas del teletrabajo y del estudio de forma remota. Es esta nueva matriz de consumo dependiente del desarrollo del virus la que debemos seguir de cerca, y así valernos de todas las herramientas disponibles, no solo para ver cómo estamos, sino cómo estamos cambiando y, además, qué tan alejada está la expectativa de la realidad.

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