RAÚL ÁVILA FORERO

El abuso emocional/comercial en épocas postpandemia

Existe una infinidad de medios ingeniosos para conseguir o encubrir algo. Para algunos sería muy extraño pensar que podría acercarse un bombardeo publicitario para hacernos creer que nunca vimos lo que vimos o que, al menos, no fue tan caótico como lo pensamos.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
20 de abril de 2020

Tal vez poco ha escuchado el término, pero el gaslighting es una referencia a la película clásica de Hollywood de 1944, llamada “Gaslight” , que muestra la manipulación de un marido sobre su esposa para hacerla creer que está perdiendo el control de la realidad. Allí, el protagonista utiliza técnicas sutiles como atenuar la luz de gas y convencerla de que el fuego seguía brillando a la misma intensidad, o escondía objetos y le hacía creer que ella lo había hecho, aunque no lo “recordara”. 

Fue todo un éxito en taquilla para la época; la realidad hoy día es que esta técnica de manipulación se presenta más frecuente de lo que se cree en la actualidad. De hecho, hoy día, el gaslighting se usa para describir una forma de abuso emocional, muy sutil, para hacer que el mártir dude de su propio criterio.

Esta clase de manipulación induce a las personas a que se sientan ansiosas, confundidas o hasta depresivas. No es fácil lidiar con cuestionamientos sobre nuestra propia cordura, y sobre la realidad que percibimos. Y es que, indiscutiblemente, muchos nos debemos sentir abrumados por toda la crisis social y económica que acompaña esta emergencia sanitaria.

Al respecto, el portal Forge, un medio de publicación sobre desarrollo personal alberga uno de los artículos más realistas y honestos sobre la perspectiva humana frente a esta crisis. En este se afirma que, desde ya, se proyecta el gasto de miles de millones de dólares en contenido publicitario, cuyo propósito esencial será vendernos un dócil y victorioso retorno a la normalidad.

Dentro de poco, cuando sean varias las naciones que empiecen a descifrar cómo salir del confinamiento y empecemos a retornar al día a día, recibiremos bastante información de toda índole, donde se intentará convencer a todas las personas de que volveremos a la normalidad, intentando que todo este pandemónium se sienta sólo como un mal sueño. Este propósito vendrá en formas tradicionales como las vallas publicitarias, la publicidad virtual los publirreportajes, y un sinfín amplio de comerciales, y en formas modernas como una generación 2020-2021 de memes para convencernos de que lo que realmente deseamos es la normalidad.

Empezaremos pronto a ver circular ideas publicitarias para convencernos de que lo que en realidad necesitamos es la comodidad de la costumbre. De volver a lo que era y teníamos antes del coronavirus. Y, justo allí, serán varias las marcas que se presentarán convenientemente para saciar las “necesidades” de los consumidores.

Desde hace mucho tiempo, el negocio multimillonario en la publicidad ha operado bajo este principio fundamental: encontrar el problema y disponer de un producto o servicio para su solución. Por lo general, cuando el inconveniente es práctico, la solución se limita a, por ejemplo, mostrarla en un espacio publicitario y ponerla disponible en algún formato comercial.

Pero cuando el problema se liga más a lo emocional, la solución se convierte en algo básico o elemental, y le guardamos lealtad casi que toda la vida. Sabemos que una bebida cola nos trae momentos de felicidad; que tener un automóvil alemán es el resultado del éxito, o incluso nos recuerdan que tenemos momentos inigualables que no tienen precio, pero no nos tenemos que preocupar porque para todo lo demás existe una tarjeta de crédito. En sí, los vendedores y publicistas más brillantes saben cómo llegar al corazón y a las emociones; y en épocas de alta vulnerabilidad como esta, estamos realmente expuestos.

No debemos olvidar que, si bien hemos tenido imágenes de postal a nivel mundial como la libre circulación de la fauna en zonas residenciales o carreteras, como momentos agradables y necesarios para el respiro del ecosistema en el planeta, también tenemos un sombrío panorama en donde los sistemas de atención médica no garantizan a profesionales de la salud, equipos de protección básicos contra el virus o sueldos justos, o que no hay suficiente dinero para pagar a los trabajadores, que no paran de aumentar las cifras del desempleo, que pueden crecen las restricciones para la circulación de personas, que muchos no tienen  que comer, etc.

Y, en realidad, lastimosamente muchos de estos problemas no son noticia de interés. A varios de ellos los ignoramos todos los días, porque hoy nos gana la premura por hacer que nuestra propia vida funcione. Pero, justo ahora, esta pandemia ha desatado también una gran pausa y nos dio una oportunidad única: ver lo que realmente pasa si el mundo se detiene y si nosotros somos capaces de ajustarnos a los cambios, o si solo ansiamos volver al día a día.

No pasemos por alto que, en medio de nuestra melancolía, esta oportunidad la aprovecharán miles de marcas en todo el mundo. Será una campaña nunca antes vista, promovida incluso por los mismos gobiernos, en la que gastaremos y creeremos en cualquier cosa, en un intento por quitarnos de encima la incómoda sensación que deja esta pandemia. 

Hemos leído que el COVID-19 no es tan letal si se compara al AH1N1, que las cifras de contagio no fueron tan altas si se comparan con otros países de la región, que a pesar del aumento del desempleo y de la recesión económica, una reforma tributaria será necesaria, que para la polución no hay remedio que valga, o que la desigualdad no existe porque el virus no dejó que personas sin hogar perecieran en plena calle.

El gaslighting en épocas de pandemia es una realidad, un tanto abstracta. Y una vez empiece a aclararse el panorama actual, las estrategias publicitarias para reforzar la idea de que el impacto del virus en realidad no fue tan alto, o para promocionar productos que garantizarán la normalidad que dicen que añoramos estallarán frente a nosotros. Todo un artificio al que sugiero su completa atención. 

Un momento de reflexión antes de consumir, comprar, gastar, sería idóneo después que superemos esta pandemia; dar a los demás, ayudar a los que no tienen, buscar cómo ser más amigables con el medio ambiente, vivir en armonía con la naturaleza, ser amable, buscar la tranquilidad nuestra y de los que nos rodean, sería el ideal de lo que deberíamos hacer; por lo pronto sobrevivir, creo que es más que suficiente y realista; afortunados los que tenemos algo, busquemos cómo ayudar a los que no lo tienen.