MAURICIO BOTERO CAICEDO

De hedge funds y de remesas

Es posible que en los próximos años se dé el ocaso de los llamados hedge funds, también llamados fondos de cobertura o fondos de inversión libre, que permiten invertir en una gran variedad de mercados y productos con diferentes niveles de riesgo y también de apalancamiento.

Mauricio Botero Caicedo, Mauricio Botero Caicedo
8 de julio de 2020

Hace unos días el legendario inversionista estadounidense John Paulson, quien logró ganar en el 2008 la no despreciable cifra de 20.000 millones de dólares apostándole a la crisis del sector inmobiliario, anuncio que pensaba cerrar su fondo y que les devolvería la plata a los inversionistas. Paulson es el más reciente, después de un importante número de gestores de fondos, que han decidido cerrar sus operaciones. La mayoría ha decido continuar exclusivamente como Oficinas de Familia.

¿Qué está pasando con estos fondos de cobertura? Según un experto “hay demasiados productos de este tipo, demasiado dinero y pocas ideas. Los gestores de fondos que se enorgullecían de sus proezas en el mundo del trading están poniendo en duda su capacidad para generar los beneficios que en su momento los situaron entre los más ricos del sector financiero. «Muchos inversores parecen estar cayendo en la cuenta de que lo que hasta ahora habían dado por sentado, ha dejado de valer», escribió el pasado mes de junio en un diario Jordi Visser, director de Weiss Multi-Strategy Advisers, un hedge fund de 1.000 millones de dólares”.

Los gestores culpan a la ingente cantidad de dinero de los fondos de índices y las operaciones de trading con algoritmos de disparar los movimientos de los precios y provocar que las acciones se muevan más al unísono, socavando la capacidad del inversor para salir indemne en sus apuestas por compañías concretas.

En realidad el problema de fondo de los hedge funds es la mezcla de unos resultados exiguos junto con las quejas por las elevadas tasas de manejo. Según reciente informe del Wall Street, de cada tres dólares de utilidad de un fondo, los administradores se quedan con dos dólares y el cliente con solo un dólar. Un precio muy alto a pagar por un servicio que está lejos de ser óptimo.  

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Las remesas globales, de acuerdo a reciente informe del Banco Mundial, llegan a la astronómica suma de 554.000 millones de dólares, una cifra superior a toda la inversión extranjera junta y tres veces más grande que toda la ayuda exterior que reciben esos países. La enorme ventaja que tienen las remesas es que son recursos que les llegan directamente a los beneficiarios, sin intervención alguna de la burocracia estatal o gubernamental, que cuando no se quedan con una enorme comisión por la supuesta intervención, terminan robándose buena parte de la plata.

Durante esta lamentable crisis del covid-19, pocas cosas más lamentables que el enorme golpe que han sufrido las remesas. Para unos países, como las Filipinas y Guatemala, dichas remesas representan entre el 10 y el 15 por ciento del PIB. Dado que estas trasferencias, principalmente por el desempleo en los países industrializados, han disminuido entre el 25 y el 50 por ciento, las implicaciones de la crisis en estos países es un poco menos que catastróficas.

En las Filipinas, en donde las remesas llegan a 35.000 millones de dólares anuales, más de 10 millones de filipinos que viven en el exterior mantienen a otros 20 millones de familiares que se han quedado en las islas. La sequía de estos recursos representa una tragedia social y económica para esta nación.

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