CLAUDIA VARELA

Contigo aprendí

Todos los días se aprende o al menos se vive. Los revolcones de la vida llevan a hacernos más fuertes y a llenarnos de experiencias que si las sabemos enfocar nos hacen crecer.

Claudia Varela, Claudia Varela
22 de septiembre de 2019

He reconfirmado después de años liderando equipos que me apasiona ser coach. He tratado de a poco de descubrir que es lo que disfruto tanto. Ya ajusté dos años haciendo mentorias y coaching formalmente y lo mejor ha sido conocer almas, sentir que en el mundo hay una conexión que no nos permite estar solos.

Sentirse solo es una decisión. Es pegarse a las cosas externas, es dejar arrugar el corazón sin entender que la primera presencia está en un creador que brilla alrededor y te da mensajes permanentes. Y luego tú mismo te acompañas, la presencia más valiosa es saber que te tienes a ti mismo. De nuevo aprendes.

Es lindo saber que acompañas procesos cuando eres un líder cercano a los demás. Un líder tiene la responsabilidad de permear los sentimientos de quienes los siguen. Debe proteger de manera amorosa sin arriesgar, pero soltar como cuando se deja volar a los hijos. De nuevo enseñas.

Un padre es un líder. Porque es un ejemplo, porque tiene la infinita responsabilidad de ser un modelo, una inspiración. Sin entrar en detalles de psicología conductual , está claro que los padres son la base de los comportamientos, creencias y pre juicios de un futuro adulto. 

Descubrí por uno de mis pupilos hace poco un texto hermoso e inspirador sobre la actitud. Decía que muchas de las características que admiramos de los demás tiene que ver con su actitud. Es normal que nos guste estar con gente positiva, con perseverancia, expectante.

Decía además que en el liderazgo la actitud cobra mayor relevancia. Sin embargo, es un esfuerzo extra en la vida. Siempre un líder busca oportunidades donde otros no lo hacen y demuestra interés y esfuerzo cuando otros se cansan.

Creo que es imposible ser imbatible y de eso no se trata tampoco. Hay que ser buenos y flexibles, pero hay que resistir la dificultad como parte del diario vivir agradeciendo por la vida. He visto padres de pacientes con enfermedades crónicas, discapacitantes, duras, que sonríen de manera genuina. Que agradecen porque tienen un regalo diario en la vida de sus hijos.

Hice una reflexión. Pensé quiénes habían sido mis grandes maestros. A quién le aprendí las cosas que hoy siento que moldean mi carácter y que me hacen hablar sin dar vueltas. Descubrí que he tenido varios y que claramente he admirado profundamente aquellos que honran su palabra, que respetan a los demás y que se apoderan de sus propios errores. Los que entienden que equivocarse es humano y no juzgan a los otros, pero tampoco justifican sus metidas de pata en los demás.

Tuve un jefe que en realidad no fue muy bueno. Creo que podría pasar a la historia de mi biografía como bastante flojo. Era arrogante, pero creía que era el más humilde de los mortales. El me dio dos de las enseñanzas más grandes que tuve como líder de equipos. La primera se remonta al nivel jerárquico donde quería subirse, le gustaba mostrar su diferencia a través de signos como la puerta especial de entrada y la puerta lateral del resto de humanos. Yo por supuesto iba por la lateral y aunque fuera caminando con el tenía que tomar la lateral mientras el entraba por la VIP. 

La otra era el nivel de apoyo que se da a un equipo. Una vez me dejo sola con todo un comité internacional siendo yo una chiquita por que vio que mis ideas no estaban siendo muy bien recibidas. Creo que tuvo una crisis estomacal por que me dejo sola 25 minutos presentando a la Junta. Lo bueno es que con menos de 30 años aprendí y no me deje tumbar. De hecho, el proyecto salió.

Contigo aprendí, con ustedes ex jefes y colegas aprendí y sigo aprendiendo porque terminaré de hacerlo el día que el de arriba ya no me quiera más por aquí. ¡A vivir que la vida es corta!