CLAUDIA VARELA

Que te vaya bien

Observar, observar desde el corazón y desde la razón, eso es lo mejor que puede hacerse en un proceso de crecimiento personal. Todos deberíamos preocuparnos más por mirar más hacia adentro y menos hacia afuera.

Claudia Varela, Claudia Varela
15 de septiembre de 2019

La propia responsabilidad es la clave para entender hasta dónde van mis derechos y lo que yo merezco. Hace poco hablando con alguien que funciona muchas veces como mi amoroso Pepe Grillo, me dijo: pareciera que a la gente le gusta más ganar cuando ve perder a otro.

No lo había visto así, pero reflexionando en sus palabras encontré varios ejemplos de mi múltiple trato con seres de la raza humana, que me comprueban que así es. No me gusta generalizar porque finalmente eso iría en contra de pensar la diferencia que tanto promulgo y el derecho a ser tratado como un ser individual.

Hace un par de años estuve liderando un proceso de venta de un condominio de 10 casas a un tercero. Había que poner de acuerdo a cada propietario en un precio promedio para poder ofertar al constructor que iba a comprar. Tuve por lo menos 10 reuniones tratando de convencerlos del gran beneficio de hacer este negocio.

Antes de llegar a un acuerdo me desgasté muchísimo por un tema que era increíble, había dos grandes detractores del negocio, lo cual es normal, pero lo asombroso era que a ellos no solo les importaba ganar más, sino hacer que otros ganaran menos. Ellos podían bajarle el valor a su casa, pero solamente si ganaban más dinero que sus vecinos. En otras palabras, ellos solo sentían que ganaban si otro perdía.

Recordé esta historia porque hacía eco perfecto a lo que me dijo mi Pepe Grillo. Y recordé también las cosas que se viven en las organizaciones. En las empresas que tienen Unidades de Negocio diferenciadas, la sensación de ganar crece los ánimos cuando hay otra área que no va tan bien en sus resultados.

Otro caso fabuloso. Alguien que salió mal de una organización, que salió por malas prácticas que tomó por su propia decisión, el último día decidió acabar con la reputación de su jefe y dijo que tenía tremendo romance con otro personaje de la organización, algo que no era comprobable si no que se basaba en su propia y subjetiva especulación. Acabó con su jefe y así se fue más tranquilo.

Ante estos pocos ejemplos destructivos de los humanos observados en mi caminar, recordé a uno de mis grandes maestros en comportamiento humano, Sigmund Freud. Pensé en la pulsión de muerte o Thanatos, que funciona en contraposición a la pulsión de vida o Eros. Mientras Eros busca unir y satisfacer la vida. Thanatos busca satisfacer los impulsos agresivos y destructivos teniendo como fin último la propia muerte y desaparición. Esta fuerza genera retirada y se basa en el principio de nirvana, busca la disolución, no busca placer en la solución de conflictos que permiten la supervivencia sino la agresión.

Si los humanos tenemos estas dos fuerzas adentro, como lograr un equilibrio y tratar que naturalmente gane el principio de Eros, la pulsión de vida. Quisiera tener la respuesta, pero si no la tuvo Sigmund, no creo que yo la tenga hoy.

Lo que sí pienso es que es más difícil ser bueno que malo. Pensar y confiar en los demás, creer en la palabra de los otros y cumplir. 

Quiero creer que se puede desear el bien. Quiero creer que aunque nos equivoquemos la buena intención está viva en muchos de los humanos. Quiero creer que los buenos somos más y que cuando alguien me dice que te vaya bien, realmente eso quiera….que me vaya bien!