DANIEL NIÑO

Datos al desnudo

Si no se hace algo profundo, de gran calado, en reformas para asegurar una pronta recuperación, el PIB de lejos caerá más de 6%.

Daniel Niño Tarazona, Daniel Niño Tarazona
11 de junio de 2020

Los primeros datos en empleo e inflación parecen apuntar a un fuerte proceso de contracción económica. Sin embargo, es mejor analizar estos resultados no en la cifra sino en su explicación.

En el caso de inflación es claro que la caída aún no es producto de un choque estilo colapso de la demanda. Puntualmente, la enorme contribución a la caída de servicios telefónicos, incluido internet, obedece a decisiones del Gobierno y el manejo comercial de los operadores. En la misma vía, las caídas en las tarifas de electricidad con importantes decisiones de los mandatarios locales. De otro lado, los productos de limpieza y aseo que explican la significativa contribución a la caída de bienes del hogar no duraderos parece ser más un fenómeno de aumento en la oferta. Finalmente, queda el destacable aporte que hicieron al descenso inflacionario los precios de los combustibles, gracias a la caída del precio internacional.

Un ejercicio sencillo de simular en cuánto se ubicaría la inflación si los anteriores bienes y servicios no se tuvieran en cuenta o los grupos de gasto a los pertenecen, refleja que la variación en la inflación anual sería prácticamente de cero, dejando la inflación observada en mayo igual que en abril.

Luego la pregunta es si veremos más adelante en la inflación un colapso de la demanda y en forma más generalizada. Por ahora, lo que es cierto es que con la inflación en 2,85% anual, las tasas del Banco de la República en 2,75% lucen menos expansivas y ello generará más presiones a que continúen sus reducciones.

En el caso de empleo, faltan aún cifras para complementarlas y estimar el efecto en el ingreso, el gasto y por tanto en el crecimiento económico. Sin embargo, un ejercicio de simulación combinando datos actuales y otros conocidos, aunque no actuales, permiten algunas inferencias que resultan importantes.

En las 23 principales ciudades, que representan el 53% de la economía nacional, perdimos cerca 1,4 millones de empleos, lo que implicaría una pérdida en ingresos de casi 1,8 billones de pesos mensuales. Esto es una reducción de 12% de los ingresos, comparado con 2019. En promedio por trabajador una suma cercana a 1,26 millones de pesos mensuales.

El impacto económico en el país podría ser menos grave si se tienen en cuenta las ayudas monetarias del Gobierno o más grave si los datos no contemplan a las personas que están en licencias no remuneradas o que se bajaron de sueldo para mantener su empleo.

Lo que sí indican las cifras de la destrucción de empleo e ingresos es la dispersión del efecto, tanto geográficamente como por actividades. Por ejemplo, en Armenia es casi el doble del efecto nacional. No muy lejos marcan Neiva, Santa Marta, Pereira e Ibagué, por mencionar el top cinco. En actividades, las de entretenimiento y recreación, así como industria manufacturera, agricultura y ganadería seguidas por actividades financieras y actividades inmobiliarias son el top cinco.

Lo anterior no quiere decir que el aporte no se centre en Bogotá, seguida por Medellín y Cali o en forma preocupante en la actividad del comercio. Ello debe estudiarse para diseñar la política pública de una pronta recuperación. ¿Por qué?

Bogotá que representa un cuarto del PIB nacional aportó 36% de los nuevos desempleados en grandes ciudades y generaría 43% de la pérdida de ingresos de los trabajadores de las mismas. En particular en comercio, donde la capital es casi el 29% del PIB, la ciudad contribuyó a 44% de los nuevos desempleados en las grandes ciudades y su impacto sería la pérdida de 52,5% de los ingresos de las personas que trabajan en el sector.

Si no se genera una fuerte coordinación de la política nacional con la local y un diagnóstico contundente sectorial, con reducciones de los impuestos a la nómina, incentivos al empleo, una flexibilización laboral general y se complementa con políticas sectoriales focalizadas, nos espera otra horrible noche sin gloria inmarcesible ni júbilo inmortal.