Con un desempleo del 44%, según el FMI, los trabajadores venezolanos tienen pocas razones para celebrar | Foto: BBC VENEZUELA

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¿Quién puede pagar el nuevo aumento salarial en Venezuela?

El segundo aumento del mínimo tuvo un crecimiento del 122%, pero con los niveles actuales de inflación, los 40.000 bolívares en que quedó tasado solo significan US$7,7 y los venezolanos siguen con qué comprar la canasta básica.

1 de mayo de 2019

Los malabares económicos que sigue realizando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro acorralan cada vez más al sector privado en el vecino país. Por eso el anuncio del segundo aumento de salarios para los trabajadores venezolanos, la semana pasada, no desató el júbilo que muchos esperaban, y este primero de mayo provocó mayor zozobra entre empresarios y trabajadores.

Por eso muchos trabajadores en Venezuela no tuvieron razones para celebrar este miércoles el día internacional del Trabajo. La principal razón es que, luego de la destrucción de la economía que se ha registrado en los últimos cinco años, cada vez el aparato productivo es más pequeño y las opciones laborales se reducen para todos, al punto que el Fondo Monetario Internacional (FMI)ya calcula en 44% la tasa de desempleo en este país.

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Pero esa no es la única preocupación en materia social. Citando a la asesora empresarial de Fedecámaras Radio, Mary Olga Girón, el diario El Universal aseguró que el nuevo incremento beneficiará apenas a solo un 44% de la población venezolana, y aunque la cifra suena gigantesca, no tendrá el alcance esperado.

El presidente Maduro se anticipó a su tradicional anuncio de aumento salarial del primero de mayo y desde el pasado 25 de abril decidió pasar de 18.000 a 40.000 bolívares el salario mínimo. Esto en la práctica significa un crecimiento del 122%. Pero en la realidad del gasto del venezolano de a pie, no es gran cosa a juzgar por el comportamiento del dólar oficial, que ya supera los 5.000 bolívares, y que lleva al salario mínimo a US$7,7, es decir por debajo de países como Haití y Cuba.

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No será el único aumento de este año y eso tiene preocupados a los empresarios, que se enfrentan cada vez a nuevas dificultades para desarrollar sus operaciones y generar empleo. El año pasado se registraron cuatro aumentos salariales y la inflación obligó al gobierno a un cambio en el patrón monetario en agosto, que además se utilizó para definir nuevos parámetros del salario mínimo. Pero ante la excesiva emisión de billetes por parte del gobierno para cubrir sus gastos internos, los precios se han disparado de nuevo y la inflación sigue galopando. 

En estas condiciones, el aumento salarial no alcanza para que los trabajadores puedan cubrir el aumento que registra el costo de vida diario, pero además pone en una sin salida a los empresarios, afectados por la productividad, la hiperinflación, el aumento de la inseguridad y los cambios políticos que no permiten planificar.

Carlos Larrazábal, el presidente de Fedecámaras, el gremio de gremios en Venezuela, le dijo al diario caraqueño que mientras no se reactive el aparato productivo del país, el salario de los trabajadores seguirá siendo insuficiente y recordó que el país sigue trabajando al 30% de su capacidad productiva.

En este mismo sentido, el presidente de Dinámica Venezuela, Eduardo Fortuny, explicó que mientras el aparato trabaje a media marcha, como ocurre en estos momentos, la generación de riqueza y de nuevos empleos en el país seguirán siendo sueños aplazados. Fortuny habló durante la asamblea de la Cámara Colombo Venezolana y advirtió que hoy en el territorio vecino hay más de 3.600 plantas industriales paralizadas y en venta para quienes decidan ponerlas a producir.

De acuerdo con El Universal, mientras en 1997 operaban más de 12.700 industrias en Venezuela, hoy solo hay 2.500 operando, de acuerdo con datos del presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga.

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Los cálculos del gremio de los industriales en Venezuela indican que para poner a operar nuevamente estas plantas industriales, se requerirán inversiones de entre US$18.000 millones y US$20.000 millones no solo en funcionamiento sino también en capital de trabajo.

La expectativa de muchos empresarios tanto del lado colombiano como del venezolano está en una transición hacia la democracia, que permita que un nuevo gobierno establezca reglas de juego claras, trabaje para reconstruir la infraestructura tanto energética como de servicios públicos básicos y de vías y facilite las inversiones, de manera que se reactive el tejido industrial en el vecino país y vuelva a generarse empleo.