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Camilo Díaz

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La política social del próximo presidente

Los candidatos han optado por proponer que su política social estará basada en pagar y aumentar más subsidios.

2 de abril de 2022

La política social propuesta por los candidatos, es seguir por la senda del pago de subsidios, ninguno habla de generación de empleo formal, y de cierre de brechas laborales, entre mujeres y hombres, y población joven que presenta una tasa de desempleo mayor al 20% según el último reporte del Dane.

Bajo la lógica de solucionar la pobreza que afecta a 22 millones de colombianos, los aspirantes a la Casa de Nariño, hablan con toda seguridad de indexar los subsidios de ingreso solidario, Colombia mayor, familias y jóvenes en acción, a la inflación, es decir ajustarlos al IPC, agregando que es urgente. Pero en su urgencia presidencial se olvidan de que lo que están proponiendo es un país inviable en términos económicos, porque toda cuenta por pagar del Estado debe tener una contrapartida en el ingreso, de lo contrario es insostenible.

Con una inflación que esta en el 8,01% y donde las proyecciones de la mayoría de analistas coinciden en que cerrará el año mínimo en 6%, la propuesta de los candidatos es aumentar el gasto en esos subsidios en $1,1 billones pues costaron $14,2 billones en 2021 según el Marco Fiscal de Mediano Plazo. Aunque ya todos están largos con la chequera, ninguno les ha avisado a la clase media y a los empresarios, que tendrán que hacer otra reforma tributaria, mucho más si para agradecer a una parte de sus electores van a subir los subsidios que el Estado entrega a la población más vulnerable.

Una política social basada únicamente en entregar subsidios es una política perezosa, porque pone un lastre a la economía al mantener una parte de la población en edad de trabajar por fuera del circuito económico, desperdiciando la contribución que mediante el trabajo y consumo puede hacer, los subsidios son apenas de subsistencia y han mostrado que su aplicación sin objetivos concretos perpetúa la pobreza.

Aumentar la cobertura y montos de los subsidios incrementa la presión en las finanzas, donde ya tenemos una deuda que alcanza el 58% del PIB y un déficit fiscal del 8% del PIB. Es importante, que la población más vulnerable tenga asistencia monetaria desde el Estado, pero necesariamente se debe priorizar la generación de empleos formales.

La mejor política social es generar empleos, no crear nuevos pagos e indexación de subsidios como proponen los candidatos. El empleo formal hace que los hogares se incorporen a la clase media, puedan por sus propios medios contribuir al sistema de salud, y cotizar a pensiones y cesantías. El empleo, hace que la población económicamente inactiva se reincorpore a la economía y contribuya al crecimiento y sostenimiento de las finanzas públicas. El empleo formal es de los mejores instrumentos de reducción de la desigualdad y en conjunto con la educación el más eficiente de los vehículos para la movilidad social.

Una forma de generar empleo es utilizando la política fiscal, no para gastar en subsidios sino para invertir en infraestructura eso demanda empleos y aumenta competitividad. Otra es mejorar la política comercial invirtiendo en hacer ferias de negocios en el exterior, donde el estado pague esos costos, para que las pymes aprovechen los tratados de libre comercio, cuando una pyme crece, lo hace demandando empleo. Implementar la política de desarrollo productivo, es otro instrumento para crear empleos, ahora que nos damos cuenta, con el Covid y la guerra de Rusia sobre Ucrania, que tener capacidad productiva es cuestión de seguridad. La industria emplea con mejor calidad y remuneración que otros sectores. Y el abandonado agro además de vías terciarias debe recibir inversiones que soporten la asistencia técnica, el financimiento, y concatenamientos con las cadenas de comercialización.

Son muchos los instrumentos que el próximo presidente puede poner en marcha para tener una política social basada en la generación de empleo. Pero vemos que los candidatos en lugar de proponer se critican unos a otros, hasta exponen sus vidas privadas, pero en materia de empleo no dicen nada, prefieren la pugnacidad del lenguaje y hasta cargan afiches de los otros, como si extrañaran la confrontación en lugar de propuestas argumentadas.

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