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MAURICIO BOTERO CAICEDO

Corrompiendo la moneda

Lenin decía que no había “medio más sutil, más seguro de derrocar la base existente de la sociedad que corromper la moneda. El proceso involucra a todas las fuerzas ocultas de la ley económica del lado de la destrucción, y lo hace de una manera en la cual ni un hombre en un millón sería capaz de diagnosticar”.

Mauricio Botero Caicedo
4 de septiembre de 2019

El líder comunista ruso, al que no le faltaba la razón, se refería a disminuir notablemente el valor del dinero mediante la hiperinflación, cuyo resultado disminuye el poder adquisitivo de los ciudadanos y como consecuencia desaparece parte de su riqueza. Mediante la inflación, que ahuyenta las inversiones y estimula la fuga de capitales, los gobiernos empobrecen a muchos (y con razón se denomina un “Impuesto de los pobres”) y enriquecen a algunos. Es el arma ideal para castigar a los opositores y premiar a los aúlicos.

En Venezuela, que hoy posiblemente tiene la hiperinflación más grande del mundo, menos de 30 días tienen que pasar para que se dupliquen los precios de la economía. No hay aumento de salarios que pueda compensar semejante desequilibrio, y ni siquiera existe la posibilidad de comprar por anticipado, ya que el desabastecimiento de bienes básicos es regla desde hace mucho tiempo. La historia venezolana ha estado caracterizada por el rentismo, la enfermedad crónica de los países que cuentan con valiosos recursos naturales, pero que no tienen instituciones políticas y económicas sólidas. Toda la economía venezolana gira y se nutre alrededor del petróleo. Con el tiempo, como lo señalaba recientemente un analista, “esto va generando una combinación letal: estados ricos y sociedades civiles pobres. Como la producción petrolera es poco intensiva en mano de obra, los sucesivos gobiernos venezolanos crearon innumerables empresas en distintos rubros, que tienen una productividad mínima o nula, pero emplean a muchas personas. El chavismo pretendió crear un régimen hegemónico, para lo cual debilitó a todos los actores que no podía controlar, como los empresarios y la oposición política.” En Venezuela los chavistas, al corromper la moneda, aplicaron la sentencia de Lenin y derrocaron la base existente de la sociedad. Venezuela es un estado fallido.

En Argentina, sin ser la situación tan grave como la venezolana, la inflación ha causado estragos. Según la analista, Victoria Giarrizzo, autora del reciente libro ‘Atrápame si puedes: el secreto de la inflación argentina‘, el problema de la inflación arrancó hace mucho tiempo atrás y a su criterio tiene fecha de inicio en 1945, con el primer gobierno de Juan Domingo Perón. Ese año se instaló la inflación en Argentina, “conviertiéndose con el pasar de las décadas en parte de la cultura argentina, como lo es el tango, el fútbol, el asado los domingos o el mate en la playa.”  Pero claramente, a su criterio los gobiernos que vinieron después, lejos de controlar el problema, lo incrementaron. Para la analista, “el meollo del problema es que desde ese año, se les concedieron a los argentinos una serie de prebendas en aras de la ‘justicia social’, que no eran producto de un mayor desarrollo, productividad y riqueza en el país, sino que venían a distribuir la misma porción de torta entre más personas. Las empresas, sin aumentar los precios, no estaban en capacidad de pagar las prebendas. La única salida era subir los precios.”

Pero para ilustrar la magnitud de lo que significa corromper la moneda, he aquí una serie de ejemplos con cifras de los Bancos Centrales de Venezuela, Argentina y Colombia.

  • Si una persona tuviera un millón de dólares equivalentes en bolívares el día en que subió Chávez al poder (2 de febrero de 1999), y los hubiera guardado debajo del colchón, hoy tendría 36 dólares. Es decir, el millón de dólares convertido a bolívares venezolanos perdió un 99.996 % de su valor.
  • En el país austral, el argentino que hubiera tenido un millón de dólares equivalentes en pesos, hoy tendría el equivalente a 17.221 dólares debajo del colchón. Es decir, el millón de dólares convertido a pesos argentinos perdió un 98,3 % de su valor.
  • En Colombia, el compatriota que hubiera dejado el millón de dólares euivalente en pesos debajo de un colchón, tendría hoy el equivalente a 457.293 dólares. Es decir, el millón de dólares convertido a pesos colombianos perdió un 54 % de su valor.