MARIO VALENCIA

Gobernar para crear riqueza, el reto electoral de 2018

El reto electoral de 2018 es comenzar a construir un gobierno que actúe estimulando la ampliación de la frontera de posibilidades de producción.

Mario Valencia, Mario Valencia
12 de enero de 2018

Algunos candidatos presidenciales en Colombia están realizando propuestas irresponsables como reducir los impuestos corporativos, siguiendo la línea marcada por el gobierno de Trump en Estados Unidos. De hacerlo, implicaría un debilitamiento alarmante del Estado.

En lo inmediato la contabilidad empresarial registraría beneficios, pero en el largo plazo -que es lo más importante para una Nación- el mercado es incapaz por si solo de resolver las necesidades de mejorar la competitividad y productividad.

La explicación es sencilla: hay cosas que la riqueza individual no puede comprar. Para todo lo demás, existe el Estado. Por ejemplo, en 2017 Colombia desmejoró en la calificación del Índice Global de Competitividad y descendió 5 posiciones. En calidad de carreteras ocupó el puesto 110 entre 137 países, realidad tan vergonzosa como que el candidato del actual gobierno muestre esta labor como su mejor carta electoral.

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La única forma de cambiar esta situación es con inversión pública, en este y muchos otros aspectos. Pero la dificultad para abordar de manera sensata el debate sobre la importancia del “secretario del mercado”, como llamó León Walras al Estado, es que estamos ante uno de los más corruptos e ineficientes del planeta. En el mismo índice de competitividad, en desvío de fondos públicos Colombia ocupa el lugar 131.  No obstante, la solución no puede ser debilitarlo más.

El reto electoral de 2018 es comenzar a construir un gobierno que actúe estimulando la ampliación de la frontera de posibilidades de producción, es decir, promover un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles para crear más riqueza. El éxito individual siempre estará determinado por su entorno social y en la medida en que el país sea capaz en conjunto de producir más, generará un círculo virtuoso que beneficiará a empresarios y trabajadores, quienes tendrán más ingresos disponibles con que contribuir al funcionamiento del Estado y éste a su vez podrá retribuir con más bienes públicos.

Con más riqueza, quedarán sin piso argumentos grotescos como la destrucción urbanística de Bogotá al negar un metro subterráneo porque “no había los recursos para hacerlo” de Peñalosa, o seguir permitiendo los paseos de la muerte en la salud porque “como los recursos son escasos, la disyuntiva es más complicada: una vida por un lado, muchas vidas por el otro lado”, de Alejandro Gaviria.  La falta de recursos es una excusa pueril que se resuelve generando más crecimiento.

Es hora de pensar en el bienestar colectivo con un Estado más eficiente, que no esté capturado por los intereses particulares de las mafias de la contratación, ni bajo las orientaciones fallidas de los organismos internacionales, causantes intelectuales de las recientes crisis económicas globales. Recuerde que no es lo mismo gobernar para unos cuantos ricos, que gobernar para crear riqueza nacional.

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