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Alberto Donadio  Columna

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Bueno, bonito y barato

Esta semana, la revista Forbes otorgó a Jaime Gilinski el Premio a la Excelencia Empresarial 2023. Gilinski es un empresario, pero en una economía desarrollada sería considerado con más precisión un gran inversionista.

Alberto Donadio
25 de noviembre de 2023

En septiembre de 2022, el rey de España, Felipe VI, entregó en el Palacio de la Zarzuela, de Madrid, el Premio Enrique V. Iglesias al Desarrollo del Espacio Empresarial Iberoamericano a Jaime Gilinski. Según una nota de prensa divulgada por la Casa Real: “La distinción es un reconocimiento al esfuerzo y la labor del Grupo Gilinski al hacer, a través de las ofertas públicas de adquisición de Grupo Nutresa, Grupo Sura y ahora Grupo Argos, las inversiones más relevantes en la historia reciente del sector empresarial colombiano en medio de un panorama de incertidumbre en el contexto internacional y local”. El premio lleva el nombre de Enrique V. Iglesias, el excanciller uruguayo que fue presidente del Banco Interamericano de Desarrollo entre 1988 y 2005.

Esta semana, la revista Forbes otorgó a Jaime Gilinski el Premio a la Excelencia Empresarial 2023. Gilinski es un empresario, pero en una economía desarrollada sería considerado con más precisión un gran inversionista, a great investor, al estilo de Warren Buffett, pues no es un creador de compañías que se inician en un garaje, como Steve Jobs con Apple, sino alguien que tiene un talento especial para identificar compañías que ya existen y adquirirlas a un precio interesante. La filosofía de Warren Buffett consiste en adquirir activos de primera calidad cuando están en promoción, y a fe que Jaime Gilinski se inspiró en el Oráculo de Omaha cuando planteó la opa por Nutresa. La oferta pública de adquisición de 2021 la presentó aprovechando que la acción se cotizaba a 21.000 pesos, el mismo valor que tenía diez años atrás. Además, el peso valía en 2021 la mitad de lo que valía en 2011, por lo que comprar con dólares era un gran negocio. Gilinski vio que Nutresa se cotizaba en bolsa a precio de quema. En Colombia el mercado de valores no es parte esencial de la economía, por eso, ni siquiera tenemos el léxico apropiado, y el empresario cubre al que abre un restaurante, a los banqueros, a los cerveceros y a cualquier hombre de negocios. En los Estados Unidos millones de trabajadores invierten en bolsa a través de fondos mutuos, y el crecimiento de las acciones es la pensión de muchos, junto con la valorización de la vivienda propia, pues allá no existe Colpensiones.

Cuando Buffett compró en 1997 la cadena de helados Dairy Queen, que tiene más de 6.000 puntos de venta, le preguntaron por qué no invertía en el boom tecnológico del momento, que luego terminó en estruendosa caída. Respondió que no entendía esas compañías que prometían pajaritos de oro, pero que la gente siempre iba a querer conos y leche malteada. Con ese mismo criterio elemental, compró la totalidad de Gillette, pues, según él, salvo los árabes, la mayoría de los hombres del mundo seguirían afeitándose. Ese patrón de vender productos de consumo masivo lo llevó a ser accionista de Coca-Cola desde hace muchos años. Hoy es el principal accionista individual, con el 9 por ciento de las acciones. Con el negocio de Nutresa, Gilinski no solo adquirió una compañía a buen precio, sino que se hizo a marcas históricas en Colombia, como las galletas de Noel, fábrica que tiene más de 100 años y sigue dominando la galletería pese a la competencia y las importaciones. Igual se puede decir de Colcafé, marca que supera en Colombia al líder internacional, Nescafé. Y de paso compró como parte de Nutresa los helados Crem Helado. Es decir, Gilinski actuó como discípulo de Buffett. Los helados y las paletas no pasan de moda.

Jaime Gilinski ha aplicado los principios de Buffett también fuera de la bolsa. No conozco personalmente a Jaime Gilinski, pero sé algo de su modus operandi porque escribí sendos libros sobre los dos primeros bancos que él adquirió, el Banco Andino y el Banco de Colombia. El Andino se llamaba BCCI y era el banco más pequeño del país. Cuando quebró en el exterior su casa matriz, Gilinski lo adquirió en la liquidación por una libra esterlina y antes de venderlo años después a Nicolás Landes del Banco Popular, del Ecuador, lo convirtió en uno de los diez bancos más importantes. Posteriormente, cuando el Gobierno reprivatizó el Banco de Colombia, solo se presentaron a la licitación pública el Banco Ganadero y el Grupo Gilinski. Estaba en venta el banco que lleva el nombre del país, pero nadie más hizo ofertas. Ahí se vio la capacidad de Gilinski de identificar activos valiosos que temporalmente están golpeados. El Banco de Colombia era y es una gran franquicia.

Hay otro aspecto de la vida de Jaime Gilinski que conocemos quienes desde hace más de 40 años observamos las movidas financieras desde la barrera. Nunca se han relacionado los bancos y los negocios de Jaime Gilinski con autopréstamos, indictments, sobornos, lavado o actividades similares.

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