Economía y desarrollo

Alianza del Pacífico: un caso de éxito

La creación de la Alianza del Pacífico, en abril de 2011, demostró que sí era posible lograr un modelo de integración económica entre los países de la región. ¿Por qué ha dado buenos resultados?

Roberto Abusada*
14 de julio de 2017

En una continua búsqueda para acelerar su progreso, América Latina siempre vio en la integración económica una poderosa herramienta. Sin embargo, durante el siglo XX las ideas integradoras fracasaban por múltiples razones. En algunos casos porque se concibieron como una manera de replicar a nivel regional los mismos esquemas de desarrollo que habían fallado en cada país, que pretendían industrializarse detrás de unas altas barreras de protección. En otros, las que provocaron las crisis fueron las políticas macroeconómicas poco prudentes que jugaron en contra de los esfuerzos integracionistas.

No obstante, con la creación de la Alianza del Pacífico (AP), el 28 de abril de 2011, quedaba claro que sí se podía llegar a un proceso integrador, profundo y abierto al mundo; de hecho, ahí radica el éxito de esta iniciativa regional que integra a Chile, Colombia, México y Perú. Ya con anterioridad a la AP, los cuatro países habían establecido tratados comerciales con las economías más competitivas del mundo, un paso que explica, en gran medida, la velocidad con la que los integrantes de la AP han podido liberalizar el intercambio de bienes y servicios.

En el regionalismo abierto de la Alianza, sus países están comprometidos a avanzar hacia el pleno movimiento de bienes y servicios, de capitales y personas. Los avances logrados en estos seis años demuestran la intención de convertirla en una potente plataforma económica y política que permita elevar su competitividad en las cadenas de valor globales, y, de esta manera, avanzar en el desarrollo de la ciencia y la tecnología para diversificar sus estructuras productivas. Pero hay una característica aún más importante: sus miembros ven a la alianza como un instrumento vital para consolidar la práctica de políticas públicas en el marco de los valores democráticos, el manejo económico prudente, el respeto a los derechos humanos y el cuidado del medioambiente.

Es cierto que el desempleo y el deterioro de la distribución del ingreso en algunas economías avanzadas han propiciado el resurgir de nacionalismos impregnados de proteccionismo, populismo, y xenofobia. Frente a este peligro la Alianza ha reafirmado su voluntad de profundizar la integración entre sus miembros; y al establecer la figura de Estados Asociados ha respondido de manera positiva al interés de otros países, particularmente de Asia-Pacífico, dispuestos a materializar tratados de calidad análoga a la que rige la relación económica en el interior de la Alianza.

*Presidente del Instituto Peruano de Economía.