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Juan Sebastián Arango, autor libro estallido social.
Juan Sebastián Arango, autor libro estallido social. | Foto: Suministrada

ENTREVISTA

Autor de libro del llamado “estallido social” cuenta el propósito de esas marchas: “Fue una indignación social instrumentalizada en lo electoral”

Juan Sebastián Arango, escritor de ‘Conversaciones en el llamado estallido social’, habló sobre lo que sucedió en el paro de 2021 y cómo fue aprovechado por un sector político para llegar al poder.

Redacción Nación
5 de mayo de 2024

En 2021 Juan Sebastián Arango era el consejero presidencial para las juventudes del expresidente Iván Duque. En ese momento le tocó enfrentar, tal vez, uno de los retos más difíciles de su vida: el llamado “estallido social” o paro nacional, que a pesar de que nació de una gran inconformidad social en medio de la pandemia, especialmente de los jóvenes, terminó infiltrada por grupos al marguen de la ley y generando violencia y caos.

Arango lanzó recientemente el libro ‘Conversaciones en el llamado estallido social’, en el cual cuenta esa experiencia y recoge distintas voces e investigaciones sobre lo que realmente sucedió y qué lecciones le quedan al país. En conversación con SEMANA entregó detalles de su obra.

SEMANA: ¿Cuál es el propósito y de dónde nace esta idea de dialogar sobre el llamado “estallido social”?

JUAN SEBASTIÁN ARANGO: Escribí este libro porque necesitamos muchas herramientas como país para que podamos transitar nuestras diferencias y distintas perspectivas a través del diálogo y las conversaciones difíciles y encontrarnos en posiciones diferentes. Este libro es un relato de lo que yo viví como consejero presidencial, pero también de las herramientas que aprendí en ese momento alrededor de las nuevas ciudadanías, de la movilización social, del diálogo, para poder crear soluciones compartidas con personas que piensan diferente.

Juan Sebastián Arango, autor libro estallido social.
Juan Sebastián Arango, autor libro estallido social. | Foto: SEMANA

SEMANA: ¿Con quién conversó en este libro?

J.S.A.: Los lectores verán mis posiciones propias del país, pero también van a encontrar visiones de personas que estuvieron involucradas durante estas manifestaciones como por ejemplo Gareth Sella, vicepresidente de juventudes del presidente Petro, pero también van a encontrar a Julián Uscátegui, concejal del Centro Democrático, que se hacía denominar el aguatero del Esmad durante estas movilizaciones. La gente va a poder ver diferentes visiones alrededor de lo que sucedió en ese momento y va a poder explorar lo que como Gobierno hicimos para amplificar el diálogo, hacer políticas públicas en conjunto y lograr consensos con las personas que se estaban movilizando pacíficamente.

SEMANA: El nombramiento de Sella llegó a ser polémico, porque algunos reclamaban que se trataba de un ‘premio’ a un grupo que causó caos, como fue la primera línea, ¿qué cuenta él en el libro?

J.S.A.: Invito a que la gente compre el libro y puedan leer lo que puso y explicó, pero básicamente lo que él hace es que cuenta por qué él, una persona que viene de una clase social favorecida, que ha tenido comodidades, decide involucrarse desde su óptica ideológica en lo que él llama su lucha social.

La primera línea se enfrentó a la Fuerza Pública. | Foto: foto: esteban vega la-rotta

SEMANA: ¿Y por el lado de Julián Uscátegui, por qué él defendió a la Fuerza Pública?

J.S.A.: Él proviene de una familia que está dentro de la Fuerza Pública. Su causa política está encausada ahí. Y él tenía un punto, que está en el libro, en el que plantea que las personas que hacen parte de la Fuerza Pública también son jóvenes, personas y también tienen una humanidad, y que había una estigmatización muy profunda sobre ellos.

SEMANA: Ha habido múltiples interpretaciones sobre el término “estallido social”, ¿usted qué opina?

J.S.A.: Dos cosas importantes, por eso el libro se llama ‘Conversaciones en el llamado estallido social’, porque creo que en la sociedad colombiana no hay un consenso alrededor de que eso haya sucedido durante las manifestaciones del año 2021. Merecemos la oportunidad de abrir la conversación sobre qué fue lo que pasó, porque tampoco podemos permitir que nos impongan relatos cuando la gente no está de acuerdo con ellos o cuando hay dudas o voces encontradas. El libro es un llamado a la reflexión, al diálogo y a la conversación sobre qué fue lo que pasó en ese momento en el país y por eso lo denomino así, como una manera de abrir esa conversación.

SEMANA: Y según su investigación, ¿qué fue lo que sucedió en ese momento?

J.S.A.: Tenemos una gran cantidad de personas que por unas cargas históricas y por unos problemas desatendidos en la sociedad colombiana hubo mucha gente que tenía una indignación válida, sumado a los efectos sociales que generó la pandemia. También sería muy ingenuo de nuestra parte no observar que ahí también había políticamente estructurado esperando una ebullición social como sociedad para manipular ese momento del país y convertirlo en una agenda electoral, esto, sumado a que esa voz de los jóvenes, de personas que estaban indignadas, fue infiltrada por grupos armados ilegales en busca de desestabilizar un Gobierno legítimamente elegido. Al final esa mezcla entre interés político e infiltración de la violencia terminó disminuyendo lo que realmente era importante, que eran las voces de los jóvenes y la voz de las personas que realmente querían decir cosas sobre ese momento del país, por eso nosotros hicimos un diálogo tan abierto y tan amplio para poder evitar que sucediera esa disminución de la voz de las personas que estaban indignadas socialmente y que pudiéramos convertir esas diferencias en oportunidades de desarrollo.

SEMANA: ¿Estas marchas tenían el propósito de poner a Gustavo Petro en la Presidencia?

J.S.A.: Fue una indignación social instrumentalizada en lo electoral. Eso proviene de ahí. Creo que es evidente que cuando uno lo mira hacia atrás claro que había una indignación social, pero los liderazgos de ciertos sectores de la izquierda decidieron tomar esa indignación social para convertirla en un sistema de caos, de desestabilización y de agenda electoral.

SEMANA: ¿Hubo filtración de grupos ilegales en la primera línea?

J.S.A.: En el libro hay un capítulo completo que explica las características de esta manifestación social. Creo que hay una parte fundamental y es que la violencia fue también protagonista del escenario. Esa violencia generó dos elementos: el primero es que ciertos sectores de la sociedad colombiana corrieron el imperativo moral de que la violencia es una forma de accionarlos políticamente. Eso nunca debería sucedernos como sociedad. Y el primer fenómeno es el elemento de la primera línea, que proviene de conversaciones y de modelos de diferentes países, pasando por Chile, Ecuador y que llegó a Colombia, pero con unas dinámicas sociales totalmente diferentes que trajeron al país en aras de generar desestabilización, pues fue rápidamente infiltrado por grupos armados como el ELN, las disidencias de las Farc y esa infiltración le arrebató a los jóvenes una voz legítima de indignación que ellos tenían y de conversación en ese momento alrededor del país. Sí hubo violencia, y eso terminó desviando la conversación, y poniendo los parámetros sobre otros contextos. En ese momento ya no hablábamos de los temas que los jóvenes nos estaban pidiendo, sino que se comenzó a hablar sobre si era válido o no el uso de la violencia a través de este tipo de grupos para manifestarse socialmente. La conversación era si debíamos tener o no diálogos con la primera línea, cuando lo importante era lo que los jóvenes orgánicamente nos estaban diciendo en el territorio y eso lo pasaron como a un segundo plano, por eso el Gobierno decidió abrir un diálogo gigante para poder decantar lo que era violencia y de otro lado lo que eran personas y jóvenes que realmente estaban planteando diferencias.

 En 2021 se presentaron violentas protestas protagonizadas por la llamada primera línea, que hoy el Gobierno insiste en dejar en libertad, pese las evidencias de delitos de quienes fueron procesados. Las víctimas y los denunciantes sienten miedo.
En 2021 se presentaron violentas protestas protagonizadas por la llamada primera línea.

SEMANA: Como autor, ¿cuál es su posición sobre la primera línea?

J.S.A.: Mi posición es que la violencia en este país nunca puede ser un mecanismo para dirimir lo que podemos solucionar en la vía institucional y democrática, sea infiltrado, sea con indignación, sea lo que sea, nunca la violencia puede ser un camino. Y así como la violencia nunca puede ser un camino, el estándar sobre nuestra Fuerza Pública también tiene que ser supremamente alto y aquellos uniformados o funcionarios que deshonren o quiebren la ley tendrán que someterse a los procedimientos jurídicos y encontrar responsabilidades, porque la violencia en Colombia tiene que ser un imperativo moral, nada de violencia para solucionar lo que podemos solucionar institucional y democráticamente.

SEMANA: ¿A qué se refiere con una “oportunidad al sector productivo”?

J.S.A.: El sector privado jugó un rol fundamental durante ese momento del país pese a los estragos gigantes que les estaba generando los bloqueos, el no poder movilizarse, tener el país bloqueado, el sector privado se acercó a una conversación social importante en nuestra sociedad y eso nos ha hecho encontrar nuevos espacios para que el sector privado pueda conectarse con las nuevas ciudadanías, con las comunidades, con los grupos sociales y así seguir profundizando el concepto social de la propiedad privada y de la empresa en el país.

SEMANA: Precisamente estamos en una coyuntura de marchas tanto a favor como en contra del Gobierno, ¿qué conclusiones saca de lo que está sucediendo?

J.S.A.: El libro llegó en un momento importante del país, en el cual vemos posiciones políticas que se están viendo manifestadas en las calles. Lo que pasó el 21 de abril fue una marcha eminentemente orgánica, ciudadana, de personas que salieron a marchar en el 21 pero que también están saliendo a marchar ahora en contra del presidente Gustavo Petro, de gente que normalmente no utiliza este mecanismo de participación salieron a marchar pacíficamente. Y lo que vimos el 1 de mayo fue que el Gobierno volvió a las estructuras sociales tradicionales que puede aceitar con maquinaria para hacer movilizarlos. El 21 de abril fue una movilización orgánica y la del 1 de mayo fue de maquinaria. Pero, lo más importante, más allá de las características de cada una, es que el presidente no puede dividirnos entre ciudadanos de primera y segunda categoría. En Colombia solo existimos los ciudadanos. Estamos pasando de lo que autodenominaron rompimiento institucional a provocar desde el Gobierno un rompimiento ciudadano y eso como sociedad está terrible, la pregunta es cuándo va a haber diálogo desde el Gobierno porque en Colombia no existen las ciudadanías de primera y segunda categoría.