Home

País

Artículo

Coyuntura Nacional

¡Qué desastre!

Rabia, desazón y resignación viven a diario quienes toman la vía Bogotá – Girardot, una concesión que debía estar lista hace un año, pero que será terminada en 2014. Dinero hizo un recorrido por sus 132 kilómetros.

14 de septiembre de 2011

Obreros sentados en la vera del camino. Pedazos de vía sin pavimentar y a medio hacer. Pasto y maleza en un tramo nuevo que fue arrasado por las lluvias hace meses y que sigue sin reconstruir.

Un túnel que fue inaugurado dos veces, pero solo funciona en un sentido. En sus cuatro kilómetros de extensión se transita a 30 kilómetros por hora y luego desemboca en un trancón que tarda más de una hora. Muy cerca a ese túnel, unas vigas de acero que debían soportar un viaducto se pudren en la orilla del río Sumapaz. “Eso lleva como seis meses ahí”, dice una habitante del sector y propietaria de un negocio.

En Chinauta, un hotel que fue de un narcotraficante y ahora está en manos de la Dirección Nacional de Estupefacientes obstaculiza la terminación de otro tramo de doble calzada. El Estado contra sí mismo. Grietas en la tela asfáltica, huecos y cuellos de botella por doquiera hacen parte de la Autopista Bogotá–Girardot, una obra de 132 kilómetros que debía haber quedado lista hace casi un año.

Todos los males posibles para una vía están presentes allí. Algunos tramos ni siquiera se han tocado y cerca de 500 predios no se han comprado. La maquinaria es insuficiente y no se nota afán por recuperar el tiempo perdido. A este ritmo será imposible cumplir con el contrato que concluye a mediados del año entrante. “Ni trabajando 24 horas se podría cumplir”, dice un ingeniero que prefirió mantener en reserva su nombre.

El ministro del Transporte, Germán Cardona, prometió que antes de finalizar este año se tomarían acciones para acelerar los trabajos pero cualquier decisión parece insuficiente. Este es un recorrido gráfico –realizado el 9 de septiembre– por esta malhadada vía que hoy está más embolatada que nunca.