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Por esencia innovadora

La pequeña y mediana empresa colombiana ha demostrado que domina las herramientas de la innovación: se enfoca en el mercado, domina su tecnología y crea herramientas para ella. Los resultados no se hacen esperar.

16 de diciembre de 2005

Después de que el negocio de la fabricación de autopartes sucumbió ante la apertura de los años 90, la firma Combustión Ingenieros se arriesgó a crear otra empresa que fabricara hologramas y que supliera una demanda potencialmente inmensa, pero para la cual no había oferta doméstica. De igual manera, la firma quindiana Recipelet se aventuró a fabricar artículos de plástico de las bolsas plásticas utilizadas para cubrir el plátano sembrado en 15.000 hectáreas en la zona cafetera y que contaminaba el paisaje de la naciente industria turística cafetera. Hoy estas dos empresas han creado exitosos mercados antes inexistentes en Colombia.

Como muestran estos ejemplos, la pequeña y mediana empresa es, casi por excelencia, una criatura innovadora. Tiene que serlo. No puede importar tecnología sofisticada; con lo que tiene -y puede ingeniar- debe fabricar a costos competitivos. Sin embargo, innovar puede parecer un proceso caótico, difícil de formular y recetar, solo domado por arriesgados empresarios. Afortunadamente, ellos dejan lecciones sobre el proceso, que evidencian los rasgos comunes de una innovación exitosa. Primero, toda empresa innovadora tiene el claro objetivo de atender una demanda insatisfecha o apenas latente. Segundo, aunque no imperativo, goza de una alta capacidad para dominar su tecnología, lo que le permite apropiarla, adaptarla y mejorarla. Tercero, crea una cultura para la innovación. Suele dejarse ayudar y dedica recursos humanos y financieros a la tarea. Los impactos no se hacen esperar: incrementa su participación en sus mercados, incursiona en otros nuevos y, a veces, hasta los crea.

¿Por qué? La innovación implica necesariamente llevar un producto o servicio al mercado donde se decidirá su éxito o fracaso comercial. Cuando se innova se trata de suplir una demanda. Algunas empresas aprovechan el hecho de que los mercados a los que le apuntan son casi inexistentes o están mal atendidos por una escasa competencia. Sin embargo, esto no implica que el ejercicio de innovar será más fácil, como se ve en los casos de A-Maq, Combustión Ingenieros y Recipelet.

A-Maq (Análisis de Máquinas) es una empresa paisa que cuenta con tecnología para analizar, por medio de vibraciones y acústica, el funcionamiento de cualquier tipo de maquinaria. El modelo en que se utiliza esta tecnología es lo verdaderamente novedoso para el mercado colombiano, dice Marcel Rueda, de A-Maq. El A-Predictor consta de un equipo de medición y un software desarrollado por la empresa. La diferenciación está en la posibilidad de comunicación entre los analistas de A-Maq y los operarios de la empresa cliente. La idea es evitar fallas, anticipar daños y desgastes ofreciendo grandes ahorros. El daño de una bomba hidráulica puede costar entre $30-$60 millones, mientras el mantenimiento de A-Maq vale entre $100.000 y $300.000, dice Rueda. Más aún, el modelo permite hacer paros programados en las plantas, lo que significa millonarios ahorros, agrega. El modelo será introducido en Estados Unidos por medio de la empresa estadounidense socia de A-Maq, Analytical Management Techonologies.

Combustión Ingenieros sabía que era escasa la competencia que ofrecía etiquetas holográficas que autenticaran productos y también que en Colombia la falsificación es común. Los estudios de mercado no fueron necesarios y padre e hijo aplicaron su experiencia en la fabricación de autopartes y óptica, respectivamente, y desarrollaron un sistema para la fabricación de etiquetas de seguridad por el cual fueron galardonados en Innova 2004, del Ministerio de Comercio y la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia. Hace unos años y debido en parte al mal servicio que acompañaba los hologramas importados, la cultura de utilizar hologramas en Colombia era escasa, dice Ricardo Amézquita padre, de CI. Pero eso ha cambiado. Hoy el 85% de los ingresos de CI proviene de farmacéuticas internacionales ubicadas en Colombia, algunas de las cuales utilizan las etiquetas de CI en otros países. Igualmente, hay varias licoreras interesadas en poner las etiquetas en sus botellas, lo cual es un logro dado que en años anteriores estos intentos habían fracasado por utilizar etiquetas y maquinaria importada mal implementada.

Recipelet también encontró un mercado inexplorado que aprovechó gracias a que desarrolló la maquinaria para reciclar plástico usado. Las bolsas que cubren el banano en el Eje Cafetero dieron origen a la empresa, y ahora se estudia la posibilidad de exportar el modelo a los Llanos y Ecuador, dice Henry Gómez de Recipelet.

La ventaja tecnológica A-Maq, CI y Recipelet crearon mercados que no tenían mucha competencia. Sin embargo, no siempre es este el caso, por lo que las empresas innovadoras saben que deben buscar una ventaja diferenciadora. Muchas la encuentran en su capacidad tecnológica. Casi toda empresa innovadora ha tenido que copiar, adaptar y mejorar tecnología para aprovechar una oportunidad de mercado identificada. Porque salvo contados casos, hoy la innovación se reduce a copiar, lo cual implica apropiar tecnología y ojalá mejorarla. Esto no quiere decir que el ejercicio sea menos innovador, porque la innovación se mide por el mercado en que se encuentra. Si la tecnología no existe en un mercado dado, para este será una innovación.

Más aún, gracias a la copia se pueden introducir nuevas tecnologías en mercados que no son económicamente viables para ella. La tecnología para producir hologramas existe en el mundo, pero importarla cuesta hasta US$1,5 millones, dice Amézquita. Y esto no incluye los elevados costos de mantenimiento, repuestos y horas de consultoría de mano de obra extranjera. Esta maquinaria le permite a CI producir a menores escalas y con mejores tiempos, lo cual es ideal para la demanda colombiana, dicen los Amézquita. Igualmente, el mercado que atiende Recipelet no justifica importar maquinaria para reciclar plástico, dice Gómez. Más aún, ella ni funciona con insumos plásticos usados, como los que se encuentran en Urabá y el Eje Cafetero u otros países.

Tratar, de Medellín, presta servicios de tratamiento térmico y galvanizado para piezas metálicas, fabrica partes y herramientas industriales y nunca compra la misma tecnología dos veces, dice Roberto Bernal, su gerente. Su capacidad tecnológica le ha permitido diferenciarse en mercados altamente competidos, como el de servicios de galvanizado. La galvanización sirve para endurecer piezas metálicas; sin embargo, el proceso deteriora la calidad de piezas tratadas térmicamente. Para solucionar el inconveniente, Tratar construyó una planta de alta tecnología en Bogotá por la cual también fue premiada en Innova 2004. Su capacidad para galvanizar piezas térmicamente tratadas le ha reportado nuevos clientes, como la fabricante de motos Yamaha que antes no permitía la galvanización de piezas en Colombia y el fabricante de tapas Incoltapas, que antes sufría devoluciones de parte de clientes extranjeros. Por otra parte, la tornillería para la industria automotriz nacional ya no tiene que ser importada.

Como toda buena copia, la tarea nunca está terminada. CI está modernizando su sistema de producción de hologramas pues el que hasta ahora les ha servido se puede mejorar, dice Ricardo Amézquita hijo. Adicionalmente, debe ampliar su capacidad de producción que pasaría de 16 millones de etiquetas en 2005 a 60 millones en 2006. Por su parte, la tecnología que desarrolló Recipelet está a medio camino, dice Gómez, por lo que se le introducirá un proceso de doble extrusión que evitará el molido de plástico.

La cultura de la innovación Uno de los activos más importantes de la empresa innovadora es su capacidad de sistematizar la investigación y desarrollo y el ingrediente esencial es una cultura de innovación. Nekotec desarrolla soluciones de valor agregado como juegos, comunidades virtuales y chats, que utilizan las telefónicas y empresas para generar fidelidad y más tráfico por sus redes. Entendiendo que ahora son los departamentos de mercadeo los que ponen la pauta en las telefónicas, el modelo de la firma se enfoca en tender un puente entre los sueños de mercadeo y la tecnología, para lo cual hay "licencia para pensar", dice Henry Fernández, director de investigación de Nekotec. Muchos de los empleados vienen del área de investigación de Telecom y mantienen esa cultura, agrega. Charlas informales sobre ideas nuevas o vistas en otras partes son comunes para la empresa, al igual que el patrocinio de tesis universitarias en temas de interés. También quiere hacer investigación en el área de aplicaciones de video.

Pero la cultura no es suficiente; el compromiso también debe ser financiero. Muchas pyme desarrollan con las uñas, lo cual no quiere decir que sea barato. En promedio, CI dedica 50% de sus utilidades a la I&D, lo cual en 2004 significó $150 millones y en 2006 serán otros $200 millones, dice Amézquita. Ecoflora, empresa de biotecnología que cuenta con una novedosa planta de extracción de principios activos de la biodiversidad que le ha permitido atender las necesidades de agroexportadores, le destina hasta 15% de sus ventas, dice Nicolás Cock, su gerente. A veces, los desarrollos no se financian exclusivamente con el bolsillo de la empresa. Los de A-Maq se suelen financiar con el auspicio de un cliente, dice Rueda. Así, se gana poco inicialmente, pero luego se replicará el desarrollo para otros clientes, explica.

Otros ingredientes también son claves. Por más afanada que sea una empresa en sacar a mercado sus desarrollos, necesitará igualmente ser paciente. Desarrollos que se han demorado hasta tres años no han sido exitosos, dice Rueda, cuando otros que demoran apenas meses tienen éxito inmediato. Por su parte, dice Bernal, de Tratar, los grandes proyectos demoran años antes de generar utilidades. Así mismo, las empresas que innovan suelen hacerlo de manera desordenada, lo que dificulta repetir sistemáticamente el ejercicio hacia el futuro. A-Maq sabe que una de sus falencias es la gerencia de proyectos y Nekotec quiere formalizar sus procesos también, dice Fernández. Ecoflora, dice Cock, ha entendido la importancia de proyectos bien administrados con indicadores, presupuestos, metas y equipos interdisciplinarios. Eso sí, todas entienden que las investigaciones se enfocan en resultados y mercados.

Para muchas empresas, la innovación implica entender que necesitarán ayuda. Para A-Maq, la ayuda de un par de gremios e institutos estadounidenses de investigación de acústica y vibraciones de maquinaria fue esencial para el despegue de la joven y entonces inexperta pero visionaria empresa. Igualmente, el complejo software y la maquinaria robotizada, entre otras, de la planta de galvanización de Tratar no habrían sido posibles sin la ayuda de EAFIT, la Escuela de Ingeniería de Antioquia y el Centro de Desarrollo Tecnológico de Metalmecánica de Antioquia. Y a pesar de incesantes quejas contra la burocracia estatal en el desembolso de recursos de financiación para la innovación, los desarrollos de muchas empresas han sido posibles gracias a líneas de financiación estatales de Colciencias y el Ministerio de Comercio.

Debido al boyante mercado mundial del conocimiento y licenciamientos de patentes de alta tecnología, hoy más que nunca hablar de innovación implica hablar de propiedad intelectual, tema que parece ajeno al empresario colombiano. De más de 10.500 patentes solicitadas en Colombia entre 1997 y 2004, solo 564 fueron solicitadas por residentes colombianos y solo 11 de las 3.500 concedidas beneficiaron a colombianos.

¿Falta de iniciativa del empresario colombiano? La complejidad y altos costos de patentar figuran entre las principales razones por las cuales los empresarios colombianos eligen no patentar. En muchos casos patentar solo vale la pena en el exterior, lo cual dispara los costos y expone al empresario a costosos procesos de defensa y mantenimiento de la patente. Algunos tampoco tienen claro si los desarrollos serían patentables.

Tengan razón o no, el verdadero motivo probablemente es que muchos empresarios colombianos, como Ecoflora y CI, prefieren proteger sus desarrollos como un secreto industrial y patentar va en contravía de esto al obligar a revelar el conocimiento detrás del desarrollo. Esto se debe a que la industria colombiana innova en sus procesos de producción y menos en productos. Como casi todos los ejemplos citados, la novedad está en la manera en que se produce un producto o servicio, mas no en el producto que llega a manos del consumidor que suele ser sencillo; Recipelet produce artículos de plástico, CI hologramas y Tratar piezas metálicas galvanizadas. (Software como el de Nekotec y A-Maq está protegido por derechos de autor, pero no es patentable.) Productos comunes no revelan mucha información sobre cómo se produjeron, que es lo novedoso. Así, muchos empresarios sencillamente se sienten más cómodos guardándose el secreto de su competitividad: la innovación.